Warning: inet_pton(): Unrecognized address in /home/lapatri2/public_html/wp-content/plugins/wordfence/vendor/wordfence/wf-waf/src/lib/utils.php on line 28

Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8
Vivir en la verdad - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Loading...
Invitado


Domingo 24 de octubre de 2010

Portada Principal
Cultural El Duende

Desde mi rincón:

Vivir en la verdad

24 oct 2010

Fuente: LA PATRIA

En este mundo vives bajo un alud permanente de materiales escritos que te llegan por cualquier medio, lo que hace tanto más difícil separar el grano de la paja. Otorgando al texto que sigue una particular excelencia (la de expresar y plantear verdaderos problemas de la Historia presente) y descartando cualquier probabilidad de que textos de esa naturaleza pudieran publicarse en el país, he considerado que valía la pena traducirlo y buscarle cierta difusión. Melancólica constatación, ahora que el tema de la libertad de expresión está sobre el tapete…TAMBOR VARGAS • Libertad religiosa y misión católica en el nuevo orden del mundo • CHARLES J. CHAPUT - Arzobispo de Denver (EE. UU.)- (Primera parte)

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Hoy, en una era de interconexión mundial, las dificultades ante las que se encuentran los católicos estadounidenses son, en sustancia, las mismas que en Europa: se enfrentan a una visión política agresivamente laicista y a un modelo económico consumista que desemboca –por lo menos en la práctica, cuando no con un explícito propósito– en un nuevo tipo de ateísmo promovido por el estado […]. En los Estados Unidos, un país que sigue siendo cristiano en su 80 %, con unos altos niveles de práctica religiosa, las instituciones estatales pretenden dictar cada vez más la conducta de los ministros de la Iglesia y obligarlos a comportarse de una forma que pueda destruir su identidad católica. Se han hecho esfuerzos para desanimar o criminalizar la expresión de algunas creencias católicas como si fuesen ‘discursos de odio’. Nuestros tribunales y administraciones practican reiteradamente actos que minan el matrimonio y la vida de familia, tratando de hacer desaparecer de la vida pública los símbolos cristianos y los signos de su influencia.

En Europa presenciamos tendencias similares o incluso marcadas por un desprecio todavía más descarado por el Cristianismo. En los medios de comunicación y también en los tribunales las autoridades de la Iglesia son víctimas de ridiculización, simplemente porque expresan la enseñanza católica. […] Al comienzo de este verano hemos asistido a formas de prevaricación jamás vistas en este continente desde los días de los nazis y de los métodos de la policía soviética: los agentes pesquisaron el palacio arzobispal de Bruselas; arrestaron e interrogaron a los obispos durante nueve horas y sin las garantías de ley; secuestraron sus computadoras privadas, sus teléfonos celulares y sus documentos. Durante el ‘registro’ incluso violaron las tumbas de jerarcas difuntos de la Iglesia. Para la mayor parte de los estadounidenses, esta especie de humillación calculada y pública de la jerarquía religiosa habría sido un ultraje y un abuso del estado. Y esto no por las virtudes o las culpas de alguno de los dirigentes religiosos implicados, pues todos tenemos el deber de obedecer las leyes justas; sino que el ultraje reside en el hecho de que la autoridad civil, con su rigidez, demuestra desprecio por las creencias y los creyentes representados por sus autoridades. […]

El cardenal Henri de Lubac escribió una vez que “no es verdad que el hombre no puede organizar el mundo sin Dios. Sí es verdad que sin Dios [el hombre] sólo puede acabar organizándolo contra el hombre. Un humanismo exclusivo es un humanismo inhumano”. Occidente hoy se dirige decisivamente hacia este nuevo “humanismo inhumano”. Y si la Iglesia quiere reaccionar en la plenitud de su fe, hemos de llevar a la práctica las lecciones que hemos aprendido bajo los regímenes totalitarios. Un Catolicismo de resistencia debe fundarse en la fe en las palabras de Jesús: “La verdad les hará libres” (Jn 8, 32). Vivir en la verdad significa vivir según Jesucristo y según la Palabra de Dios contenida en las Sagrada Escritura. Significa proclamar la verdad del Evangelio cristiano, no sólo con nuestras palabras, sino con nuestro ejemplo. Significa vivir cada día y cada momento con la indestructible convicción de que Dios vive y que su amor es la fuerza que mueve la Historia humana y el motor de toda vida humana auténtica. Significa creer que las verdades del Credo merecen que se sufra y se muera por ellas. Vivir en la verdad significa también decir la verdad y llamar las cosas por sus nombres adecuados. Y esto significa desenmascarar las mentiras con las que algunos hombres tratan de forzar a vivir a los demás.

Dos de las mayores mentiras del mundo actual son éstas: la primera, que el Cristianismo ha tenido una importancia relativamente menor en el desarrollo de Occidente; la segunda, que los valores y las instituciones occidentales pueden sostenerse sin apoyarse en los principios morales cristianos. […] Empequeñecer el pasado cristiano de Occidente, procurado acaso con las mejores intenciones, con el deseo de promover una coexistencia pacífica en una sociedad pluralista; pero con mayor frecuencia procurado para marginar a los cristianos y neutralizar el testimonio público de la Iglesia. La Iglesia tiene el deber de denunciar y combatir esta mentira. Ser europeos o estadounidenses es ser herederos de una profunda síntesis cristiana del arte y de la filosofía griegas, del derecho romano y de la verdad bíblica. Esta síntesis ha dado origen al humanismo cristiano que anima toda la sociedad occidental. Sobre este punto podemos citar al estudioso y pastor luterano alemán Dietrich Bonhoeffer, quien escribió estas palabras en los meses anteriores a su detención por la GESTAPO en 1943: “La unidad de Occidente no es una idea, sino una realidad histórica, de la que el único fundamento es Cristo”.

Nuestras sociedades de Occidente son cristianas por nacimiento y su supervivencia depende de la persistencia de los valores cristianos. Nuestros mayores principios y las instituciones políticas se apoyan, en gran medida, en la moral del Evangelio y en la visión cristiana del hombre y del poder. Aquí estamos hablando, no sólo de Teología cristiana o de ideas religiosas; estamos hablando de los hitos de nuestras sociedades: gobiernos representativos y separación de poderes; libertad de religión y de consciencia; y sobre todo, dignidad de la persona humana. Esta verdad sobre la unidad esencial de Occidente tiene un corolario, que Bonhoeffer ha señalado: quitar a Cristo es suprimir el único fundamento confiable de nuestros valores, instituciones y formas de vida.

Esto significa que no podemos prescindir de nuestra historia por alguna superficial preocupación de no ofender a nuestros vecinos no cristianos. A pesar de la verborrea de los “nuevos ateos”, en Occidente no hay ningún peligro de que el Cristianismo sea impuesto por la fuerza a ningún pueblo. Los únicos ‘estados confesionales’ del mundo actual son los controlados por islamistas o dictaduras ateas: regímenes que rechazan la creencia del Occidente cristiano en los derechos individuales y en el equilibrio de poderes. Quisiera observar que la defensa de los ideales occidentales es la única protección que, nosotros y nuestros vecinos, tenemos contra la caída en nuevas formas de represión, ya sea de la mano del Islam extremista o de los tecnócratas laicistas.

(Continuará)

Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos: