Loading...
Invitado


Domingo 19 de septiembre de 2010

Portada Principal
Revista Dominical

De ferias del libro; de algunos autores

19 sep 2010

Fuente: LA PATRIA

De principios de los años 40 del s. XX datan las ferias del libro • Eran tarea de Estado y muestrario del libro en nuestra cultura • Para la de 1944 se invitaron a eminentes personalidades de las letras • De iniciativa fiscal pasó a privada con pago del derecho de ingreso •Por: Ángel Torres - Periodista y Escritor

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Las primeras ferias del libro en el país, en La Paz, datan de comienzos de los años cuarenta del siglo pasado, mes que como mercado libresco (compra-venta), de exhibición de obras cimeras y joyas tipográficas de la literatura castellana, universal (traducciones) y del libro producido en Bolivia, incursos en repositorios nacionales, bibliotecas públicas y privadas; sin perjuicio del mercadeo de lo disponible por parte de pocas librerías comerciales.

Su institución fue iniciativa fiscal mediante el Ministerio de Educación, cual tarea de Estado tendente a crear el hábito de la lectura, el respeto y admiración a los contadísimos poetas y escritores bolivianos de la época; con el paso del tiempo, la responsabilidad organizativa pasó al Municipio que gradualmente abandona la fácil y riesgosa muestra de ejemplares de literatura clásica para centrarse en la promoción de obras de autores contemporáneos y del libro impreso en el país, aunque esporádicamente el Ministerio retomaba la iniciativa. Para, la feria del libro de 1944, si bien con otra denominación, las autoridades trataron infructuosamente de echar la casa por la ventana, en un esfuerzo nacional por demostrar que Bolivia no era solamente "país minero", sino que contaba con logrados escritores y creadores de artes plásticas. Cursaron invitaciones a unas quince personalidades de las letras de la Argentina y de España; la Cámara Argentina del Libro comprometió activa participación.

CONTEXTO POLÍTICO

La organización de tan resonante feria del libro, empero, no respondía solamente a la promoción de cultura literaria y artística, sino que tenía un delicado trasfondo político.

El gobierno nacional instalado de facto el 20 de diciembre de 1945, presidido por el mayor Gualberto Villarroel, estaba interdicto dentro de la ´comunidad de naciones americanas, primero, por haber derrocado a un gobierno legítimo (Peñaranda) y, segundo, por estar motejado de filo nazista, por lo mismo, internacionalmente no reconocido o aceptado, excepto Argentina que fue el primero en darle su conformidad.

De consiguiente, el gobierno interdicto emprendió una denodada y angustiante labor en procura de su reconocimiento internacional, en lo diplomático, político, cultural y de prensa, de ahí el excepcional interés de las autoridades por dar lustre a la feria del Libro de 1944.

En Argentina, por otra parte, se vivía algo parecido a lo de Bolivia: se había derrocado a un gobierno y dos Generales se disputaban el poder. En Europa y el Asia se libraba la Segunda Guerra Mundial.

FERIA NACIONAL

La feria libresca de 1944 tuvo organización nacional no exenta de contradicciones y problemas. El Ministerio de Educación constituyó un comité nacional y éste subcomités departamentales. Se invitó a participaba la Biblioteca Nacional y a la Sociedad Geográfica de Sucre, a las universidades y municipalidades, lo mismo que a la flor y nata de nuestros escritores no exiliados.

Al iniciarse ésta actividad cultural no tenía la nominación de Feria sino dé “Día del Libro” con una semana de duración para la venta de ejemplares a precios rebajados. Para 1944 se nomina “Semana del Libro” a realizar del 17 al 24 de abril. Debido a imponderables se recorre para los días del 25 de mayo al primero de junio, en homenaje a los movimientos libertarios de Chuquisaca y de Buenos Aires de finales del coloniaje.

La expectativa creada en torno a tal evento culturalista pareció apuntalada con la coincidente visita al país de la famosa declamadora argentina Berta Singerman, quien ofreció sonados recitales en La Paz, Oruro, Cochabamba y Sucre; tiempo después 16 haría el español no menos famoso Manuel de Mozos.

Como espacio ferial señaló se la recién renominada plazoleta semicircular "Franz Tamayo", antes se llamaba "Plaza del Estudiante"; era Alcalde Municipal Juan Luís Gutiérrez Granier y Oficial Mayor el periodista y escritor Víctor Santa Cruz.

