El movimiento ciudadano vanguardizado por personas relacionadas con el quehacer periodístico es el de mayor alcance territorial y vertical en la historia de las protestas sociales en Bolivia. Hasta este mes las grandes huelgas y los conflictos se localizaban en una región, como fueron las combativas acciones de los trabajadores mineros en la década de los años 40 del siglo pasado, para dar un ejemplo. Otros abarcaron las ciudades, sobre todo en enfrentamientos políticos como la masiva protesta contra el golpe cívico militar de noviembre de 1979. La Paz fue casi siempre el epicentro -con algunas réplicas en otras ciudades o poblaciones- de los movimientos sociales y políticos, como la última experiencia en octubre de 2003.
Es la primera vez que una protesta social cruza todo el territorio nacional, desde Camiri a San Buenaventura, de Tarija a Riberalta, de El Alto a Santa Cruz, de Trinidad a Potosí, de Rurrenabaque a Oruro, de Sucre a La Paz. Una protesta que no afecta a los ciudadanos porque no paraliza el tráfico, no bloquea caminos o carreteras, no incendia locales ni promueve cercos violentos al parlamento nacional. Probablemente porque el gremio de la prensa llega a todas las orillas del país, la protesta es tan extendida.
La otra característica inédita es la participación vertical, desde los dueños del capital, los profesionales con cargos intermedios, los trabajadores asalariados, los jubilados, los columnistas, los caricaturistas, los gráficos, los camarógrafos. No es lock out empresarial como en los años 80 ni la alianza dueños y trabajadores como ocurrió con fabriles para impedir el cierre de sus centros de trabajo. Es un clamor más profundo, con motivaciones diferenciadas, pero con la ambición de mantener un derecho humano fundamental: la libertad de expresión.
Pese a todo ello, el canal internacional Telesur que se presentó como un medio alternativo a las grandes compañías, prefirió el silencio o la cobertura tangencial. Casi desde el inicio de sus emisiones, ese canal presenta un sólo lado de la realidad boliviana. La corresponsalía oficial se ocupa de temas menores. Cuando hay asuntos importantes llega un enviado especial, hombre o mujer, desde Venezuela; quizá por la falta de confianza en el profesionalismo del corresponsal boliviano, por temor a que no sea “políticamente correcto” o por sus fallas ante las cámaras. Las noticias sobre Bolivia no tienen diferentes fuentes, principio del periodismo equilibrado.
Además en el este episodio que involucra a los periodistas y sus protestas contra amenazas a la libertad de prensa, las notas pasaron del silencio al momento de la firma de una ley y de pronto la movilización ciudadana fue importante y materia de una entrevista exclusiva de un canal oficialista venezolano trasmitida en directo por Telesur. Un periodista caraqueño, seguramente muy famoso, conversó con el Presidente de Bolivia Evo Morales. Le preguntaba de todo pero también aconsejaba qué medidas o acciones relacionadas con los comunicadores bolivianos. ¿Por qué? ¿Conocerá ese personaje la realidad boliviana, la historia del periodismo boliviano, la diferente acumulación de los dueños de medios en Venezuela y en Bolivia?
Muchas veces hemos escrito sobre los grandes medios, la amenaza de la concentración de medios de comunicación en uno o pocos dueños, el peligro del oligopolio y de las relaciones de intereses económicos con el poder de la comunicación masiva.
Pensábamos que Telesur abriría nuevas ventanas, amplificaría otras voces. Más información, pero lo que tenemos es más propaganda y propaganda barata.
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