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Domingo 10 de octubre de 2010

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Cultural El Duende

Oruro en la Guerra de la Independencia

10 oct 2010

Fuente: LA PATRIA

En adhesión al Bicentenario del 6 de Octubre de 1810, el Club Oruro y la Fundación Cultural ZOFRO, el pasado lunes 4 de octubre, propiciaron la presentación del libro “Oruro en la Guerra de la Independencia”. La obra, dispuesta en 400 páginas, está dividida en tres partes: las exposiciones del “Coloquio de Historiadores” sucedido en julio de 2009; “Oruro en la independencia y el primer período republicano” y; la reedición de “La pequeña Gran Logia que Independizó Bolivia” del historiador Marcos Beltrán Ávila. A continuación, el prólogo al libro escrito por D. Luis Urquieta Molleda, Presidente de la Fundación.

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¿Por qué discrepan los historiadores al interpretar los hechos del pasado? ¿Por qué se reescribe constantemente la historia? ¿Por qué los escritos de los acaecimientos que hacen con la vida y el porvenir de los pueblos son susceptibles de revisión y de nuevos enjuiciamientos? En el rigor de la indagación, nos referimos a la historia como ciencia, practicada con idoneidad y alcanzada en una época dada, en modo alguno a aquélla escrita con propósitos subalternos.

Importa asimismo que las fuentes de los acontecimientos que hacen historia, deben provenir de vertientes confiables como catálogos y archivos, documentos inéditos y libros escritos por historiadores. Así, aparece la definición de la Historiografía como el arte de escribir la historia o el estudio bibliográfico y crítico de los escritos sobre ella y sus fuentes y, finalmente, el conjunto de obras producidas como testimonios de la historia y para la historia.

Goethe afirmaba que los siglos transcurridos son para nosotros un libro de siete sellos: Lo que llamáis espíritu de los tiempos no es en el fondo más que el espíritu de los grandes hombres en el que los tiempos se reflejan. Los historiadores, en la medida que difieren, no tienen la misma visión de los procesos históricos; dan imágenes distintas y a veces contrarias del mismo hecho. Los condicionamientos sociales o ideológicos sobre quienes escriben la historia, la valoración de las ciencias sociales y otros factores, inducen a la duda sobre la posibilidad de alcanzar la verdad objetiva.

El filósofo e historiador polaco Adam Schaff, en su libro Historia y Verdad, plantea dos concepciones de la ciencia de la Historia: El Positivismo y el Presentismo, refiriéndose como a las dos mayores escuelas en este ámbito.

El Positivismo sugiere que el conocimiento histórico es posible como reflejo fiel de los hechos del pasado, exento de cualquier subjetivismo; el Presentismo niega que dicho conocimiento sea posible y considera la historia como una proyección del pensamiento y de los intereses presentes sobre el pasado. Se dirá entonces que la historia está en función de un presente que condiciona la interpretación del pasado, la selección de los hechos y, por tanto, la imagen de dicho pasado.

Valentín Abecia Valdivieso, historiador contemporáneo recientemente fallecido, afirma que la corriente positivista hizo pie en la obra historiográfica de G. René-Moreno; devino después la tendencia historicista que tuvo representantes en la generación de la Guerra del Chaco. El Historicismo se funda sobre consideraciones históricas que hacen con el hombre y la naturaleza.

Aquí, otros pareceres acerca de qué es la historia:

La historia es la maestra de la vida.

Cicerón, 106-43. Político, pensador y orador romano:

El deber que tenemos con la historia es reescribirla.

Oscar Wilde, 1854-1900. Escritor irlandés.

La Historia no se escribe para gente frívola y casquivana, y el primer deber de todo historiador honrado, es ahondar en la investigación cuanto pueda; no desdeñar ningún documento y corregirse a sí mismo cuantas veces sea menester.

Marcelino Menéndez y Pelayo, 1856-1912. Eminente polígrafo español, maestro de la historiografía literaria.

La historia es la moral en acción.

Alcides Arguedas, 1879-1946. Historiador y novelista boliviano.

En el curso del año 2009 y también del 2010, los países de América Hispana celebran con actos y obras alucivas al Bicentenario de las luchas de independencia donde Bolivia, como ninguna, tiene motivos para exaltar sus fastos evocando las fechas emblemáticas.

De su parte Oruro, escenario relevante de los acontecimientos insurreccionales, desde temprano contribuyó al proceso de la independencia nacional con el pensamiento y la acción de sus héroes.

Para revalorizar los aportes de Oruro a la emancipación, la Fundación Cultural ZOFRO, de consuno con el artífice de las iniciativas, el entrañable Mariano Baptista Gumucio, propició el evento coloquial denominado Oruro en la guerra de la independencia (24 y 25 de julio de 2009) con la participación de historiadores que con más profusión se han ocupado de las luchas protagónicas en la región de Oruro. Sus intervenciones han quedado plasmadas en este libro.

Oruro en la Guerra de la Independencia está organizado en tres partes. La primera: Coloquio de Historiadores, recoge las nueve exposiciones del Coloquio. La segunda: Oruro en la Independencia y el Primer Período Republicano, contiene investigaciones de Nicholas A. Robins, Ramiro Condarco Morales y Fernando Baptista Gumucio, con nuevos enfoques acerca de los fastos independentistas y la historia de Oruro al comenzar la república. La tercera parte es una reedición de La Pequeña Gran Logia que Independizó Bolivia, aparecida en 1948, en la que el historiador Marcos Beltrán Ávila revela la influencia de la Logia Patriótica en el proceso de formación de Bolivia entre 1823 y 1825.