PERSONALIDADES

El mes de febrero, al darse noticia de la Semana del Libro, sin fechas seguras, se anuncia la visita y participación de los iluminados Ramón Pérez de Ayala El poeta León Felipe Ramón Gómez de la Serna, españoles; de Enrique Larreta y Alfredo L. Palacios, argentinos

Para fines de marzo se amplía la lista de escritores y poetas invitados, por Argentina: Ezequiel Martínez Estrada, Eduardo Mallea, Victoria Ocampo, Arturo Capdevila, Roberto Giusti, Alberto Palcos y Arnaldo Caviglia, todos de enorme prestigio y vigencia; por España: Augusto Barcia Trelles, Ramón Gómez de la Serna, Manuel Blasco Garzón, Amado Alonso y Teresa León.

Las deslumbrantes personalidades literarias requeridas aseguraban con mucho el éxito de la "Semana del Libro" de 1944, pero el recorrido de las fechas de realización, o acaso cuestiones políticas, dieron pie a que la mayoría de los invitados se excusara debido a razones personales, si bien años después llegó el poeta León Felipe y, mucho más tarde. Ramón Pérez de Ayala, integrando la discreta corte de doña Albina Rodríguez viuda de Patiño (el magnate), en visita estrictamente privada. Resultaron clamorosas las actuaciones públicas del poeta español del exilio León Felipe.

LA CUESTIÓN POLÍTICA

Mientras tanto, el grave problema gubernamental de interdicción exterior tendía a su solución.

Entre otros acondicionamientos, el gobierno convoca a la elección de senadores y diputados “con facultades y prerrogativas de Convención Constituyente" para el domingo dos de julio de ése año”. Los convencionales electos investidos ya de mandato, votan por la elección del presidente dé facto mayor Gualberto Villarroel como presidente constitucional de la República; de consiguiente cesa la interdicción diplomática internacional, tras seis meses de angustiantes negociaciones diplomáticas.

Feria del Libro aparte, en el transcurso de ése año tuvieron lugar cruentos hechos de política interna represiva (atentado contra la vida del jefe izquierdista José Antonio Arze, las matanzas de Challacóllo (Oruro) y de Chuspipata (La Paz) que tendrían un trágico desenlace en julio de 1946.

LA EVOLUCIÓN

DE LAS FERIAS

Institucionalizadas anualmente las ferias del libro cual obligación de Estado en función de la cultura literaria, éstas, en su desarrollo registraron incidencias que parecen haber culminado en un paso de fiscal a privada, ya a finales del Siglo XX.

La evolución ferial tuvo lugar conforme a la realidad política imperante en el país: de normalidad en democracia y de arrebatos contestatarios en dictaduras.

Es significativo que entre ambos extremos feriales, mas o menos en los años setenta, la iniciativa organizativa fuera asumida por algunos escritores y poetas jóvenes que realizaron modestas ferias en El Prado, como allanando el camino para la aparición de las asociaciones artesanales de feriantes.

REBAJA DE PRECIOS

Durante los años cincuenta, la caótica realización en fechas no fijas, se decanta por la segunda quincena de octubre, como uno de los homenajes a la fundación de la ciudad de La Paz; a partir del día 20.

Lo novedoso es que el Municipio reimpone a libreros y feriantes libres la rebaja del 15 al 20% en el mercadeo de los libros. Asimismo, que de la primigenia oferta se torna más amplia y atractiva, de sólo literarios e históricos a volúmenes de economía, medicina, arquitectura y ciencias en general, sin faltar temas de religión y muy débilmente de literatura infantil.

El “gancho” de las rebajas de precios no siempre cumplidas de vino en un gran estímulo de compra para los lectores.

AMAGO DE ATENTADO

Durante la feria del libro de octubre de 1964, en El Prado, se registraron dos novedades: la instalación del mayor número de puestos de venta hasta entonces visto, unos cincuenta, y un supuesto atentado terrorista.

Era el segundo mes de la tercera presidencia del doctor Víctor Paz Estensoro, en la Casa de gobierno se anuncia a los periodistas acreditados que “Su Excelencia iba a visitar la Feria del Libro”.

