Cuando me aprestaba a ingerir mi ración cotidiana de Alka Seltzer fui llamado telefónicamente desde Cochabamba por mi amigo el pensador greco-cochabambino Aristóteles Giorgiadis Quiroga quien con voz doliente me pidió que viajara inmediatamente a la Llajta porque una extraña epidemia azotaba a la población cochabambina y al resto de los bolivianos, siendo urgente mi presencia a orillas del Rocha River en mi calidad de Doctor Oloris Causa de la Universidad de San Simón. Viajé en un avión de Aerosur (la línea de los bolivianos bolivianos) y en pocos minutos me hice presente en el Bar comercio (el Barco) para participar de una reunión de emergencia a raíz de esa epidemia que podría diezmar a la población cochabambina y boliviana.
Cuando ingresé al famoso local quedé espantado del olor que reinaba en sala debido, posiblemente, a la emisión de eructos y de gases del edificio que salen por el orificio, como reza el dicho popular. Los pensadores greco-cochabambinos se encontraban pálidos y también algunos invitados especiales como el negrito Guardia, el profesor Gorostiaga y el Ocky Chiarela.
Sin ánimo de ofender a nadie dije a los reunidos que habían comido mucho y habían bebido chicha de mala calidad, negando todos haber comido o bebido en exceso, hasta que el eminente pensador valluno Aristóteles Giorgiadis Quiroga me dijo con voz trémula: “me parece que estamos sufriendo de una indigestión de leyes, algunas de las cuales hacen más daño que bien al pueblo de Bolivia, comenzando por los cochabambinos que somos más sensibles.
Inmediatamente recordé haber leído en un periódico de La Paz un interesante análisis escrito por el excelente sociólogo Salvador Romero Pítari y que titula “El país hartado de leyes”, el cual me animó a decirles a los pensadores greco-cochabambinos y a sus invitados que todos sufrimos un~ indigestión de leyes que en vez de mejorar la vida de los bolivianos nos llevan a enfrentamientos y nos conducen a la discordia, coma la ley antirracial que vulnera nuestra libertad de expresión, la ley que conforma el Poder electoral con miembros adictos al Gobierno, anunciaron el próximo tratamiento y aprobación de la Ley de Pensiones y Jubilaciones y otras que serán sancionadas por la Asamblea Legislativa del Estado Plurinacional, Multicolor y Folklórico.
Luego tomó la palabra el pensador Aristóteles Giorgiadis Quiroga quien citó a sus antepasados Platón y Aristóteles que traducidos por él nos enseñan que no son las leyes las que hacen felices a los pueblos sino los buenos gobernantes, o gobernantes buenos.
Otro cochala indigesto que ya se había “tirado” tres raciones normales de Alka Seltzer nos dijo con voz trémula que en Bolivia siempre tuvimos buenas leyes pero que los bolivianos nunca las cumplimos o las burlábamos cuando no nos convenían, inquietándonos con esta pregunta que pertenece al ámbito del Derecho Natural “¿hasta qué punto estoy obligado a cumplir una ley injusta?”
Con indigestión de leyes y dolores de barriga, la reunión con mis amigos cochalas fue muy agradable y provechosa.
PAULOVICH
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