Domingo 03 de octubre de 2010
ver hoy
Se ha dicho que el amor al dinero es la raíz de todos los males, pero es cierto que la mayoría de nosotros pasamos la vida trabajando por dinero e inquietándonos por su posesión y que algunos llegan hasta a matar y morir por su causa. Lo que uno hace por el dinero y con el dinero muestra efectivamente qué clase de persona es, generosa o mezquina, honrada o pícara, prudente o insensata, ahora bien ¿no es interesante averiguar qué es lo que pretendemos del dinero? Supongo que, expresado con el menor número posible de palabras buscamos la felicidad y la seguridad. La felicidad es la entidad esquiva. Podemos perseguir y comprar placer, que es cosa muy distinta. La verdadera felicidad es una visitante misteriosa a quien sólo los más cuerdos aciertan a invitar pero que algunas veces se presenta sin invitación.
Uno de los momentos más dichosos de mi vida no me costó nada. Me encontraba en apuros de dinero y había ido a cambiar inquietudes con un amigo que anunciaba una idéntica escasez. Un estrecho tramo de escalera llevaba del tranquilo patio a su estudio, en el primer descanso había una ventana alta a través de la cual vi mecerse suavemente a la luz del sol primaveral una rama del manzano florecido, nada más, pero contemplando su sencilla belleza me sentí repentinamente poseído de gozo y de paz. Ahora sé lo que es realmente la dicha, pensé y nunca más volveré a ser desdichado, mis ansiedades financieras se deslizaron a donde les correspondía y tal vez por haberles puesto en su lugar saqué muy pronto de ellas el mejor partido posible.