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Domingo 26 de septiembre de 2010

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Revista Dominical

Mujeres y menores en el vórtice del horror

26 sep 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: Marta Gómez Ferrals - Prensa Latina

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Mujeres, niñas y niños de los países pobres o afectados por guerras y conflictos, son las principales víctimas de un cada día más creciente y siniestro tráfico internacional de personas, con redes operantes en varias regiones del planeta.

Y los clamores del Día Internacional contra la Explotación y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños -23 de septiembre- deberían ser campanadas insoportables en los tímpanos de los indiferentes ante ese crimen, de ribetes aún más trágicos cuando implica a la infancia.

De acuerdo con un Informe Mundial sobre la Trata de Personas hecho público en 2009 por la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (Unodc), el mayor volumen del tráfico de seres humanos nutre a la explotación sexual, en el 79 por ciento.

Y en ese tráfico las principales víctimas son mujeres y niñas, que representan el 30 por ciento de la trata de personas en los 155 países que aportaron datos para elaborar el resumen de Unodc.

No puede ignorarse que el comercio con niños y adolescentes varones es una modalidad que gana adeptos entre los aberrados de los países ricos, que estimulan su fomento.

La Asamblea general de la ONU, que en los últimos años ha seguido de cerca el incremento del intolerable problema, ha instado reiteradamente a los gobiernos a reforzar las medidas para combatir y eliminar todas las formas de trata de mujeres y niños.

La ONU estima que aunque a nivel global existe un marco legal amplio, que podría dar base a puntuales cuerpos jurídicos, en muchos países se carece de una legislación específica que permita actuar drásticamente contra el tráfico.

En 2003, por ejemplo, entró en vigor el Protocolo Internacional contra la Trata de Personas, al que pudiera recurrirse con mayor asiduidad y empeño, por parte de autoridades y organismos humanitarios.

Habría que añadir el agravante de que en la vida cotidiana todavía son muy pocas las denuncias, investigaciones y enjuiciamientos de los culpables y, por supuesto, tampoco tienen lugar las condenas necesarias.

OTRO FLAGELO QUE SE DISPARA

Tan viejo como la historia de la humanidad, el tráfico de personas y en especial de mujeres pudo verse como consecuencia de guerras y en modelos esclavistas, arropado también por factores socioculturales que negaron justicia y equidad para la mujer y en muchos casos la consideraron una mercancía.

Muchas de esas cosmovisiones siguen en pie. En los tiempos que corren la trata de mujeres y niñas es uno de los problemas sociales de ritmo más creciente.

Los expertos concuerdan al pensar que las mujeres, niñas y niños de los llamados países pobres o emergentes son los principales afectados por la trata moderna.

La extrema pobreza, la falta de acceso a la educación, la salud, discriminación de género, carencia de medios de sustento, la orfandad, vuelven aquí a aparecer como detonantes del fenómeno.

Entre los refugiados y desplazados por motivos de guerras, conflictos y catástrofes naturales y entre los lanzados al flujo de emigrantes por razones económicas hay también pasto suficiente para nutrir la voracidad de las bandas de traficantes.

En los informes difundidos por la ONU en agosto de 2010 se aprecia que prácticamente no hay región del planeta libre de ese tráfico criminal.

En algunas como Asia Central y Europa Central incluso hay predominio de mujeres -60 por ciento- entre las redes de delincuentes que se dedican a la venta y esclavización de sus congéneres, reveló también el informe de Unodc.

Las redes ilegales, formadas por vándalos sin bandera aparente, operan con mecanismos regionales y subregionales, partiendo de naciones muy vulnerables de África, Asia y América Latina, por citar algunas de las principales fuentes, que han ganado poder e influencia.

Países desarrollados de Europa, así como Estados Unidos y Canadá, figuran entre los receptores de las víctimas de ese tráfico.

Un reporte de la Comisión Europea de la UE apuntó que las mujeres víctimas del tráfico proceden de casi todo el mundo.

Especifica que entre las regiones y países de mayor afluencia están Nigeria, Ghana, Marruecos, República Dominicana, Brasil y Colombia, Filipinas, Tailandia, Bulgaria y otros estados pertenecientes al antiguo campo socialista de Europa Oriental.

Se ha conocido que en algunas naciones del África Subsahariana el hambre y la pobreza ha motivado que algunas familias vendan a sus propios hijos a bandas de traficantes, con la ilusión de salvarlos de la muerte y creyendo que van a tener una vida mejor.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef en inglés) ha alertado sobre los peligros de una mayor extensión del SIDA concomitante con ese fenómeno.

La Organización Internacional de Migraciones calcula que unos siete mil millones de dólares se mueven en Europa por motivos del tráfico sexual.

Un Informe Operativo Policial de la Guardia Civil de España señaló que el 90 por ciento de las mujeres que ejercen la prostitución en esa nación son extranjeras.

Obligadas a trabajar en prostíbulos en tugurios en condiciones de esclavitud y sin protección sanitaria, la mayoría de las víctimas casi nunca puede recuperar su libertad.

Es creciente el número de muertes por enfermedades como el SIDA, actos violentos y asesinatos.

Expertos calculan que en Europa hay de 200 mil a 500 mil mujeres víctimas de las redes de tráfico sexual.

De más está decir que los delincuentes que se ocupan de la industria del sexo, tienen un nexo muy fuerte con el lucrativo tráfico de personas a nivel internacional.

La ONU también ha denunciado la existencia de un tráfico, sobre todo de menores, que suministra órganos a los delincuentes, lo que añade más horror al delito.

Igualmente, expertos consideran que la trata de mujeres, niñas y niños es el tercer negocio ilegal más lucrativo del planeta, después del tráfico de armas y de drogas.

Algunos medios de comunicación estiman que mientras la industria del sexo factura unos 56 mil millones de dólares anualmente, la trata va por unos 12 mil millones o más. Datos que necesitarían más validaciones.

El mundo, los gobiernos, organizaciones humanitarias han empezado a tomar conciencia, ha reconocido la ONU. Pero urge un mayor despertar de la conciencia planetaria.

No es suficiente lo que se hace, lo sabemos todos. La actividad criminal crece con mayor dinamismo que la respuesta dada, en medio de cierta e imperdonable impunidad.

En algunos países, ya sea por razones socioculturales, extrema pobreza o por sentimientos de impotencia, se convive con esa intolerable práctica, haciéndola "invisible" al negarnos a ver que es real.

No es bueno ignorarlo. Hay tantas cosas que hacer, por pequeñas que parezcan, como exigir a los gobiernos seguir el camino del enfrentamiento enérgico y la utilización de los instrumentos de la ley, y la cooperación bilateral y multilateral entre naciones.

Desplegar la solidaridad y la atención a las víctimas, allí donde las encontremos y multiplicar las denuncias del crimen, nos llevarán tarde o temprano a terminar con esa afrenta a la vida.

Fuente: LA PATRIA
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