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Domingo 24 de octubre de 2010

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Cultural El Duende

Adolfo Cáceres Romero

LA MÁQUINA DEL TIEMPO

24 oct 2010

Fuente: LA PATRIA

Literatura boliviana del periodo republicano • Escritores representativos

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Manuel María Lara A. Cochabamba, 1840 – 1912 (probablemente). Abogado, profesor, articulista, crítico y poeta. Junto al ejercicio de las leyes, también se dedicó al profesorado. Fue nombrado Juez Instructor y Fiscal de Partido. Finalmente, cansado de la ciudad y sus ajetreos, renunció a sus cargos para vivir en Mizque donde encabezó el primer levantamiento contra el gobierno de Melgarejo poniéndose a disposición del General Sanjinés en la batalla de la Cantería. En 1870, organizó otra fuerza en Punata, a la cabeza de la cual combatió en Cliza contra las huestes que aún le eran leales a Melgarejo.A la caída del tirano, fue nombrado subprefecto de la provincia de Punata, a pedido de los pobladores de ese distrito.

Usando el seudónimo de Pujavante, publicó artículos de punzante ironía. En ellos, al igual que Fígaro o Mariano José Larra, en España, con irreverencia criticó la vida social de su tiempo por lo que no siempre fue bien recibido, como cuando parafrasea la letra del Himno Nacional.

En Los Colegiales de Provincia, ironiza sus advertencias cuando dice: Hemos adoptado el lenguaje más claro y si se quiere vulgar, porque escribimos para el vulgo y deseamos que nuestros artículos se hallen al alcance de todos. Rogamos por tanto a los señores literatos, no se tomen el trabajo de leer nuestra humilde colaboración, si en ella tratan de buscar flores literarias, seguros de que no las hallarán. Rogamos asimismo a los señores necios que, por lo menos se tomen el trabajo de entender bien lo que decimos, antes de fallar tan magistralmente como acostumbran.

En 1908, publicó en Cochabamba, en dos volúmenes, lo más sobresaliente de su producción, reuniendo cerca de cuarenta poemas, algunos de carácter narrativo, a los que llama cuentos, junto a otros descriptivos, evocativos y patrióticos. Sobresalen los poemas intimistas, dedicados al amor y a la mujer.

Serenata.

Duerme en calma venturosa

¡Niña hermosa!

Con tus sueños de ilusión

reclinada en blanco lecho,

que en tu pecho

no palpita el corazón.

Y mientras duermes, señora quien te adora

quien por ti muere de amor,

en tu ventana delira con su lira,

sin alivio en su dolor.

De la noche en altas horas protectoras

de las sombras sin matiz,

a la luz de las estrellas cual tú, bellas,

vela ansioso un infeliz.

Como la mayoría de los poetas románticos de Bolivia, no pudo sustraerse de la realidad política del país, más aún con el clima de beligerancia interna.

El poeta escribió furibundas condenas a los gobiernos totalitarios, trasuntando, luego de la Guerra del 79, una serie de frustraciones casi con sentimiento derrotista, que le llevaron a parafrasear el Himno Nacional.

Nuevo Himno Nacional de Bolivia.

(fragmento)

Demagogos: la fuerza del vicio

coronó vuestros fines y anhelo;

contemplad con placer este suelo

que habéis puesto en tan vil condición.

Al estruendo infernal que ayer fuera

y al clamor de esa turba furiosa,

sigue el grito de guerra espantosa,

sin más himno que el rifle y el cañón.

Aquí alzó la injusticia su trono,

que el honor y la paz desconoce;

pues, no falta su informe que goce,

al hundirnos sin más libertad.

Invocando tan santas palabras

y engañando a este pueblo ignorante,

se le impone cualquier aspirante

apoyado en su gran voluntad.

Esta tierra tan pobre y fragosa

que aún deshonra a Bolívar su nombre,

patrimonio será de algún hombre,

que nos ponga a sablazos en paz.

¿Nación libre ha pensado llamarse?

este pueblo que siempre ha vivido

arrastrado, servil y abatido

a los pies de quién fue más audaz.

Sus cuentos en verso, las más de las veces de orden anecdótico o situacional, se expresan con fluidez y versificación directa, prescindiendo de las figuras retóricas para realzar los hechos con ironía.

El diablo y su suegra

(fragmento)

Cierta matrona muy orgullosa

mira las gentes con menosprecio

y se alimenta su orgullo necio,

con el elíxir de adulación.

Repatingada sobre divanes,

de visitantes sólo se ocupan;

asunto grave no le preocupa

ni hay cosa digna de atención.

De su marido que había finado,

quedóle una hija bien parecida;

en los salones muy parecida;

en los salones muy preferida,

era la dama de gran valer.

Ella ostentaba dulces encantos

y en pos andaban, como unos locos,

los mozalbetes, que no eran pocos,

de tan graciosa, bella mujer.

Si alguien decía, quizá a la madre,

que ya la niña casar podía,

sin más que oírlo, se enfurecía

con la soberbia más infernal.

Y contestaba: sabed, con mi hija,

coger estrellas espero acaso

y si algún día por fin la caso

con algún mozo muy especial.

Fuente: LA PATRIA
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