El presidente, tras de concluir uno jornada matinal de trabajo, acompañado del ministro de Educación, secretarios y periodistas y fotógrafos y personal de seguridad se dirigen a la feria. Allí, entre funcionarios, periodistas y fotógrafos inicia su recorrido ferial, alcanzando a unos cinco stands de los que escoge tomos de economía, sociología y de desarrollo. Un edecán se encarga de acopiarlos y de cancelar el valor de cada ejemplar. En cierto momento alguien habla al oído del presidente y éste se retira con presteza. El general Claudio San Román, Jefe de Seguridad, informa a los periodistas haberse descubierto a tiempo, una tentativa de atentado terrorista.

La verdad es que no estalló ni un cohetillo fiestero. Se trataba de un truco de seguridad para evitarle al mandatario todo el recorrido ferial; sin duda, en cumplimiento a órdenes suyas.

En la tarde, el presidente pregunta a los periodistas palaciegos sobre qué les pareció la feria; al casi generalizado “bien”, alguno le observa la total ausencia de obras de Fernando Diez de Medina, a lo que replica: “Para el año vamos a subsanar todo”, pero no se alcanzó a nada debido a que a principios de noviembre, el Vicepresidente y otro General le dieron un golpe de Estado.

FERIA CONTESTARIA

Durante los años setenta de dictadura banzerista, las ferias librescas decayeron, empero, un grupo de jóvenes de ideología de izquierda dispar, agrupados en una Unión de Trabajadores del Arte y la Cultura (UTAC) dijeron ¡presente!

Organizaron sin permiso de autoridad una mini feria del libro en El Prado, sirviéndose de pequeñas mesas caseras y banquitos. Entre los ejemplares de oferta se podía apreciar poesía, cuento y novela de autores bolivianos, textos de Historia de Bolivia, obras del "Boom" de literatura latinoamericana y de literatura marxista, empezando por compilaciones póstumas de trabajos de José Antonio Arze.

Pero no faltó alguito de hagiografía o vida de santas y santos.

LAS ASOCIACIONES

DE FERIANTES

Nuevamente en democracia, proliferaron las Asociaciones de feriantes del libro, siempre desde La Paz, al impulso inicial de Mariano Baptista Gumucio, por una parte, y de Antonio Paredes Candía, de otra, ésta de perennidad.

Tan bien les fue a los segundos en sus empeños que llevaron ferias a Oruro, Cochabamba, Potosí y a otras ciudades, sin faltar los principales distritos mineros. Junto a Paredes sudaban Max Solares Durán, Gastón Suárez, Jaime Choque y un corto etcétera. Los muchachos de UTAC perdieron sus bríos debido a desinteligencias ideológicas.

Las asociaciones aparecieron con carácter de profesionalidad, siguiendo los pasos de Paredes Candía a quien reconocieron su inspirador y líder.

Vender libros al aire libre, en realidad se convirtió en un medio de vida para desocupados, dándole un contenido de culturalidad al multiplicado quehacer de la infinidad de “gremialistas”, quienes ocupan sin rubor cuanta acera céntrica y popular les es posible.

EN ORURO

Mucho antes de la aparición de las asociaciones de feriantes del libro, la ciudad de Oruro tuvo sus propias ferias en mañanas de domingo, en la acera Este de la Plaza 10 de Febrero. Fue iniciativa esporádica de maduros y jóvenes escritores, más que con interés mercantil, como forma de “hacer y de fomentar cultura”.

De la primera participaron Milena Estrada Sainz, Augusto Beltrán Heredia, Hugo César Cadima y Alberto Guerra y jóvenes ganados por la escritura; también profesores y alumnos de la Escuela de Bellas Artesa y algunos visitantes de La Paz.

Tratábase de una feria con unas ocho mesillas espaciadas, en la mayoría con libros sólo de exhibición; en alguna con venta en la forma de rifa a Bs. 2 el boleto.

Al concluir la simpática feria, los escritores orureños ofrecieron un cóctel en honor de los visitantes de La Paz, en la casa de Beltrán Heredia.

DE ESTATAL

A PRIVADA

En los comienzos de los años noventa del siglo pasado, las ferias del libro eran responsabilidad de las asociaciones de feriantes, organizadas a título de homenajes a fechas cívicas.

En 1995, la Cámara Boliviana del Libro sorprende con la Primera Feria Internacional del Libro nada menos que en el Club de La Paz.

