Literatura boliviana del periodo republicano
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Francisco María del Granado. Cochabamba, 1835 – 1895. Sacerdote, orador, profesor y poeta. Fue el tercer Obispo de la Diócesis de Cochabamba. Realizó estudios en su ciudad natal y en Santa Cruz de la Sierra, donde además impartió enseñanzas en los colegios de Ciclo Medio. En Cochabamba fue nombrado Consejero Ordinario de la Universidad. En 1858 ingresó en la carrera eclesiástica, donde descolló por sus virtudes cristianas y sus dotes de orador. En 1868 fue nombrado Obispo auxiliar y logró la titularidad en 1871. En 1886 fue nombrado Arzobispo de la Plata, cargo al que renunció para proseguir con su labor apostólica desde el seno de su pueblo. Al respecto, José Quintín Mendoza dice que del Granado prefería ser un banco de depósito de dolores y de emisión de consuelos.
Su obra poética aún permanece dispersa en periódicos y revistas de su época. Con este poeta se inicia una singular tradición familiar que prosigue en nuestros días, como es el caso de Javier del Granado, uno de los más galardonados en la lírica boliviana. Su hijo Félix Alfonso del Granado, reunió en un solo volumen la obra de cinco generaciones de escritores de esta familia, donde figuran las piezas de oratoria de Francisco María del Granado.
Si bien su dominio del verso no era erudito ni especializado, mantenía una regularidad que le permitía componer sonetos como el siguiente:
A San Sebastián, Patrono Titular de Cochabamba
Riquezas, honras, mundanal ventura
seducir no pudieron tu alma fuerte,
y la dicha buscando, allá en la altura,
desprecias los tormentos y la muerte…
¡Tu valor invencible en vano apura
el cruel verdugo que tu sangre vierte,
y en su feroz despecho, te asegura
la que ambicionas, anhelada suerte!
¡Libre por la verdad, en tu alba frente,
del mártir brilla la inmortal corona,
y en la Patria feliz, eternamente
el himno cantas que el querub entona!
¡Desde allí… de Jesús, noble soldado,
propicio cuida de tu pueblo amado!
La muerte de su hermana Felicidad Perpetua, en 1862, que también estaba consagrada a la vida religiosa, le inspiró uno de los cantos más conmovedores y patéticos de la lírica romántica de Bolivia. Veamos un fragmento:
¡Ay! Ya no existe… el tallo fresco y puro
de su cara, tan preciosa.
La muerte inexorable, rigurosa,
tronchó en la flor de su temprana edad!
el encanto, el hechizo, el embeleso
de mi vida… mi hermana idolatrada,
en negra tumba yace sepultada…
¡Ay! ¡Ya no hay para mí, Felicidad!
Allá en el seno del lugar querido,
el ángel fue de paz y de consuelo;
batió sus alas y el pujante vuelo
alzó a la estancia de eternal fruición!
Su esposo la llamó con dulce acento…
una corona le mostró radiante…
oyó su voz… y le entregó al instante
su ardoroso, virgíneo corazón!
En 1863, compuso un canto alegórico de gran aliento, dedicado a la Unión Americana, como se aprecia en el siguiente fragmento:
Cuando anegada en lágrimas de duelo
América la joven sin ventura,
mira empapado su virgíneo velo
con los torrentes de su sangre pura;
cuando imagina que implacable el cielo
cruel, desastroso porvenir le augura,
oye entusiasta célicos cantares
que UNIÓN le dicen, perla de los mares.
Cuando el pesar nublara su alba frente
ciprés tornando su laurel de gloria,
porque sus hijos con furor demente
la huesa le preparan mortuoria…
porque extinguirse ya su vida siente
y ve entre sombras eclipsar su historia…
súbito enjuga su angustioso llanto
y UNIÓN, repite, con alegre canto!
Fuente: LA PATRIA
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