Sábado 02 de octubre de 2010

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Finalmente parece que el “modelo mental” cambió y entendió que la vocación boliviana es la venta de valor agregado de gas natural.
Desde 2003 que estamos insistiendo en que el gas natural debe ser procesado en valor agregado y –en su menor volumen- exportado como materia prima. Ese proceso técnico químico de darle valor al gas debe ser parte de una política de estado traducida en una nueva Ley de Hidrocarburos.
Adicionalmente a los buenos ánimos recientemente mostrados por autoridades, es imprescindible que la industrialización se plasme inmediatamente: con la aprobación de una ley que permita las asociaciones de riesgo compartido estratégicos, el ingreso de capitales externos en toda la cadena de hidrocarburos y la movilización de las RIN.
El propio Presidente y el Vicepresidente parece ya se han dado cuenta de que Bolivia puede ser un centro de distribución energética continental. Que instruyan, en consecuencia, a sus parlamentarios a elaborar la NPE Nueva Política Energética requerida para hacer de Bolivia ese hub esperado.
Recientemente el Gobierno se fijó un plazo de cinco años para industrializar el gas “en el marco del nuevo modelo económico plurinacional”, periodo en el cual pretende invertir 17.000 millones de dólares -según dijo el vicepresidente cuyas declaraciones recoge la prensa local- Albricias!!: que empiece, entonces, a elaborarse planes serios en modelos de valor agregado a la materia prima: conversión de gas en diesel (GTL), termoeléctricas para exportación de electricidad, petroquímica de nueva tecnología para plásticos, úrea, fertilizantes, exportación excedentaria en modelos de negocios LNG, nuevas plantas de refinación de crudo y de nuevas energías como DME dimetil éter desde el gas natural. Adicionalmente intensos procesos de exploración de nuevas áreas territoriales internas.