Caprichosamente, sin razonamiento previo y siguiendo las instrucciones del presidente Evo Morales, los asambleístas del MAS aprobaron la ley 045. Mal denominada “Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación” cuando su verdadera denominación debería ser “Contra los medios de comunicación y la libre expresión”.
Pero aprobada la ley, nosotros que siempre hemos sido respetuosos del ordenamiento jurídico, nos pusimos a pensar la manera de cumplir esta novísima ley y tratamos de esclarecer qué es lo que se puede decir y qué no decir para no entrar en la ilegalidad.
Veamos en primer lugar la definición de racismo: Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros. Y de raza: Casta o calidad del origen o linaje.
Pues entonces debemos tener cuidado al referirnos al origen étnico de cualquier persona, porque puede interpretarse como racismo y podemos ser encarcelados.
¡Cuidado! Si a una mujer le decimos: “chola”, “negra” o “gringa”, nos estamos refiriendo a su origen étnico, y de acuerdo a la ley 045 podríamos ir presos por 5 a 7 años.
Pero si a esa mujer la tratamos de “prostituta” o “ramera”, la estamos injuriando, y seríamos sancionados con prestación de trabajo de un mes a un año, y multa de treinta a cien días, o podríamos quedar exentos de pena si nos retractamos a tiempo, conforme al Código Penal vigente.
Estas incoherencias y contradicciones jurídicas son los que han provocado la reacción unánime de los periodistas y el clamor popular de derogatoria de esa absurda ley.
Si la intención era terminar con toda forma de discriminación se tendría que comenzar por la revisión de la Constitución Política impuesta por el MAS, la cual discrimina a los bolivianos por su origen étnico, haciendo que todos los ciudadanos ya no sean iguales ante la ley, ni tengan los mismos derechos, otorgando un tratamiento especial a los ciudadanos “originario campesinos”.
Cuando el presidente trataba de justificar la orden que impartió para que se apruebe la ley 045 aludió la frustración que le producía cuando le decían “indio”. Entonces podemos concluir que llamar indio a alguien debe ser racista. La contradicción es que el mentor y muy amigo del presidente, el mandatario de Venezuela, Hugo Chávez Frías, quien está dispuesto a derramar sangre enviando tropas venezolanas para defender al presidente Evo, es la persona que con mayor frecuencia se ha referido a él como “indio”. Si se cumplen los preceptos contra el racismo, la cancillería debería enviar una protesta formal contra Hugo Chávez.
Siguiendo nuestras reflexiones ¿Quién dirá y quién juzgará, qué términos y qué palabras se consideran racistas? ¿Cómo expresamos nuestros pensamientos sin que alguien se sienta ofendido?
(*) Periodista
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