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Domingo 15 de agosto de 2010

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Cultural El Duende

Edwin Rodríguez Velásquez

La polifonía de los textos literarios de Latinoamérica

15 ago 2010

Fuente: LA PATRIA

La traducción y la frontera en el pensar

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... un hombre consumido y terroso, de ojos grises y barba gris, de rasgos singularmente vagos. Se manejaba con fluidez e ignorancia en diversas lenguas; en muy pocos minutos pasó del francés al inglés y del inglés a una conjunción enigmática de Salónica y de portugués de Macao.

Jorge Luis Borges - El Aleph 1995:9

Es importante considerar, que la producción cultural en Latinoamérica siguió lógicas diversas, de las cuales la literatura es una de las más importantes en este espacio.

Las luchas por la legitimación de los conocimientos generados en la subalternidad (clase dominada) hacen que las historias locales tengan mayor importancia y nos hablen de todo nuestro pensamiento.

Said y Mignolo son los que innovan el enfoque de la literatura, poniendo en evidencia –según Ana Rebeca Prada– el locus enunciativo, y a partir de ello, hace una crítica literaria a las obras de Jesús Urzagasti. Sus obras El país del silencio y De la ventana al parque no tienen fronteras ni nación y proyectan una mirada contrapuntual.

Said considera que el pensamiento postcolonial ha derivado en la actualidad en una práctica de la nomadización del conocimiento y la cultura, que se fundamenta en la libertad del individuo, ya que los estacionamientos aparentes (lugar, hogar, casa, nación, patria, lenguaje) como el pensamiento lineal, se estarían confundiendo con la represión que ejerce el Estado en las prisiones. Esta forma de conocimiento custodiado se desvanece en la realidad práctica, a costa del surgimiento de serias contradicciones en el sistema de vida (statu quo).

Los conceptos de residencia cambian sustancialmente, convirtiéndose en un habitad móvil. No hay tradiciones únicas, y que en este mundo se vive la violencia de la alteridad de otros mundos, lenguajes e identidades. En este sentido, el hombre es un forastero dentro de su misma historia, haciendo que él mismo salga de sí para alcanzar al otro, al diferente. Es un exilio que sólo vive el locus enunciativo.

La traducción cultural no es más que el modo de apropiarse del conocimiento extranjero que entra en constante pugna con lo propio de nuestras lenguas, culturas, costumbres y a su vez nos lleva a constituir las negociaciones y las alianzas.

La obra de Urzagasti entra en este espacio de traducción cultural. Es, en la que en última instancia, construye el significado de los lenguajes de aquellos que han muerto, pero que cobran vida en el imaginario colectivo por medio de la narración de las historias locales, por ejemplo en la conversación de los compadres o en el diálogo de los ancianos. Es la historia viviente que organiza los sentidos sociales en la ciudad o en el campo (provincia). Por lo tanto, la traducción –como dice la autora– es una comprensión compartida (del ego y del alter-ego) y a su vez, un punto de vista sobre algo.

Quizá esta comprensión de la traducción cultural tiene fuertes connotaciones de interpretación de los textos al estilo de Hans Georg Gadamer, cuando dice por ejemplo; el investigador espera que el texto le diga algo para interpretarlo, en ese sentido, el padre no coloca el nombre al recién nacido, sino éste le pide un significado según sea su cualidad de género (varón, mujer), inquietud, tamaño, conformidad. De la misma manera, James Cliford habla de la traducción intercultural como actividad de doble vía y multilateralidad que se encuentra en constante desplazamiento y discrepancia.

Con ello decimos, que la traducción cultural moldea la lengua de la obra literaria de Urzagasti, –sobre todo De la ventana al parque– en la que sus personajes fluyen considerablemente, haciendo que el estacionamiento (sedentarización) sea un principio excluido, además el lector interpreta su obra por mediaciones y apropiaciones polifónicas en desigualdades de clase, raza, sexo, etc. Por lo tanto, el conocimiento es una experiencia cristalizada en relaciones y diálogos (comunicación).

En la obra De la ventana al parque se manifiesta una confusión del espacio de la ciudad y la provincia. El escenario es una frontera, donde sus personajes convergen en la entrada y salida de este con-texto. Por consiguiente, la lógica del poder hegemónico genera formas de subalternidad en la periferia. El personaje forastero vive y no vive a la vez en el país, es y no es a la vez su patria o su casa. Por ello, en la obra de Urzagasti traducir es descubrir ese secreto de lo ajeno.

La frontera

Los textos cada vez se van convirtiendo en signos polivalentes, integrando al sujeto a su historia. La frontera es ante todo un espacio discursivo donde convergen sociedades clandestinas, de mujeres, jóvenes, homosexuales, negros, cholos e indígenas que irrumpen la vida formal con la producción de una nueva literatura de la vida cotidiana. Se origina una cultura de choque (enfrentamiento) con aquello que territorializa, legaliza e impone el poder. Nace una cultura fronteriza en la cual diferentes culturas comparten sus vidas; a este proceso social, Norma Alarcón la denomina el tercer país, o un país dentro de otro que construye otra conciencia diferente, poseedora de un imaginario polívoco que reemplaza esa identidad territorializada.

La referencia de la frontera y la traducción en el sentido antes expuesto, es aplicable a los discursos narrados en el carnaval de Oruro, por ejemplo el relato del diablo, del moreno, del inca y otros que confluyen en una multiversidad, como también a las manifestaciones interculturales que emergen en nuestra ciudad-frontera (ciudad de Oruro), que se encuentra determinada por el uso y la apropiación de su sentido de vida propia.

Gran parte de las familias, en el orden de su habitad, nunca permanecen en el mismo lugar, ya que continuamente –desde que los hijos son pequeños– se movilizan alquilando casas para vivir, pero con la ilusión de que algún día tendrán una casa propia. Este pasaje nos enseña que la vida de los personajes es un conjunto continuo de modificaciones, pareciera ser un solo devenir de las cosas.

No estamos lejos de asumir el orden del forastero, que constantemente es y no es a la vez, lo que es o lo que puede ser. Con ello decimos que la frontera y la traducción siguen siendo necesarias para entender la literatura latinoamericana en una nueva etapa denominada postcolonial.

Edwin Rodríguez Velásquez. Comunicador Social. Oruro.

Fuente: LA PATRIA
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