Europa: una antigua historia de discriminación y violencia
26 sep 2010
Por: Odalys Buscarón
Saartjie Baartman fue quizás una de las primeras víctimas de la discriminación racial y de la violencia sexual en Europa, en los albores del siglo XIX, cuando el Viejo Continente lucía sus aires desarrollistas ancestrales.
La historia de esta mujer, quien ganó triste celebridad como la “Venus hotentote”, mostró las crueldades de sociedades económicamente en ascenso, pero envenenadas por teorías que menoscabaron a representantes de otras razas y etnias, a las cuales muy pronto clasificaron como inferiores.
Saartjie pertenecía al pueblo khoi (“hombres de hombres”), una de las etnias originarias de Africa Austral -Suráfrica, Botswana y Namibia-, de la familia lingüística khoi-san, a quienes los holandeses nombraron peyorativamente “hotentotes”, traducido como tartamudos por el modo de hablar de éstos.
Con apenas 20 años, despertó los apetitos de comerciantes y viajeros inescrupulosos por las características singulares de su fisonomía, bella entre los suyos, y de algunas partes sexuales de su cuerpo, propias de esa etnia y raras para los europeos.
Ella, en cambio, vio en Europa las oportunidades para una supuesta mejor vida, más allá de su provincia de El Cabo.
A Sara (su nombre europeo), el destino le deparó una suerte trágica. Fue vendida primero en Londres, en 1810 y luego en París como una pieza de ébano para divertimento, cuando no, objeto de escarnio público y de maltrato como si fuera un animal.
Sufrió en carne propia los horrores de la discriminación racial y la explotación sexual en exhibiciones públicas, y usada también en la prostitución. Murió pobre y enferma. Sus restos fueron disecados y expuestos por casi 200 años en el Museo del Hombre de París.
Sólo en 2002, el ex presidente surafricano Nelson Mandela dignificó la historia de Saartjie al repatriar sus restos y declararla símbolo de la memoria histórica de su pueblo y de la lucha contra el apartheid.
DOSCIENTOS AÑOS DESPUÉS
La historia de esta mujer, icono africana, fue recreada en una reciente película, la “Venus Negra” por el director francotunecino Abdellatif Kechiche, en el festival de cine de Venecia.
Encarna Saartjie hoy una denuncia contra el racismo, la violencia y explotación hacia la mujer, en una Europa que revive los fantasmas de la desigualdad, la intolerancia y el desprecio, en definitiva, hacia sectores y grupos humanos históricamente más segregados y explotados.
Sentí el deber moral de testimoniar el recorrido de esa mujer. Mirar juntos nos hace sentir menos responsables, en un mundo donde pervive todavía el racismo, reflexionó.
Kechiche.
El espíritu de su obra pretende levantar conciencia contra las políticas segregacionistas y exclusivistas que se practican hoy en Occidente, como la expulsión de gitanos de Francia; cuando no el despertar del fascismo.
Las mujeres no están exentas de estas abominables prácticas, ya sea como discriminadas, explotadas o víctimas de la violencia.
EUROPEAS CONTRA LA VIOLENCIA
Basta referir que, sólo en países de la Unión Europea (UE), una de cada cuatro féminas sufre violencia física y más del 10 por ciento recibe maltrato sexual, según una red de parlamentarias que en el continente claman por los derechos de igualdad y de políticas de protección de género.
Llama la atención que en naciones del denominado primer mundo como Alemania, Finlandia y Suecia, entre un 45 y 50 por ciento de mujeres fueron víctimas de violencia física, sexual o psicológica en algún momento de sus vidas, alertó un estudio del Centro Reina Sofía.
No se hace lo suficiente al respecto, sentenció la diputada italiana Barbara Mattera, tras un reciente debate en el Parlamento Europeo, en busca de firmas para declarar el “Año contra la violencia” hacia la mujer.
Éste es un problema que afecta a todos. Nadie es inmune, no hay ninguna barrera geográfica, económica, cultural o social, sostiene la convocatoria que llama a hombres y mujeres a combatir juntos ese flagelo.
La iniciativa consiste en sensibilizar a los estados miembros de la UE para presentar una propuesta de legislación ante la Comisión Europea a fin de que el bloque asuma una posición clara sobre el tema de la violencia y se visualice el problema.
De hecho el Parlamento Europeo aprobó la semana pasada, con la ayuda de los partidos socialistas, verdes y liberales, una declaración para consagrar en el próximo lustro un “año europeo” de lucha contra la violencia de género.
El texto presentado por las eurodiputadas admite que la violencia de género es un obstáculo de primer orden en la igualdad entre mujeres y hombres, al tiempo que representa una de las violaciones más extendidas de los derechos humanos.
Para el diputado socialista belga Marc Tarabella, el ejecutivo comunitario debe convencerse de que éste no es un tema político, sino de todos los ciudadanos europeos.
Otros partidarios consideran que otorgarle protagonismo a esta problemática contribuye a solucionarla.
Queremos mandar un mensaje a todos los ciudadanos desde la más alta arena política, afirmó la eurodiputada búlgara, Antonia Parvanova.
El problema de la violencia, dijo, es una guerra silenciosa rodeada de tabúes.
Un intento anterior por institucionalizar la lucha contra ese flagelo en el continente se llevó a cabo en 1997, cuando la Eurocámara promovió la campaña de “tolerancia cero ante la violencia”. Siguió una resolución del 26 de noviembre de 2009, en pos de la erradicación de ese fenómeno en el territorio.
Por lo pronto, Europa tiene una deuda pendiente con la protección de las mujeres y la prevención de la violencia, a la par de castigar con severidad a los abusadores.
(*) Jefa de la Redacción Europa de Prensa Latina.
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