Cada año al llegar el final de la gestión se produce inusitado movimiento en toda la administración pública nacional con motivo de elaborar los Programas Operativos Anuales (Poa,s) para el año venidero, lo que significa un despliegue de documentos, tiempo y capacidad de funcionarios para tener listo el exigido presupuesto de la gestión venidera.
Cuando se trata de autoridades que tienen continuidad en el cargo resulta más sencilla la aplicación de ítems en el presupuesto relacionando lo que se gastó en un año y lo que faltó para completar proyectos inconclusos o solventar los nuevos emprendimientos emergentes de necesidades de la población.
Lo que se observa al analizar los POA,s , particularmente en municipios, es que se acostumbra “inflarlos” con la pretendida idea de que al ser recortados por falta de recursos se llegará a una cifra más aproximada a la real y por tanto utilizable en su integridad.
El problema se presenta en las actuales circunstancias cuando asambleístas departamentales y gobernadores, por una parte y Concejales Munícipes y alcaldes, por otra, se estrenan en la administración pública y en cada caso y a su modo pretenden hacer maravillas con el POA de sus reparticiones para alcanzar una gestión de éxito, que por supuesto dependerá del cumplimiento de los programas elaborados y ejecutados.
En todos los casos, hablando del país, tanto en las gobernaciones cuanto en los municipios quedan funcionarios “expertos” de pasadas gestiones y diestros en la elaboración de presupuestos, lamentablemente no muy reales a la hora de satisfacer las verdaderas demandas de una expectante población que con todo derecho cifra esperanzas para mejorar las condiciones de vida de la familia en su barrio y en su ciudad.
Está claro que se trata de un “presupuesto” considerado por los profesionales de la materia como un documento referencial de necesidades básicas y casi nunca de cobertura total de proyectos, por tanto susceptible de modificarse en el sentido de una reformulación para añadido de mayor presupuesto, nunca a la inversa salvo una gestión absolutamente negativa, que puede suceder.
Por estas circunstancias que son reales y que muestran una serie de matices en la observación externa es que los responsables de “revisar y aprobar” los POA,s extreman esfuerzos por interpretar en muchos casos, documentos que por vez primera llegan a su poder y como es lógico con una serie de incógnitas que deberían ser despejadas por los profesionales de cada institución para que se socialicen planes, cifras y esquemas de cumplimiento de los famosos POA,s.
Es natural que a las nuevas autoridades les resulte complicado tener un buen POA que sea fiel respuesta a las necesidades de la población, hay muchos factores que se entrecruzan en esos propósitos, incluyendo los intereses político partidarios que como en el caso de nuestro municipio afloran con fuerza y traban el avance de gestión; sin embargo, en el caso de los asambleístas se pudo comprobar que el sentido práctico y de servicio es más fuerte que las pequeñeces de la política sectaria.
En todo caso lo que se espera en la elaboración de los POA,s es que respondan a un principio de capacidad profesional y del reconocimiento de prioridades para beneficio de la comunidad y no de simples planes de alcance meramente propagandístico. Hay que recordar a los responsables del manejo de los POA,s que se trata de garantizar una excelente administración de los fondos públicos que son dineros del pueblo, que no pueden ser malgastados.
Fuente: LA PATRIA
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