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Sábado 18 de septiembre de 2010

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Revista Tu Espacio

PORTAL DE LA SABIDURÍA

Sabiduría Celular

18 sep 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: El Alquimista

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Continuamos transcribiendo el “Evangelio de La Salud”, del apóstol Juan, que forma parte de los “Rollos del Mar Muerto”, esta vez con enseñanzas de Jesús sobre el cuerpo humano.

“En verdad os digo, tan infinitas como lo son las estrellas del cielo, son las células que componen vuestro cuerpo. Sin embargo, todas ellas son indispensables para asegurar el correcto funcionamiento de vuestro organismo. Estas células son entidades vivas, ágiles y dinámicas, inteligentes y razonadoras. Ellas tienen algo de parecido a los seres humanos, porque nacen, crecen, comen, se reproducen, trabajan, gozan, sufren, aman, odian, envejecen y mueren, siendo reemplazadas por otras células jóvenes.

En hombres sobrios, abstemios de vicios y obedientes de la Madre Natura, prevalece entre las células una perfecta disciplina y el más riguroso orden, dentro del sabio régimen de los mejores y más aptos. La Ley Universal, según la cual la Naturaleza ata al ignorante y da poder al sabio, también rige dentro del cuerpo humano, este pequeño microcosmos, considerado como un resumen del universo entero. Dentro de este rígido orden, las células se van agrupando en jerarquías, conforme a sus aptitudes naturales, tendencias específicas, sus afinidades y mutuas simpatías. Las células más vigorosas, las más activas y, de más empuje, las más inteligentes, automáticamente se imponen, ascendiendo a posiciones de mayores responsabilidades y más altas jerarquías. Así, las células más afectuosas, las más sensibles, las más sabias y más inteligentes forman el corazón y el cerebro de vuestro cuerpo, mientras que las demás células forman el resto de los órganos, como el estómago, hígado, intestinos, riñones, bazo, pulmones, sangre, huesos, pelo, etc.

Las células de cada órgano efectúan con esmero máximo su propia labor, esforzándose en mantener ese órgano en óptimas condiciones de funcionamiento y más alto rendimiento, pero no para su propio y exclusivo provecho, sino siempre con miras a servir, lo mejor posible, a los demás órganos, con los que están ligadas en estrecha e inseparable interdependencia. Todos los órganos unidos forman a su vez un armonioso conjunto de órganos, o sea, un gran órgano, que es vuestro cuerpo, siendo éste, a su vez, una célula del organismo más grande, que constituye la humanidad entera. Este sabio orden cooperativo dentro de nuestro cuerpo desaparece; sin embargo, en individuos que desobedecen los Mandamientos de la Madre Natura, entregándose de lleno a los placeres mundanos, a vicios y malos hábitos. Las bebidas embriagantes, los tóxicos del tabaco y de las demás hierbas, adormideras y narcotizantes, la desquiciadora fornicación, la comida desordenada que culmina en gula, además los remedios y calmantes, todo esto enferma, debilita y degenera las células de vuestro cuerpo, aniquila sus autodefensas y su energía vital. En tal cuerpo, la conciencia directriz federal pierde su soberanía sobre las células insubordinadas, las que entonces forman focos subversivos llamados enfermedad, la cual suele degenerar hasta estados más graves, como la tuberculosis, tisis, raquitismo, diabetes, cáncer, reumatismo crónico, gangrenas, lepra, etc., que son los estados más avanzados de degeneración celular y significan la ruina total de vuestro organismo.

Esta lección os enseña que vuestro bienestar depende de vosotros mismos. Si obedecéis los mandamientos de la Madre Natura os aseguraréis una perfecta salud, prosperidad material y espiritual, paz y felicidad. Si la desobedecéis, tendréis que sufrir tales enfermedades, miserias y calamidades sin fin. Además, os enseña esta lección, que debéis tomar como ejemplo el comportamiento de las células de vuestro cuerpo y tratar de imitarlas, por ser la organización más perfecta de toda la creación. Este perfecto orden cooperativo de convivencia humana, poco a poco, será adoptado por todos los pueblos a medida que ellos vayan acercándose a las cumbres evolutivas humanas. Para poder vosotros cooperar eficazmente dentro de esta severa disciplina social, debéis trabajar intensamente en vuestro propio perfeccionamiento, tanto físico, moral, como espiritual, pero no únicamente para vuestro exclusivo y personal provecho, sino siempre con miras a servir lo mejor posible a toda la colectividad, tal como las células de vuestro corazón sirven a todo vuestro cuerpo, el cual en el acto sucumbiría si esas células, deliberadamente, se negaran a trabajar. De ahí que como no cabe una paralización deliberada de la actividad celular dentro de vuestro cuerpo, así tampoco cabrá tal paralización dentro de una organización social humana, cuando ella se eleve a semejante perfección, siendo tal perfección la suprema meta de los pueblos y su ineludible destino; destino de escalar eternamente la avalancha evolutiva humana, esas altas cumbres súper-humanas, en su acercamiento hacia el cielo. De manera que, en el futuro, será calificado como el pueblo más culto y civilizado del mundo, aquel que, dentro del libre albedrío, ejerza la máxima justicia social, sin necesidad de recurrir a la fuerza, a la paralización deliberada del trabajo, y que con todo empeño y la mejor buena voluntad, coopere con los demás pueblos, especialmente con los más atrasados”.

Fuente: LA PATRIA
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