La semana pasada, el mundo democrático levantó su enérgica protesta por el motín de la policía ecuatoriana contra el Presidente Rafael Correa. ¿Motín o golpe de Estado, ambos fallidos? Me inclino por lo primero, es decir, que fue un vulgar motín cuartelero, de los que abundan en la historia de algunos países, en particular, en Ecuador.
Esta vez el motín se cobró la vida de ocho personas y multitud de heridos. Los golpes de Estado suelen tener -no todos- características más graves, tales como un crecido número de muertos y heridos, el levantamiento revolucionario de las Fuerzas Armadas, de los sindicatos y de otras instituciones nacionales y, por fin, el asalto pacífico o sangriento al símbolo del poder central que es el palacio de Gobierno. Aparte de lo dicho, la historia nos cuenta una gran variedad de “modelos”. Aquí, lo dejaremos en motín fracasado. Aún así mereció la censura de los gobiernos democráticos.
Les confieso que al escribir aquí la palabra “democrático”, lo hago con alguna reticencia. Porque estimo que algunos gobiernos nacidos de una aplastante victoria electoral, una vez pasados los primeros entusiasmos, fueron quitándose el antifaz que cubría sus intenciones autoritarias, discriminadoras, persecutorias, represivas y otras “virtudes” que el perspicaz lector podrá añadir fácilmente.
Y es que, seamos sinceros, no se puede esperar, de parte de ciertos políticos, una total fidelidad a la pura doctrina democrática. Aunque hayan ganado limpiamente unas aplastantes elecciones. Muy pronto, más por las malas que por las buenas, se adueñan de todos los instrumentos del poder y los ponen al servicio de la perpetuación en el mando. La democracia puramente electoralista se deslegitima a partir del momento en que se desmoronan sus principales instituciones. No importa si los protagonistas hacen trampas. Todo es cuestión de realizar una operación de “estrategia militar envolvente”, como la llamó el Diplomado en Estado Mayor, Álvaro García Linera.
No es de extrañar. Don Evo y Don Álvaro, pese a su aconfesionalidad oficial, han confesado públicamente que hicieron trampa al persuadir a la oposición de que no buscarían su reelección en el 2014. En otras palabras, mintieron. Y miren ustedes, caros lectores, todo el MAS está en campaña para aquellos comicios. Se dirá en el “arte” de la política siempre juega un importante factor de simulación. O del engaño. Ciertamente, de embaucamiento. No obstante, siempre he sostenido y lo mantengo que, cuantas más trampas y simulaciones, engaños y embaucamientos, menos democracia.
Ahora me pregunto ¿El motín de Quito fue articulado por el propio Rafael Correa? ¿O es una prueba más de que el país sigue políticamente inestable? La sospecha no me la invento. Otros la dan por cierta. Si esto fuera así, las campanudas y solemnes declaraciones de grandes personajes del mundo en favor de la democracia ecuatoriana violada, habrían caído en la trampa de un gobierno tambaleante. Se habrían dejado embaucar por las organizaciones interbolivarianas en las que el Presidente Correa es uno de sus socios más destacados. Del mismo cuero todos sacan correas.
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