El ingreso era libre, con posterioridad realiza el evento, primero en Irpavi, en un amplio recinto militar con derecho de ingreso pagado; para otro año se traslada al recinto ferial de Següencoma y así hasta llegar a su décimo quinta versión, cumplida entre el 18 al 29 de agosto pasados, siempre con ingreso pago, lo que resulta chocante, no obstante lo cual la gente acude, aunque no todos compran libros.

¿Qué tal si las amas de casa tuvieran que pagar entrada para realizar sus compras en los tradicionales mercados de abasto, o en los hipermercados?

Lo grato es que organiza la presentación de libros, conferencias, homenajes, coloquios y anualmente invita a dos o tres escritores del exterior, pero de las rebajas en las ventas nada, aunque habilita un recinto especial llamado La Bodeguita para la oferta de libros antiguos o sobrantes de librerías a precios de veras de ganga, desde Bs. 5.

ALGUNOS ESCRITORES

Lo que continúa es un mosaico de situaciones y ocurrencias de algunos de nuestros escritores y poetas, la mayoría fallecidos, por lo mismo, cual homenaje a su memoria por el legado que hicieron a nuestras letras.

Su inserción se funda en la convicción de que uno, al ocuparse de ferias del libro, no es dable en no recordar siquiera a unos pocos autores, dado que no hay hijo literario sin padre, o madre.

TAMAYO Y SU

"CLARIBEL"

No se ignora la olímpica soberbia de don Franz Tamayo, quien desmereció sin mas al único poema suyo que alcanzó las cimas de la popularidad: su "Balada de Claribel", escrita, quizá, en algún momento de expansión, cual paréntesis a la grave, bella y no aprehensible poesía de su prometida, sus rechazos o de Scopas.

Un periodista de su tiempo creativo que tenía acceso a él, le interroga halagadoramente de ¿Qué sentía u opinaba sobre la gran aceptación pública de su Balada? A lo que responde: "Ah, eso, sólo es como Kori canastitay" (pasajero).

Aludía a un huayño de esa época con tal título, expresión quechua traducible a Canastita de oro que, durante y después de la guerra chaqueña hizo furor entre la juventud y las clases populares hasta entrar en el olvido; en tanto que su musicalísima y reflexiva Balada de Claribel tiene el signo de la vigencia permanente.

YOLANDA BEDREGAL

Y ALCIRA CARDONA

Delicada poeta esencialmente lírica, la primera, y “la voz femenina roas lograda de la poesía social en Bolivia”, la segunda, hermanadas las dos por lo literatura y el arte, durante bastante tiempo emulaban cordialmente en uno Sui géneris forma de promocionar nuestra cultura.

Para ellas no bastaba la publicación de sus libros, dar conferencias, asistir a campanudas o modestas actuaciones culturales, o su aliento permanente a los jóvenes, en razón a que era “sólo en casa”.

Se trataba de llevar espiritualmente a Bolivia hacia fuera, al exterior. Eso habría supuesto viajar y gastar mucho dinero; en realidad, una competencia del Estado, pero no por ello se dejaron estar, cada una sin saberlo.

El quid consistía en convertir a los intelectuales y artistas que llegaban a La Paz en mensajeros voluntarios de la Bolivianidad. Así, al llegar un escritor, poeta, pintor o titiritero de escasos recursos económicos, invariablemente recalaban, ya en casa de la Cardona Torrico, ya en la de la Bedregal, quienes eran atendidos con esmero, amistad e información cultural, y hasta con alguna ayuda, cuando era menester.

Los trotamundos culturalistas aleccionados por las dos poetas proseguían viaje munidos de infinidad de objetos de arte nativo, libros y un sentimiento de amor a Bolivia con su cuota parte de identificación con nuestro problema-necesidad de mar.

LA TERTULIA DE

"LOS LINGUAS"

Los intelectuales y artistas, salvando las excepciones de estilo, son dados a la expansión en tertulias de café, de cuyas resultas suelen aparecer agrupaciones culturales equis para cortísima o larga existencia. El requisito primordial es la personalidad y carisma de alguno en torno de quien se conforma la agrupación que puede tener nombre propio o no.

