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Domingo 24 de octubre de 2010

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Cultural El Duende

Antonio Paredes Candia: un niño Grande

24 oct 2010

Fuente: LA PATRIA

El académico de la Lengua Luis Ríos Quiroga, rinde homenaje al escritor Antonio Paredes Candia, escritor boliviano que nació en La Paz en 1924 y murió el año 2004. Está considerado como el autor más prolífico de Bolivia, habiendo escrito más de 113 libros.

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Antonio Paredes Candia, es derrochador de ingenio y un niño inmortal.

Sediento de amor, llevado siempre por la fuerza imperiosa de sus deseos, recorre los amplios caminos de la vida sin desdeñar la gloria orgullosa, pero, siempre conservando toda la frescura, la ingenuidad y fragilidad del corazón de un niño.

Antonio Paredes, como los pequeños confiesa en veces sus faltas y como aquéllos vuelve a delinquir en sus antiguas pasiones. Es demasiado frágil para resistir el llamado de sus sentimientos profundos.

Este escritor errante, cubierto de polvo de largos caminos recorridos en las ferias del libro; alicaído en las borrascas violentas de la vida, es sensitivo y consecuentemente profundamente triste.

Generoso, crédulo, arrepentido, los llamamientos que lanza desde el fondo de su corazón, son gritos sublimes a favor de la amistad verdadera o anatemas eternos condenando la ingratitud.

Es un escritor que quedará entre los intérpretes de la vida porque no es sólo su propio amor y angustias que lo preocupan, sino el amor y angustias de los seres tristes, de la niñez abandonada principalmente.

Los niños Ascencio Titisano, Juan Díaz y Agustina Balajar, no en vano despertaron su vocación literaria y desde entonces los niños son protagonistas de sus novelas llamadas Novelines cuyos escenarios generalmente están decorados por murales de la realidad telúrica de nuestros pueblos y por el lenguaje directo de la versión materna.

De ahí que los novelines se conviertan en textos escolares de fácil lectura y conocimiento de la realidad social del niño boliviano.

Así comprendieron los alumnos del colegio Nacional Junín de la ciudad de Sucre, quienes bajo la dirección de Luis Ríos Quiroga el profesor, recrearon novelines en revistas de historietas novedosas que en manos de Antonio Paredes, merecían la firma de autógrafos junto a un comentario ternuroso.

Esta actitud del autor, estimuló fantasía e imaginación de los alumnos que a través del dibujo crearon los personajes de algunas novelas.

Aventuras de dos niños, por ejemplo, originó una exitosa exposición de revistas de historietas y dibujos, en el salón de exposición de la H. Alcaldía de Sucre con juicios ponderativos por parte del público.

¿Cómo olvidar a Candicha, la conmovedora imillita que mascullaba callada el sufrimiento de su raza milenaria? ¿La amistad límpida, desprejuiciada entre Santos, campesino y Reneco, citadino, protagonistas de la obra? ¿Los nobles sentimientos de Anastita, la awicha o abuela del campo? ¿De doña Felipa, la chicharronera, del Chofer Camba, de la señora Smith y hasta de Supaya, el perro ovejero?

Los alumnos, en sus trabajos de esta manera y sin proponérselo, unieron imagen y narración del alma típicamente bolivianos.

Es que Antonio Paredes, con el pensamiento puesto en la niñez desvalida, llega al fondo de las cosas, dialoga con ellas y acaricia el alma del niño con una prosa sencilla.

Seguramente, un antiguo achachila le inculcó este amor por los humildes que Juan Ortega, con acierto de pintor, hizo llamear en sus ojos a través de un cuadro.

Alguien dijo: la compañía de Antonio es una delicia, porque, efectivamente, es el disipador de tristezas, el hechicero del ingenio que borra el desencanto de la vida. Pero… paradójicamente, también es hombre de la soledad y la tristeza macerados por el basalto y el ónice de las esculturas de Marina Núñez del Prado que adornan su casa.

¡Qué capacidad para amar y sufrir a un tiempo mismo! Tan pronto bebe el agua pura de la alegría o es torrente impetuoso que lo arrastra todo, para luego, volver a la alegría y a la soledad generosa, creadora de sus obras. Entonces… en el preludio, podremos escuchar remembranzas y el latido de otros corazones a través de sus versos que acomoda a suaves melodías. Por ejemplo:

Candilejas

Tú llegaste a mí

cuando me voy,

eres luz de abril

yo tarde gris.

Eres la canción

más dulce de mi corazón,

ven hacia mí

que no te asuste

mi dolor.

Antes que llegaras

hasta mí,

mi vivir

no era ya vivir.

Eres luz

amor y comprensión

sin fin,

eras el bien

que atenuaba

mi dolor.

¿La canción por quién suspira? ¿Será como la poesía que interroga diciendo no sabemos, si es magia, adivinación, energía espiritual que se comunica por la palabra?

La luna en estos instantes parecerá preguntarle ¿Qué te duele hijo mío? Y Antonio responderá, ¡Me duele el alma Mama Quilla!

Y el mundo de los que sufren, sigue inspirando sus novelines alegato. Sin duda, hay un intercambio espiritual y físico entre su vida y su obra en el sentido de sufrir por amar tanto.

Antonio Paredes, con su espíritu, ¿será como el Illimani con algo de aquel violeta tristeza que la montaña luce a partir de las seis de la tarde?

¿Será dolor endurecido en piedra de rodada verde como la magnífica rana gigante del escultor Sapana, que exhibe en la mesa central de su salita?

¿El ingenio alado que prodiga gracia?

¿Será un corazón sin par de niño escritor?

Me quedo con el último, porque teniendo en cuenta su vida, vivida, parafraseamos para él aquello que Porfirio Díaz Machicao dijo para Gregorio Reynolds poeta: Llega a la madurez sin abandonar la infancia. Como un niño entra en la vida y el arte. La luna es su primera novia y el cielo estrellado el gran tálamo de sus bodas con la literatura.

Es un autor que puede tutearse con la gloria.

Fuente: LA PATRIA
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