Martes 21 de septiembre de 2010
ver hoy
Si tal como descubrieron los grandes físicos del siglo XIX, el Espíritu universal, Dios, actúa en todo, en cada átomo, en cada molécula, en cada planta y en cada animal y por supuesto en cada ser humano, se plantea de nuevo la pregunta si el menosprecio a los animales en la Biblia tradicional puede ser realmente la Palabra de Dios. Para aquel que cree en el gran Dios creador, es inimaginable que éste quiera tratar con tal desprecio a Sus criaturas, como la Iglesia lo ha enseñado durante 2000 años.
Para aquel que cree en el Dios del amor, se plantea también quizás la pregunta de por qué Dios calla ante todo esto y no interviene. Él no lo hace porque ha creado al ser humano como un ser libre, al que no quita su libertad. Pero Él no calla. En todas las épocas, sobre todo en los grandes tiempos de cambio, Él ha hablado a través de profetas a Sus hijos humanos, a través de los grandes profetas del Antiguo Testamento y ante todo a través de Jesús de Nazaret. Y también después de Él hubo una y otra vez místicos y personas especialmente purificadas, que llegaron a ser permeables para el mundo espiritual y escucharon la voz de Dios en su interior y, según la importancia que tenía el llamamiento, también pudieron dar algo de ello a otros. Así se puede comprender, y se hace evidente que Dios en este tiempo extraordinario en el que vivimos hoy en día, envíe de nuevo a un gran profeta a los hombres, en esta ocasión en la figura de una mujer, a la que le fue posible la comunicación directa con el espíritu de Dios, surgiendo a través de ella una gran Obra de manifestación que guía a los hombres a una nueva consciencia de la unidad, de la que resultará una nueva relación entre el hombre y el animal.