Hacia los años setenta, al margen de las agrupaciones estables de las que participaba Monseñor Juan Quirós, en torno suyo y de Oscar Cerruto conformóse una tertulia informal que realizaba sus tenidas en una conocida Cafetería ubicada al final del paseo de El Prado. Formaban parte de ella el odontólogo y analista político Mario G, Rodríguez, el antiguo funcionario de la cancillería Roberto Calzadilla, el abogado potosino Rodolfo Subieta y un periodista.

Es él caso que Mons. Quirós y Cerruto eran miembros de la Academia Boliviana de la Lengua. Cuando los cófrades llegaban al local, el camarero que los conocía y atendía, sonriente, anunciaba "Ya vienen los linguas", cuya mayor consumición era tacita tras tacita de aromático café; de vez en cuando. Monseñor solía invitar whisky del bueno en su departamento de un edificio de la Avenida Arce.

GARCÍA LORCA...TACAÑO

Motivados en la conmemoración de una fecha muy cara al malogrado Federico García Lorca, cierta entidad cultural orureña organizó y realizó un coloquio de homenaje en el Automóvil Club de Oruro, sito en la zona de Agua de Castilla.

Entre los panelistas se encontraba Ramiro Condarco Morales, quien viajó desde La Paz. Por razones de prestigio y de protocolo, a Condarco se le señaló la ultima intervención; es decir, para cuando el tema ya hubiera sido casi agotado.

Los ponentes abundaron en la obra poética, dramática y artística de Lorca con énfasis en su Romancero gitano, el teatro de La Barraca, la revalorización del cante flamenco junto a Manuel de Falla, su amistad con Buñuel, Dalí y otros de la famosa Generación española de 1927, sin omitir el poema La casada infiel y las circunstancias de su trágica muerte en 1956, de modo de dejar a Ramiro prácticamente sin materia, como no fueran las palabras de clausura.

Lejos de ellos, cuando le tocó turno, tras los requilorios y evitando abundamientos se detuvo en lo mas romántico de la poesía lorquiana; glosó los versos de La casada infiel y terminó por Calificar a su autor de tacaño porque el personaje del celebrado poema, tras de pasar una noche memorable con la moza infiel, tan sólo atina a regalarle “un costurero grande de raso pajizo”; Condarco, en lugar de Lorca, le habría obsequiado un abrigo de visón.

El silencio expectante creado tras de tan rotunda afirmación fue quebrado y con sonoras carcajadas, risas y aplausos que dieron un final feliz; al homenaje. El vino de honor complementó la noche lorquiana en Oruro.

PRESA POR

HUMORISTA

Un fin de semana y comienzo de otra de 1975, Alcira Cardona Torrico pasó presa en la Policía Central de La Paz, debido no a razones políticas o de vecindario, sino por chistosa, por humorista.

Nuestra poeta, propietaria de una pequeña imprenta, en comandita con su esposo Jorge Salazar y Antonio Paredes Candía, editó un periodiquillo para la fiesta de Alacitas de ese año. Año del sesquicentenario de fundación de la República, con el logo de “Chuquicentenario”, en cuyas paginillas se hacía mofa de personalidades del mundo literario y político, una de las cuales le inició un juicio penal por injurias y libelo infamatorio, de cuyas resultas fue aprehendida, conducida a la Policía y pasó allí dos días con sus noches presa, afortunadamente no en una celda común, sino en una aceptable oficina, abrigada de cobertor tropero. El día lunes, el querellante retiró la demanda y todos en paz.

POETA SECUESTRADO

Julio de la Vega, el conocido poeta y novelista cruceño con larguísima residencia en La Paz, una mala tarde fue “secuestrado” por unos forajidos que resultaron ser iniciados en poesía revolucionaria, puesto que se identificaron como tales “poetas”.

Subirle forzado a un vehículo, cubrirle los ojos con una venda y conducirle a una casa de un barrio popular, fue todo uno.

Ya en una lóbrega habitación, se le quitó la venda y él se vio, aterrado, ante un “tribunal revolucionario” que iba a juzgarle por haberse “aburguesado”.

Se trataba de una especie de pantomima de parte de un grupículo sin Musa con la finalidad de ganar notoriedad pública que no lograron.

El bueno de don Julio no sentó denuncia, recordando, quizá, que él también, cuando joven, hizo trastadas conjuntamente con sus cofrades de Gesta Bárbara.

Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos: