Hace unos días se presentó en mi casa mi comadre Macacha vistiendo un pantalón vaquero por debajo de sus polleras y una chaqueta camuflada como esas que usan las tropas combatientes de nuestro país para sus ejercicios militares, sorprendiéndome porque yo vestía solamente mi pijama azul que es el color del MAS y cruces tiahuanacotas. Después de saludarme militarmente y cuadrarse ante mí cual si ella fuera un soldado me preguntó si le permitía ponerse a discreción para hablar conmigo con mayor soltura, respondiéndole que se pusiera en la posición que le diera la gana y que me explicara de una buena vez a qué venía su vestimenta militar y toda su extraña parafernalia.
Se tendió en el sofá de mi living y me preguntó si yo prefería que ella se echara de culito supino o de culito dorsal y tuve que corregir su terminología explicándole que no era correcto expresarse así porque la verdadera expresión es “decúbito supino o decúbito dorsal”, algo que la cholita cochabambina no había sabido. Pues bien, vayamos al grano.
Mi comadre me contó que durante la noche del miércoles pasado ella había visto en un canal importante de televisión el entrenamiento militar que se impartía a los militantes del Movimiento Al Socialismo en un cuartel de la ciudad de Montero, en el Departamento de Santa Cruz y que los ejercicios le habían parecido fascinantes y con armas de fuego de verdad y con proyectiles de guerra.
Haciéndome el enterado, le dije que yo lo sabía, pero que tales entrenamientos no me preocuparon porque la idea de una guerra contra un enemigo externo me parecía un disparate y también la posibilidad de un enfrentamiento interno entre las fuerzas del presidente Evo y la oposición política.
Ella insistió en que vio con sus propios ojos y oyó con sus propias orejas que el entrenamiento era muy serio y que había visto a mozos masistas, empleados públicos y también a cholitas como ella, unas con polleras y otra con blujines adiestrarse en el manejo de armas de fuego y en ejercicios de combate. Le dije a mi comadre que ya vi por los años cincuenta y sesenta del pasado siglo a los milicianos del MIR y que estos hechos actuales no me sorprendían ni me alarmaban.
Lo grave fue cuando Macacha me dijo que ella y yo nos adiestraríamos militarmente en Montero tras los festejos del 14 de Septiembre en Cochabamba y que recibiríamos juntos las instrucciones de tiro impartidas por militares profesionales. Yo traté de disuadirla de tan loca idea porque ya soy hombre viejo pero ella rechazó mi argumento y me preguntó cuántos años hacía que no practicaba el tiro en ejercicios de combate, respondiéndole que ya me había olvidado pero ella me alentó y me dijo: “tiene usted que venir conmigo a Montero donde le recordarán los militares lo emocionante que es combatir y tirar con armas de fuego. Patria o Muerte, Venceremos”.
PAULOVICH
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