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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Boquerón nunca se rindió - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Pocos recuerdan a los héroes naciones y calles olvidadas con sus nombres son el último recuerdo de ellos
• Por: Marco A. Flores Nogales - Periodista y presidente de la Sociedad de Historia de la Guerra del Chaco
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El Ejército y pueblo boliviano tienen razones suficientes para recordar con mucho orgullo hoy 29 de septiembre, porque un 29 de septiembre de 1932, un puñado de valientes bolivianos entre ellos orureños inmortalizaron sus nombres en la eternidad y dio lugar a una publicación de un diario argentino que decía lo siguiente:
“En Boquerón están escribiendo unos pocos soldados bolivianos la más bella página del heroísmo americano”.
Boquerón fue la máxima expresión del valor del soldado boliviano en la Guerra del Chaco (1932-1935).
Muchos libros de historia describen este pasaje histórico, pero en particular me llama mucho la atención el trabajo de investigación realizado por el colega periodista Robert Brockmann, un excelente trabajo que detalla los inicios de la guerra hasta su culminación.
Dicho trabajo se tradujo en un libro que ahora se convierte necesariamente en referente de consulta de los nuevos investigadores, la obra titula El general y sus presidentes, de este trabajo extractamos algunos pasajes que nos describen detalladamente lo que ocurrió en Boquerón.
Roberto Querejazu Calvo, en su obra Masamaclay describe así a Boquerón: Una isla de monte rodeada de pajonales, en la que se habría abierto una plazoleta que contenía galpones de adobe (construidos por las fuerzas bolivianas de ocupación en 1928) tres o cuatro chozas de espartillo, un pozo de agua y un tajamar para abrevadero de animales, estaba elegida por el destino para servir de escenario a una de las gestas más heroicas de la historia de Bolivia.
El Ejército paraguayo calculaba equivocadamente que Boquerón había sido ocupada por 1.200 soldados bolivianos y preparó una ofensiva con 5.000 soldados. En términos militares la relación de atacante-militar de tres a uno suele ser suficiente.
Pero Estigarribia estimaba tener una ventaja de cinco a uno. Lo que Estigarribia no sabía era que los bolivianos eran menos de 450 hombres, pertenecientes a los regimientos Campos de La Paz y 14 de Infantería de Oruro, al mando del teniente coronel Manuel Marzana.
Estigarribia, al terminar la batalla, según diferentes fuentes, habría de contar con entre 11.000 y 14.000 soldados, lo que significaba una proporción de ataque-defensa de entre 11 y 15 paraguayos contra un boliviano.
Como pequeña y relativa compensación, los hombres de Marzana habían tenido 40 días para fortificarse, atrincherarse y preparar meticulosamente sus defensas hasta el 9 de septiembre, fecha en la que comenzó el ataque de los primero 5.000 paraguayos.
El Estado Mayor telegrafió desde la lejana La Paz a los combatientes de Boquerón: “El Capitán General ordena y la Patria pide no abandonar Boquerón de ninguna manera, prefiriendo morir en su defensa antes que dar el parte de retirada. Quebrantar la ofensiva paraguaya en este punto será suficiente para desmoralizar al enemigo y sobre todo para dar un desmentido ante América de otra propaganda paraguaya sobre la incapacidad de nuestras tropas”.
Ante tal intimación Marzana dijo a sus hombres: “Hijos, vamos hacer respetar el uniforme que vestimos. Ningún soldado debe retirarse hasta haber quemado el último cartucho”.
Durante los siguientes 19 días, en Boquerón, los 450 repelieron 19 intentos de tomar el fortín. Mientras los prisioneros bolivianos desinformaban al enemigo indicando que dentro el fortín habían por lo menos 6.000 efectivos y hasta 600 oficiales. Estigarribia pedía más y más refuerzos.
El fortín había sido cercado por los paraguayos, pero tres unidades bolivianas lograron penetrarlo y el número de combatientes subió a 621. Eran los efectivos del Regimiento 6 de Caballería de Oruro, el llamado Destacamento “Peñaranda”, compuesto por una compañía del Regimiento Lanza de La Paz, y finalmente una compañía del Regimiento Campero de Chuquisaca.
Además de Marzana y sus valientes soldados, en la batalla de Boquerón emergieron y quedaron en la inmortalidad los oficiales como Germán Busch, temible militar que rompió cerco e ingresó al fortín, para luego volver a salir.
La figura del valiente capitán Víctor Ustarez, también quedará en la historia, porque también rompió el cerco llevando refuerzos y vituallas a los combatientes, pero murió al intentar romper el cerco y salir.
Algunos testigos mencionaron que Ustarez cayó de bruces, abrazado a su ametralladora, como besándola, como si se tratara de un crucifijo.
Ya no llegaron los refuerzos, tampoco las municiones, menos alimentos o medicamentes los cientos de bolivianos hacían un papel heroico al mantener por tantos días en raya al soldado paraguayo.
Según la investigación de Robert Brockmann, una descripción paraguaya de la recaptura de Boquerón señala lo siguiente: “Marzana mostraba profundo abatimiento y estaba barbudo y harapiento. Nuestras tropas asaltaron las trincheras para desarmar a los bolivianos, todos los cuales estaban en mal estado, agotados por las privaciones”.
Dentro el fortín todo era ruinas y desolación. Muchos cadáveres descompuestos hacían irrespirable el ambiente. Todas las construcciones estaban incendiadas por el vivo fuego de nuestra artillería.
Entramos al hospital boliviano, que estaba excelentemente resguardado. Allí encontramos numerosos heridos en estado grave. Grande fue la alegría del único prisionero paraguayo dentro el fortín; tenía hambre canina.
Los paraguayos también mencionan que no encontraron agua ni víveres, tampoco la bandera nacional que supuestamente luego fue encontrada en una funda de ametralladora.
Otras investigaciones y por testimonios de los testigos oculares de aquel día, la tricolor nacional que antes flameaba en el fortín, fue ocultada por el subteniente Clemente Inofuentes.
Otro aspecto importante que también hace notar claramente el escritor Brockmann es que no hubo vencedores. Esta verdad fue dicha en su momento por ex combatientes bolivianos, como los orureños Alberto Saavedra Peláez y Enrique Suárez García, además del general paraguayo Felipe Nery Velilla Ávalos.
Los tres coinciden como muchos libros de historia que los bolivianos ya no tenían agua, comida y municiones, entonces se trató de enviar un emisario para negociar la retirada del fortín, esa persona llevaba un pañuelo blanco para que no le disparen. Ese gesto fue confundido como una rendición y los soldados paraguayos en una desbandada saltaron a las trincheras y nunca olvidarán lo que vieron.
El teniente coronel paraguayo Antonio Gonzales relató que al ingresar al fortín, los suyos encontraron “20 oficiales y 446 soldados en el último estado de la miseria humana, más de 100 moribundos en un galpón oscuro, cubiertos de harapos, mugre, sangre, estiércol y gusanos, sin curación, sin vendas y sin agua”.
El saldo final de la epopeya era más de 3.000 paraguayos y 150 bolivianos muertos.
Nuevamente y cuantas fueran necesarias los bolivianos debemos indicar con mucho orgullo y en memoria de los caídos ¡Boquerón nunca se rindió!
Fuente: LA PATRIA
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