Miercoles 20 de octubre de 2010
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Editorial y opiniones
Economía de palabras
De emperadores y libros
20 oct 2010
Por: Humberto Vacaflor Ganam
Esto de abolir el pasado, de prohibir libros, de comenzar nuevas eras, es una tentación a la que no se resisten los nuevos emperadores, según nos lo recuerda la historia.
El procedimiento es siempre el mismo. Se necesita un monarca ególatra, que no es difícil encontrar. Pero también se necesitan seguidores muy empeñados en halagar al emperador.
De esa combinación se llega muy fácil a la fórmula: toda la historia pasada necesita ser borrada para eliminar a todos los anteriores emperadores, y para que quede claro que está comenzando una nueva era.
China, con 6.000 años de historia, registra más de un caso de emperadores que quisieron barrer con todo lo que les precedió.
El caso más sonado es del emperador Shi Huang Ti, el mismo que ordenó la construcción de la gran muralla. Tenía un ministro, el más chupa-medias de todos, Li Su, que tuvo la idea de quemar el pasado eliminando los libros.
Jorge Luís Borges alude a estas historias en dos diferentes ensayos. En uno de ellos sentencia: “Es decir, el propósito de abolir el pasado ocurrió en el pasado y -paradójicamente- es una de las pruebas de que el pasado no se puede abolir. El pasado es indestructible; tarde o temprano vuelven todas las cosas, y una de las cosas que vuelven es el proyecto de abolir el pasado”.