Hacer de Oruro, la plataforma de exportaciones de la economía boliviana al mundo, es un emprendimiento que no sólo beneficia a la región, sino a todo el país
• Por: Eduardo Campos Velasco
Bolivia -país mediterráneo- nunca se ha planteado con la suficiente claridad y pragmatismo, cómo resolver su situación de economía enclaustrada. De una manera, indudablemente consecuente con la reivindicación marítima, pero extremadamente estoica, pareciera que se ha conformado en postergar su desarrollo, hasta recuperar una salida soberana sobre el pacífico. Esa es la postura que el país ha adoptado en los más de cien años, desde el luctuoso episodio de la guerra de 1879; sin embargo, de esa manera -también- casi hemos renunciado a la inserción de nuestra economía en el ámbito global, con las consecuencias que ello implica, en la solución de los problemas estructurales no resueltos, que nos impiden alcanzar aceptables niveles de desarrollo.
Dicen los entendidos en comercio internacional que el enclaustramiento de nuestra economía, tiene un impacto del 2,5 al 3% en PIB del país, por año. Es decir, que de no mediar nuestra situación de país mediterráneo, el crecimiento promedio del 2,5 al 3% anual en los últimos 50 años, pudo haber sido del 5 a 6% anual. En los últimos años, el PIB de Bolivia ha ascendido al 5% anual promedio, mismo que -sin el perjuicio de la mediterraneidad- pudiera ser del 7 u 8%. Por otro lado, los análisis, también señalan que para poder disminuir los índices de pobreza existentes, hace falta que nuestra economía pueda crecer por encima del 6% anual de manera sostenida.
En el pasado, iniciativas que nacieron en Oruro, plantearon con mucha claridad, la necesidad de resolver la mediterraneidad de Bolivia; no en el plano de la reivindicación político territorial, sino más bien, desde la perspectiva económica comercial. Así, varias generaciones de intelectuales y emprendedores, desde principios del siglo XX, hasta mediados los años 70, asumiendo el enclaustramiento marítimo del país y las evidentes potencialidades regionales de Oruro, impulsaron el reto de aproximar Bolivia a la economía mundial. Pero además de pensar en la vinculación con los puertos del norte chileno (salida natural de la economía de Bolivia), visualizaron la importancia de aprovechar eficientemente los recursos mineros generados en la región, impulsando por ello, la industria (generadora de valor agregado y empleo y, atracción de capital y tecnología); la consolidación del comercio (actividad históricamente situada en ésta región, por su ubicación estratégica); la formación de recursos humanos, transformando la antigua Universidad San Agustín, en la Universidad Técnica de Oruro; la implementación y modernización de servicios e infraestructura (agua potable, alcantarillado, asfaltado, energía eléctrica, teléfonos, aeropuerto, etc., etc.) que convirtieron a Oruro, en la ciudad mas moderna del país. Sumado a lo anterior, no descuidaron en impulsar -también- fuertes procesos de interculturalidad y construcción de una identidad propia, que con el tiempo han logrado expresarse en manifestaciones como el carnaval de Oruro, que ha merecido el reconocimiento internacional, como patrimonio oral e intangible de la humanidad.
Todo lo que se pensó y se hizo, fue parte de una visión de desarrollo que respondía, no sólo a las necesidades locales y regionales, sino al interés del país. Cuando impulsaron tantos emprendimientos -muchos de los cuales, hoy recordamos con nostalgia- no sólo estaban pensando en Oruro, sino pretendían resolver la mediterraneidad de Bolivia desde la perspectiva económica. Sin embargo, estas iniciativas, además de contar con el apoyo de la ciudadanía orureña, requerían de la aprobación e impulso del gobierno central, cosa que siempre le fue negada.
Los gobiernos anteriores a la revolución del 52; en unos casos, preocupados en conservar el poder político que frecuentemente tambaleaba y, en otros, embarcados en aventuras como la Guerra del Chaco, antes de consolidar la débil estructura republicana y apoyar iniciativas como las gestadas en Oruro, acabaron provocando el fracaso colectivo, tanto en términos políticos, económicos y sociales. Emergente de aquella frustración, el gobierno de la revolución del 52, de igual manera, como sucedió con sus antecesores, no fue capaz de resolver la falta de conexión de la economía boliviana con el mundo y, en contrasentido a la propuesta de los orureños de aproximarnos al Pacífico, implementó un visión endógena y estatista que priorizo la vinculación con el oriente.
