El problema con Chile es cuestión de aguas las que debe reponernos por la usurpación marítima, abriendo la salida que demandamos más de cien años hacia el Océano Pacífico, donde nuestro territorio ostentaba su jurisdicción soberana, libre e independiente.
Necesitamos una salida al mar para implementar los puertos del desarrollo, utilizar sus aguas y llegar a ultramar, recibir directamente por la misma vía todo lo que sirva para movilizar una estrategia de permanente desarrollo.
Y es cuestión de aguas que Chile reconozca la “deuda histórica” que tiene con nuestro país por el uso durante muchas décadas de las aguas dulces del Silala, que sirven para dar vida a miles de habitantes, tal el caso de Antofagasta y otras poblaciones aledañas, donde el elemento líquido es vital y no puede ser restringido, eso es cierto, pero tampoco puede seguir siendo obsequio.
Aguas dulces y aguas saladas, el uso de ambas es de prioridad absoluta tanto para nosotros los bolivianos, como para ellos, los chilenos. La cuestión está en establecer las mejores condiciones por la vía diplomática para que los acuerdos cobren valor y de la agenda de notas pasen al pragmatismo urgente.
Durante toda la doble gestión de mandatarios de Bolivia y Chile se habló de una agenda de realizaciones, sobre las relaciones de los dos países y por supuesto se “agendó” también el delicado tema del enclaustramiento boliviano y el uso irregular de las aguas del Silala por miles de chilenos. Tema de aguas.
En la medida que transcurrió el tiempo se alentaron esperanzas para que en el periodo de los amistosos mandatarios surgieran soluciones para ambos problemas… más se acabaron las “gestiones presidenciales” y no tenemos nada que ver con la salida al mar, pero seguimos entregando y gratis las preciadas aguas del manantial del Silala mientras la diplomacia de ambos países avanza lentamente, pero desde nuestro punto de vista, casi sin objetivos precisos.
Un reciente informe del Canciller Choquehuanca revela un preacuerdo con las autoridades de Chile, señalando que al comienzo de las tratativas para fijar valor monetario a las aguas bolivianas del Silala se habló de 0,75 centavos de dólar por metro cúbico de agua y actualmente luego de intensa negociación ese valor alcanzó dos dólares por metro cúbico, lo que deberá confirmarse para su apropiación y cobro retroactivo.
Hay otro detalle y es que según los dirigentes potosinos en el acuerdo que se logre con Chile sobre las aguas del Silala necesariamente deberá incluirse el asunto pendiente en su definición de monto sobre la “deuda histórica” que deben pagarnos, por supuesto antes que se formalice cualquier acuerdo.
Mientras tanto quedará pendiente el acceso a las aguas saladas del mar, por una salida que debe abrirse históricamente para devolvernos soberanía y el derecho a surcar los mares desde un puerto propio.
Hay quienes sugieren en este tema de aguas dulces y saladas, priorizar las condiciones más atinentes para ejercer presión y alcanzar de una buena vez el doble objetivo de regularizar este problema con aguas de por medio.
Fuente: LA PATRIA
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