Hay que ser conscientes de una realidad que se ha impuesto en nuestra nación democrática bajo ese amparo y sin cuidar para nada el significativo efecto que tiene vulnerar los derechos ciudadanos, que son parte esencial de esa condición que es sinónimo de libertad y justicia, pero que puede ser también el argumento innoble para limitar las libertades y fomentar la discriminación.
Vaya contradicción, se promulga una ley contra el racismo y toda forma de discriminación y su aplicación más severa constituirá en limitar los derechos de la ciudadanía que ya no podrán expresar sus ideas libremente porque además los intermediarios en el proceso de recoger, elaborar y transmitir informaciones están ahora limitados en esa su tarea, porque las advertencias de infringir la norma limitativa son muy duras e injustas y tal situación ha despertado miedo.
Cuando en un Estado se vive bajo condiciones de miedo significa que no hay elementales condiciones de garantía y seguridad, por tanto se vive en un estado de temor constante, propio de gobiernos dictatoriales donde el derecho de las personas es poco menos que un simple enunciado.
Días atrás nos referimos a la importancia de rescatar la democracia en el país y el compromiso de los bolivianos patriotas de preservarla. Recordamos que han transcurrido 28 años de ese acontecimiento que marcó con caracteres indelebles la determinación del pueblo para erradicar los gobiernos dictatoriales y atrabiliarios dando paso al ansiado sistema de respeto a las libertades, la paz y la justicia, el orden y cumplimiento de las leyes instrumentos normativos ideados para mejorar las condiciones de vida de todos los bolivianos y que deberían ser consensuados entre partes involucradas en su contexto de manera que las leyes no sean represivas ni restrictivas, al contrario sean parte importante de las garantías de un Estado para encarar programas que aseguren fuentes de empleo, que dinamicen la producción y afirmen el desarrollo sostenible del que se habla mucho y no marcha precisamente por la falta de normas claras, justas, comprensibles y equitativas.
Si se afectan las bases, los cimientos en los que se afirma la democracia, es que hay serios riesgos que ponen en descubierto intenciones y presiones que van más allá de una defensa de valores intrínsecos que son parte de los derechos ciudadanos. No se puede luchar contra el racismo y la discriminación si paralelamente se limitan las vías, los canales, los medios, los instrumentos para atacar esos males y para denunciar injusticias. Lo que se necesita con mucha urgencia es concientizar a la población en general sobre la importancia de los valores humanos que no pueden ser afectados por acciones racistas, tampoco con discriminación y menos con restricciones a la libre expresión.
Hay algo que debe entenderse en la temática que nos obliga a reflexionar con serenidad y es que nadie se opone a la ley contra el racismo y toda forma de discriminación, lo que pasa es que las condiciones para que desde el texto mismo del instrumento hasta su socialización humana corresponde al uso irrestricto de los medios de comunicación y el trabajo de los periodistas, de lo contrario simplemente se estará practicando un sistema oprobioso de imposición sin margen a disquisición y eso no es posible en un Estado de Derecho que se ampara en la Democracia y sus atributos que son el respeto a las leyes, a la libertad de expresión y el derecho a vivir sin sobresaltos y sin miedo.
Fuente: LA PATRIA
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