Luego de rendir un sentido homenaje a la memoria de D. Ramiro Condarco Morales, fallecido en julio de 2009, abrió el Coloquio Mariano Baptista Gumucio. Su trabajo Un viento de libertad recorrió Oruro desde el Siglo XVII; en él se refirió a la participación de la Villa de San Felipe de Austria con un recuento de los temas de cada uno de sus colegas historiadores, instándoles a dialogar sin prejuicios acerca de la verdad, fin último de la ciencia histórica.

Ángel Torres Sejas, en Bélez de Córdova y los conatos de libertad de los siglos XVIII y XIX, refleja la personalidad del frustrado restaurador del Imperio de los Incas.

Fernando Cajías de la Vega en Sublevación indígena y rebelión criolla, muestra que el movimiento de Oruro fue una definida rebelión precursora de la lucha por la Independencia.

Zenobio Calizaya Velásquez, en Los movimientos indígenas en la revolución del 10 de Febrero de 1781, apunta a dos focos insurreccionales: el descontento de los criollos frente a las arbitrariedades españolas y el movimiento indígena en procura de la reposición de su gobierno nativo.

Para Alfonso Gamarra Durana en su estudio Los procesos psicológicos de febrero de 1781, los acontecimientos humanos como el alzamiento, la revolución, la efervescencia, no apuntan a proyectos políticos, sólo interesa la postura revolucionaria.

Con Manuel Victoriano Aguilario de Titichoca: Cacique de Toledo y caudillo de la independencia, María Luisa Soux, abre una nueva perspectiva de la historia desde la participación popular con sus reivindicaciones políticas y socioeconómicas, más allá de lo que pregona la “historia oficial”.

Con su tema La revolución del 6 de Octubre de 1810, María Luisa Zevallos resalta la identificación del caudillo Tomás Barrón con la causa libertaria y haberse plegado a los pronunciamientos de Cochabamba y Buenos Aires.

Con profundo conocimiento, la consagrada bolivianista francesa Marie-Danielle Demélas en José Santos Vargas y su familia de cholos a criollos, de criollos a indios, exalta la estirpe y aboga por el Tambor Mayor demandando que el tratamiento de su vida no debe limitarse sólo a consideraciones ideológicas.

El Coloquio de Historiadores cerró con la exposición de Vicente González-Aramayo Zuleta en Panorama de Oruro en el siglo XIX, aseverando que agotado el auge de la plata, el advenimiento de la era del estaño anuncia un nuevo tiempo para la minería y el progreso de Oruro.

Oruro en la Indepedencia y el Primer Período Republicano tiene al historiador norteamericano Nicholas A Robins con dos capítulos de su libro “El Mesianismo y la rebelión indígena”: Aspectos milenarios de los levantamientos de 1780 – 1782 en Perú y Alto Perú y El estallido y la evolución del Levantamiento de Oruro. Apoyado en densa bibliografía, afirma que las acciones indígenas fueron canales recurrentes para un cambio social con asistencia divina, lo que hizo perder fuerza al movimiento mestizo y creole.

Toda revolución trae consigo cambios, desafíos y privaciones. Ramiro Condarco Morales en Supervivencias de origen hispano colonial en la vida económica y social del país, un capítulo de su libro “Aniceto Arce, artífice de la extensión de la revolución industrial en Bolivia”, trata la realidad minera y su influjo social en Oruro tras la revolución emancipadora que, no hallando una actividad compensatoria para restituir el florecimiento que tuvo la economía durante la colonia, llevó al país a una época de progresiva declinación.

Fernando Baptista Gumucio se refiere a La Casa de la Moneda de Oruro durante el gobierno de Manuel Isidoro Belzu quien, para mejorar la economía lugareña, convino en la necesidad de establecer un Banco de Rescate con ventajas para Oruro, el país y el gobierno.

La última parte del libro es un homenaje a Marcos Beltrán Ávila, pionero del revisionismo histórico, con la reedición de La Pequeña Gran Logia que indepedendizó a Bolivia (1823-1825). El capítulo está precedido por un esbozo biobibliográfico escrito por Luis Urquieta Molleda. La obra aparecida en 1948, tuvo escacísima circulación por lo que fue un imperativo recuperarla para desandar en el tiempo y asomarnos a la historia de un período crucial de la gestación de la república.

Este libro Oruro en la Guerra de la Independencia, dispuesto en 400 páginas, es un nuevo aporte de la Fundación Cultural ZOFRO, dirigido a estudiantes y estudiosos; llegará también a bibliotecas públicas, centros escolares y a cuantos cenáculos profesen interés por ahondar en el conocimiento de nuestra historia.

Juan Jaurés (1859-1914) político socialista francés, dejó dicho este precioso pensamiento: El culto a la tradición no consiste en conservar sus cenizas sino en mantener la llama. Parafraseando tan rica admonición, yo diré: El culto al pasado histórico no está en repetir las frases hechas sino en escudriñar permanentemente la dimensión de sus glorias.

Fuente: LA PATRIA
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