En la medida que diariamente se elevan los precios de productos de primera necesidad, tanto en los mercados como en los almacenes de abarrotes y hasta en las tiendas de barrio, la canasta familiar receptáculo de los alimentos que sirven para la familia se achica y su contenido cada vez es más y más reducido, hecho que se convierte en verdadera preocupación para los padres de familia, especialmente para los que dependen de salarios fijos.
El salario mínimo vital, de algo más de 670 bolivianos en el hecho real de lo que significa el gasto familiar mensual, apenas sirve para cubrir poco menos del 50 por ciento del rubro de alimentos, eso significa que ni siquiera alcanza para satisfacer la demanda alimenticia regular de una familia de 5 miembros.
Un cálculo aproximado a la realidad y elaborado en el organismo sindical de los trabajadores demuestra que la canasta familiar puede surtirse medianamente con un salario mensual superior a los 1.500 bolivianos, quedando fuera de toda expectativa los gastos que representan alquiler de vivienda, servicio de luz y agua, compra de ropa, útiles escolares y otros gastos elementales, sin tomar en cuenta para nada huevos, frutas, leche, o golosinas para los hijos.
La situación es realmente dramática y la solución doblemente grave cuando dos ministras de área, la de Desarrollo Rural y Tierras y la de Desarrollo Productivo y Economía plural acuden a una serie de argumentos fuera de la realidad para justificar la elevación de precios que se da en todos los centros de abasto del país, causando serios problemas a las amas de casa.
Mencionar efectos de la sequía, disminución en el porcentaje productivo del área rural, contrabando o la proximidad de la festividad de “Todos Santos” no logran convencer a los trabajadores y menos a las amas de casa, que si bien han observado efectos negativos por causa de los fenómenos naturales saben exactamente que los problemas actuales son el resultado de la falta de políticas reales para encarar planes de mejor productividad, de apoyo a los agricultores y de movilizar capitales cuyo destino se convierta en incentivo para ampliar nuestra industria y competir abiertamente con el contrabando.
Existe un efecto multiplicador por la espiral inflacionaria que está vigente y tal fenómeno se siente con dureza en los hogares de menor ingreso, es tan dura la situación que hasta la gaseosa, el pan y el plátano que son parte de un almuerzo popular han sufrido incremento de precio, obligando a mayores gastos a los jefes de familia que ya no saben cómo cubrir el costo de la dichosa canasta familiar que se achica diariamente, tanto como disminuye el valor adquisitivo de los salarios.
El gobierno admite que existe especulación y pide paciencia a la comunidad ante el alza de precios, mientras que la población exige al gobierno aplicar cuanto antes medidas efectivas, primero para paliar los daños de la sequía y de inmediato para encarar el impulso a los sectores productivos que lamentablemente atraviesan por serias dificultades por la vigencia de medidas que alteran los ciclos industriales y ponen en riesgo capitales y lo que es peor también fuentes de empleo, como sucede actualmente con muchas industrias nacionales.
Dejando los temas estrictamente político partidarios es necesario que se aprueben “políticas socio económicas” para evitar que una gran parte de nuestra población sufra hambre, incluidos niños y jóvenes que se someten obligadamente a las consecuencias de la imprevisión y carencia de políticas
para mejorar la producción y eliminar los factores de la especulación.
Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.