En cambio, me inundé de melancolía por el 10 de octubre de 2010, hecho capicúa: 10-10-10, de suerte, pero esta vez falló. Quería festejar la recuperación de la democracia hace 28 años, histórica fecha, que puso fin a la represión y el odio generados por la sinrazón de la intolerancia, la violencia, la tortura y el desprecio por los DD.HH.
Quería festejar alegremente este 28 aniversario, pero el peso de la contradicción dialéctica se impuso: el presidente acaba de aprobar una Ley Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación, de impactante título, pero que más bien llama a responso. La libertad de prensa ha sido malherida y quizás se muera.
Aturdida con la noticia ya consumada, buscaba mi ajado libro de las obras completas de César Vallejo, ese universal peruano que como nadie escribió sobre sufrimiento del hombre. Buscaba a ese César Vallejo que releí a través de Pedro Shimose, en su premiado libro por Casa de las Américas, hace tantos años, y sufrí con él los rigores del exilio. Buscaba al poeta que me enseñó los Heraldos más negros que nunca pude haber visto, y Los Poemas Humanos más humanos que jamás habré leído.
Entonces, me invadió la melancolía y la impotencia, al mismo tiempo. Tuve una rabia colosal contra los impostores que usaron la democracia para llegar al poder y luego la escarnecieron con muertos, presos y exilados, amén de otros atropellos. Sí, en esta democracia que es un sistema con yerros y aciertos, con luces y sombras, pero siempre perfectible, si el ejercicio del poder no pudre de autoritarismo y culto a la personalidad a la naturaleza humana de quienes ejercen ese poder. Como ahora.
10 del 10 del 10... ¡Qué justa y necesaria Ley contra el racismo, tendríamos que haber dicho! Pero tiene dos artículos aviesos que son la ‘trampa’ de la que hace gala el Presidente o los estratégicos ‘movimientos envolventes’ del ‘Vice’, que ya dijo que “la política es la continuación de la guerra por otros medios”. Si el objetivo de la “trampa envolvente” es ponerle mordazas a las palabras, a las ideas, a la diversidad y a las distintas formas de mirar y concebir el mundo, quiere decir que el gobierno está en guerra contra la sociedad.
El artículo 16 apunta a los medios y a los dueños de medios con confiscación. En ese caso, y en una demostración de populismo enajenado, el Presidente señala que la empresa pasaría a manos de los trabajadores. El 23, ofrece cárcel a los periodistas que utilizaren palabras o expresiones racistas. En resumen, ponerle mordaza a la libre expresión, al disenso y a las diferencias. Como decía Vallejo: “El cancerbero maneja la llave”. Quienes van a calificar, de manera subjetiva si hubo diatriba racista serán el Presidente y los movimientos sociales.
Buscaba Vallejo cuando decía: “Quisiera hoy ser feliz de buena gana” El 10 del 10 de 2010, a 28 años de la recuperación de la Democracia, en 1982. Quería ser feliz y agradecida con esos muertos de epopeya: los anteriores al banzerismo, los del septenio y los de García Meza, Marcelo Quiroga Santa Cruz, hasta hoy desaparecido, como el dirigente obrero Flores; a los que a los del exilio chileno cayeron bajo las balas de Pinochet; a los ocho jóvenes miristas de la calle Harrington, a los anónimos y otros ‘desaparecidos’.
Sin trampas, ni rodillazos ni estrategias envolventes: aquí jugamos limpio en la cancha y en la política. Quería escribir. Y escribí de la mano de Vallejo por la libertad de prensa, por el derecho a ser libres, a pensar diferente y a expresarlo sin temores.
(*) Máster en Ciencias Políticas
Fuente: El Deber Santa Cruz 10-10-2010
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