No pudiéramos decir que lo que hizo la revolución del 52 estuvo mal, porque evidentemente permitió un conjunto de transformaciones, político, sociales y económicas muy importantes, sin las cuales, seria impensable la Bolivia que hoy tenemos; sin embargo, el descuido de la vinculación de la economía boliviana con el mundo, es también la herencia de aquel modelo, que hoy en pleno siglo XXI nos sitúa con una de las sociedades más pobres y atrasadas del continente.
En los largos años de influencia del modelo nacionalista revolucionario; luego con el neoliberalismo a partir del 85 (que poco menos pretendió cerrar la región) y; ahora con el modelo social comunitario que implementa el Presidente Morales, Oruro ha tenido que ver -impávida- cómo las políticas públicas del poder central, no tomaron en cuenta sus iniciativas emprendedora y vanguardista. Lo paradójico es que, siendo la región más interesada en resolver la baja inserción de Bolivia al mundo y habiendo contribuido tan significativamente a los ingresos nacionales, hayamos acabado como la región más perjudicada por el centralismo de estado, pese ha estar tan cerca del poder.
Los sucesivos gobierno, no sólo descuidaron el desarrollo de nuestro departamento, que de ser el pionero en tantas cosas, acabó entre las regiones más deprimidas, sino que tampoco enfrentaron seriamente el tema de la vinculación de la economía boliviana con el mundo. Preguntémonos: ¿Cuándo Bolivia, desarrolló e impulsó, una verdadera estrategia para elevar los niveles de intercambio comercial con el mundo?, ¿cuál es la plataforma exportadora que le permita al país, mejorar su intercambio económico?, ¿por dónde se vincula Bolivia, con la economía mundial? Los datos señalan muy claramente que de no ser por las exportaciones de gas y minerales que representan más de 65% de las exportaciones del país, Bolivia bajaría de los 7 mil millones de dólares actuales, a poco menos de 2 mil millones.
En la presente coyuntura, el área del Pacífico se ha constituido en una las regiones de mayor intercambio comercial del mundo. Esta situación, es la que permite que una gran mayoría de países sudamericanos hayan sobrellevado la crisis económica mundial y pese a ella, tengan niveles de crecimiento de su PIB, superiores a los 6% anual. Todos o casi todos los países del área, son consientes que su futuro económico depende de una mayor participación en ese mercado y están haciendo lo necesario para vincularse de manera mas eficiente a él. Sin embargo el nuestro, antes de visualizar ese escenario económico tan evidente, lo que hace es privilegiar acuerdos de tipo político e ideológico como países como Cuba y Venezuela, que poco le reportan en términos económicos.
Felizmente el contexto internacional, es francamente favorable para reponer la tesis orureña de superar la mediterraneidad de Bolivia desde el ámbito económico comercial. En definitiva, se trata de algo muy simple. Aprovechar la extraordinaria ubicación geopolítica de Oruro, en relación con la salida natural de Bolivia hacia el pacífico. Esa es la base de la tesis que debemos volver a enarbolar los orureños, si estamos realmente comprometidos con el desarrollo de nuestra región y el país.
Por todo ello, debiera ser de la mayor prioridad, la conclusión de los tramos camineros Oruro – Písiga y su variante Ancaravi Turco – Tambo Quemado, vías que resultan las mas cortas de vinculación con los puertos de Iquique y Arica; la implementación del proyecto Oruro Puerto Seco, que facilitaría el manejo de las importaciones y exportaciones del país; la construcción de un “verdadero” aeropuerto internacional, complementario a las actividades industriales, comerciales y turísticas; la declaratoria de Zona Económica Especial que consolidaría el comercio y facilitaría el establecimiento de actividades industriales y; el mejoramiento de la vinculación tanto carretera como férrea, con el interior del país. Esos emprendimientos, entre otros complementarios, son los que pueden contribuir a mejorar el intercambio económico comercial de Bolivia con el mundo.
Si Bolivia no encara desde sus políticas públicas un intercambio económico comercial más dinámico con el mundo, muy difícilmente podrá resolver los temas de pobrezas y desigualdad que nos tiene inmovilizados en los últimos años. Para hacer viable cualquier proceso ordenado de desarrollo, que tanta falta nos hace, Bolivia requiere con urgencia -además de un escenario democrático- mejorar sus ingresos provenientes de sus exportaciones.
(*) Asambleísta Departamental
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