Una exposición muestra el lado oscuro de los años sesenta en Checoslovaquia
03 oct 2010
Fuente: Praga, 2 (EFE).-
Por: Gustavo Monge
Los años sesenta del siglo pasado en la antigua Checoslovaquia suelen estar en el subconsciente colectivo de sus gentes asociados al logro de mayores libertades cívicas y el pleno empleo, aunque la realidad cotidiana fue algo distinta.
Una muestra en el Mausoleo Nacional de Vitkov (Praga), abierta hasta mayo próximo, ahonda en el lado oscuro de esos años, y repasa las claves de un período incierto.
La exposición -que cuenta con explicaciones en inglés- se puede ver en el antiguo mausoleo de Klement Gottwald, el líder comunista que se hizo con las riendas del Estado checoslovaco en 1948.
La concentración del régimen comunista en el empleo industrial era tal en esa época que se descuidó el desarrollo de los servicios.
Las pocas empresas de bienes de consumo y de servicios comunales (como sastrerías, tintorerías o reparaciones) no daban abasto.
Aquí tampoco llegaron los juguetes LEGO ni las muñecas Barbie, que por aquel entonces comenzaban a causar furor en Europa.
Una televisión de la marca TESLA Lotos costaba en 1963 unas 4.500 coronas, equivalente a cuatro sueldos mensuales de un obrero o maestro.
El lema "el hombre socialista tiene derecho al lujo de ir al trabajo en coche" quedó en papel mojado, ya que para recibir un Skoda 1000 MB había que esperar varios años.
Además, el ciudadano medio debía ahorrar dos años y medio para costearse las 45.600 coronas que valía el automóvil, producido en Mlada Boleslav entre 1964 y 1969.
La "guerra fría" obligó a los checoslovacos a instalar los cohetes soviéticos en su territorio, lo que supuso otra hemorragia de recursos, convirtiendo las colas en parte del colorido cotidiano, y haciendo que surgiera la economía no oficial.
El desabastecimiento obligó a los ciudadanos a procurarse o fabricarse sus propios utillajes, de donde ha surgido luego el dicho de que los checos tienen "manitas de oro".
Los autores de la exposición atribuyen la paralización de la economía a los errores de planificación y al hecho de no introducir medidas de mercado.
Esto, a su vez, impidió remediar el problema de la vivienda a pesar de las promesas lanzadas por el régimen.
El parque residencial sólo empezó a ampliarse y modernizarse en los años setenta, convirtiendo Praga en una ciudad llena de andamios, para cubrir el estado lamentable de sus edificios.
El descontento de los ciudadanos, desató el fenómeno de la casa de campo, donde desde 1968 se podía pasar todo el fin de semana al ser eliminado el sábado como día laboral.
Al mismo tiempo cayó el entusiasmo por afiliarse a las Juventudes Socialistas Checas, la organización monopolística de los jóvenes, que bajó de dos millones a un millón de miembros en siete años.
Mientras, la propaganda oficial y las películas del régimen se afanaban en mostrar una situación casi idílica de Checoslovaquia y declarar "la entrada en la era del socialismo".
Fuente: Praga, 2 (EFE).-
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