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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Las pautas de consumo de bienes en la evolución humana - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Las pautas de consumo de bienes en la evolución humana
28 sep 2010
Por: Adhemar Ávalos Ortíz
Desde que el ser humano, el “homo sapiens” moderno, lo necesitó se desarrolló un proceso continuo de consumo de productos naturales y elaborados. Cada encuentro con el medio circundante significó la posibilidad de transformación para satisfacer necesidades, primero esenciales y después suntuarias. Así, en África, hace unos 4 millones de años, quizás más, los homínidos dieron el primer paso hacia la definitiva evolución transformándose en seres humanos. Eran primero recolectores y con el paso del tiempo empezaron a matar animales para comer su carne. El encuentro con las proteínas, aunado al consumo de vitaminas de los vegetales, hizo posible la evolución de la inteligencia transformadora. Al principio no sentían mucho frío, pero, especialmente en las regiones del norte del planeta, las contingencias climáticas les obligaron a utilizar las pieles de animales para cubrirse y protegerse. De esta manera cambiaban las condiciones de vida. Se iban generando pautas de consumo que nunca más serían las mismas.
Los primeros vestigios de actividad humana en el territorio de lo que hoy es Bolivia se sospecha que se encuentran en la región de Huankarani, ubicada en el Altiplano. En este lugar se descubrieron restos de cerámica, huesos y otros. Su antigüedad, todavía no confirmada, aseguran que es de 15-20 mil años (poco probable). Sin embargo, nuestros orígenes se remontan mucho más atrás en el pasado, a pesar de que no existen evidencias claras de ello. Nuestros antepasados no serían originarios de este continente, más bien habrían llegado de Asia Central, cruzando inmensas estepas para finalizar recorriendo el Estrecho de Behring cuando estaba congelado. Eran migrantes.
Dentro de todo aquello una cosa es evidente, en un momento dado ellos, los primeros ejemplares del “homo sapiens”, adquirieron la inteligencia para transformar la naturaleza en su propio favor y este hecho empezó a generar cambios cada vez más grandes en la manera de alimentarse y vestirse, en la forma de recrearse. En un principio vivían desnudos. Se alimentaban de frutos que recolectaban del suelo y de los árboles o de raíces. Más adelante empezaron a matar animales, con las propias manos, para consumir su carne. Probablemente estas modificaciones en su alimentación aceleraron la evolución humana. Con el transcurrir del tiempo se dieron cuenta que las pieles de los animales que mataban podían servirles para protegerse del frío, al igual que el fuego, y que podían cocinar la carne, haciéndola más sabrosa. Así, sus pautas de consumo, modo de vivir, cambiaban lenta pero consistentemente.
Las primeras comunidades humanas cazaban colectivamente y se repartían el producto de este trabajo de manera solidaria. Los hombres se dieron cuenta que las piedras y los huesos afilados les podían servir como armas para matar y cortar la carne de los animales. Así nacieron las primeras herramientas. Además utilizaban los huesos como agujas para hacer sus ropas de pieles. Con el tiempo se descubrió la alfarería, produciéndose los primeros recipientes de barro cocido para las necesidades domésticas. Más adelante irrumpieron, como fruto de la creatividad humana, los primeros utensilios de metal (cobre, hierro, bronce, etc.) y los tejidos de lana de camélidos. En consecuencia, las pautas de consumo, o sea la forma de alimentarse y vestirse, sufrieron modificaciones sustanciales, haciéndose la vida mucho más llevadera.
Los primitivos dejaron las cuevas y empezaron a construir estructuras de barro y piedra para vivir más cómodamente. La religiosidad les acompañaba permanentemente y los templos o lugares de culto eran un ingrediente común de su vida cotidiana. Pero, las comunidades originales empezaron a ser erosionadas por el surgimiento de la propiedad privada y del Estado. Los hombres más poderosos se constituyeron en clase superior y los más débiles debieron pagar un tributo en trabajo y mercancías para sostener a los nobles, sacerdotes y a los soldados, quienes emprendían guerras de conquista para fortalecer el sistema imperial. Así se desarrollaron los reinados de Tiahuanaco y Cuzco.
No obstante, fue la llegada de los conquistadores españoles la que trastocó las pautas de consumo. Ellos trajeron mercancías desconocidas hasta ese entonces en tierras americanas: utensilios de vidrio, seda, telas de algodón y lino, madera elaborada y medios de transporte más eficientes como el caballo y la carreta. A su vez, los europeos llevaron a su continente productos nuevos: papa, café, tomate, tabaco, chocolate y otros. El mundo nunca volvería a ser igual. El encuentro de dos corrientes civilizatorias lo transformó. Después, se introdujeron el papel, los combustibles y lubricantes de petróleo, los materiales de construcción como el ladrillo y el cemento y, especialmente, los plásticos. La Revolución Industrial dejó una huella imperecedera en los hábitos de consumo de la gente que cambió radicalmente su forma de vivir, para bien o para mal.
(*) Politólogo
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