Después de 28 años de ser recuperada la democracia boliviana se siente agraviada, justo cuando debería ser fortalecida y reafirmada su vigencia plena como garantía de la vigencia de derechos plenos para todos los bolivianos.
Un 10 de octubre de 1982 y luego de una larga lucha de dirigentes políticos y demócratas se restituyeron las libertades y derechos para los bolivianos en un solemne acto en el Congreso Nacional, cuando el último gobernante de facto entregó el estadista Hernán Siles Suazo los símbolos de la democracia (la medalla y banda presidencial) como muestra de reconocimiento al Gobierno civilista restituido por decisión del pueblo.
Han transcurrido casi tres décadas y aquí estamos los bolivianos atravesando por un delicado problema que amenaza con vulnerar las libertades y derechos que justamente se recuperaron hace 28 años atrás.
Como se dice… “mucho agua corrió bajo el puente” y en diferentes periodos de la democracia vigente se han mostrado variadas pretensiones políticas, desde las más radicales en los extremos dogmáticos de la izquierda y la derecha con algunas alternativas peligrosas y molestosas que alteraron la paz ciudadana y hasta nos enfrentaron entre hermanos de una sola Madre Patria.
Las grandes luchas del pueblo han estado dirigidas a defender la democracia y sus atributos de libertad y justicia. Quienes se enfrascaron en políticas internas queriendo imponer posiciones radicales desde el poder gobernante avanzaron muy poco en sus intenciones porque la reacción popular, que siempre brota al tope de la injusticia, generó cambios de gobiernos bajo la égida de una democracia que cada vez es más fuerte en su contenido y su vigencia.
En la medida que el “pueblo toma conciencia” de sus derechos y busca a través de los mismos consolidar un proyecto de unidad, con justicia y libertad alcanza los sistemas del poder para gobernarse y cumplir su objetivo de mejorar las condiciones de vida en general, de modo tal que los beneficios que nos otorga nuestra maravillosa naturaleza a través de sus recursos sean distribuidos sin discriminaciones y priorizando la solución de los grandes problemas que afectan a la mayoría nacional.
Fuentes de empleo permanente, buen uso de los fondos públicos, eliminación de la corrupción administrativa, respeto a los derechos ciudadanos, apertura y práctica constante de diálogo entre representantes del pueblo para consensuar los instrumentos legales (leyes) que mejoren la convivencia pacífica y que no sean factores de división y enfrentamiento entre hermanos.
Recuperar la democracia costó vidas, sangre y dolor a muchos bolivianos, sostenerla y defenderla ahora debe ser también responsabilidad de la gran mayoría que está dispuesta al sacrificio para que no se vulneren los derechos de nadie y menos se ponga en riesgo el futuro de las generaciones jóvenes que sin democracia perderán el sentido de la libertad, de la justicia y del derecho a ser mejores sin restricciones y sin discriminadores.
Los bolivianos que creemos en la libertad y la justicia consideramos que el mejor homenaje a 28 años de haber recuperado la democracia es afirmar esos atributos de respeto a los derechos ciudadanos, a la libertad de expresión y a los fines de igualdad entre bolivianos. Está claro que sin libertad de expresión simplemente, no hay democracia.
Fuente: LA PATRIA
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