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Domingo 12 de septiembre de 2010

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Cultural El Duende

El Toro, a cuatro manos de traducción

12 sep 2010

Fuente: LA PATRIA

Comentario del escritor Demetrio Reynolds a un cuento premiado de Carlos Condarco Santillán

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Reseña bibliográfica

Es una novedad en nuestro medio que un cuento se publique traducido simultáneamente a cuatro lenguas. A la versión original en español, sigue a del Quechua y el Aymara, entre las nativas, y luego el Inglés y el Alemán, entre las extranjeras.

La edición acaba de lanzarse a través de Latinas Editores Ltda. Oruro-Bolivia. Julio del 2010. Se trata de El toro, un relato que forma parte de la obra Arteaga el inmortal, galardonada con el Primer Premio en Cuento en el XIV Concurso Anual de Literatura Franz Tamayo, de la H. Municipalidad de La Paz, el año 1980.

La traducción estuvo a cargo de especialistas que en su respectivo campo lingüístico comprometieron su esfuerzo para reflejar, con la mayor fidelidad posible, (ardua tarea) el aliento poético y el contenido. Hay unas lenguas más difíciles que otras para traducir. Miguel Ángel Asturias se quejaba de sus traductores alemanes: Han descuidado los elementos poéticos de mis novelas.

La obra está realizada y hay un horizonte abierto para su difusión hacia fuera y hacia dentro del país. Ahora, la joya literaria junto al nombre de su autor recorrerá el mundo por distintos caminos. Es buen motivo para sentirse orgullosos.

Perfil sintético del autor

Carlos Condarco Santillán (Oruro - 1946), es poeta, investigador, ensayista y narrador de buenos quilates. Me voy a referir en este breve comentario al artífice de los cuentos. Más específicamente a El toro.

Es difícil, por no decir imposible, que un artista pueda apartarse de lo que le rodea y del tiempo histórico que le cruza. Por el contrario, es sabido que una obra es más auténtica cuanto más relacionada esté con la vida, empapada de vida. No hay obras de ficción que sólo sean ficción, tampoco aquellas de factura enteramente testimonial. Aunque es evidente que la combinación de ambos elementos es variable. Alguien ha dicho que siempre se parte del terreno real donde se está o donde se pisa, pero el rumbo ulterior de la narración es imprevisible.

Desde este punto de vista, la obra narrativa de Condarco ¿ en qué marco histórico se inscribe y en qué ámbito de la vida se desarrolla? Intentaré aproximarme a ello. Es un escritor de la segunda mitad del siglo XX. Estrena la palestra pública con AGRAZ , su primigenia obra poética, en 1972. La narrativa boliviana de entonces registra autores y títulos con un repertorio temático inspirado en las guerrillas. La dictadura de Bánzer marca el destino de esa generación. Muchos toman el camino del exilio. Pedro Shimose, Ramón Rocha son, entre otras, las personalidades representativas. A nivel continental impera la corriente literaria del realismo mágico con diversos matices regionales. Es la época del boom latinoamericano que anota nombres de relieve mundial, laureados algunos con el premio Nobel de literatura. Los dioses de la hora se llaman García Márquez, Asturias, Borges, Cortázar, Vargas Llosa...

De la lectura de sus cuentos, parece razonable colegir que Carlos Condarco es un escritor con profunda sensibilidad terrígena. Es un hombre que gusta del campo y no le es ajena la faena laboral agrícola. Un gran jinete, ha recorrido a caballo por varias provincias. La mayor parte de sus relatos describen con mano maestra ese escenario rural y el paisaje andino. Sus personajes son tipos humanos observados con meticulosa atención, los ha retratado con sus anhelos, sus frustraciones y sus vivencias íntimas. En algunos, como expresión del temperamento peculiar del escritor, corre como entrelíneas cierto humor irónico, a veces corrosivo. También hay otros que reflejan la visión del escenario urbano y la comedia humana que en él se desarrolla. Casi en todos, hay una vena satírica poco explotada que aparece sutilmente en los relatos. Con esos elementos, es un escritor que se realiza dentro de una órbita propia y personal.

Como se recordará, es el cuento en la narración lo que el soneto en la poesía, por sus exigencias en lo que hace a la unidad episódica del tema, la sintética brevedad del relato y la gracia del estilo narrativo. La brevedad es hermana del talento, decía Chejov, uno de los maestros universales del género. En nuestro autor se dan con holgura esos requisitos.

Después de sus primeros poemarios, Condarco aparentemente no ha vuelto al verso. Pero no ha dejado de ser nunca poeta. Está presente en cada página, sin interferir ni disputarle su campo al narrador. Es una prosa limpia, nítida, exenta de todo ripio lírico, la que cultiva Condarco.

La literatura infantil en Bolivia

¿Hay otra palabra que resuma ternura y querencia profunda que niño o niña? La respuesta parece obvia. Pero hay realidades y realidades, como en todo del acontecer humano, demasiado humano.

No tenemos muchos autores ni muchas obras donde el personaje o el motivo de la creación literaria sea precisamente el niño. No obstante, en los años 90 se dijo que la literatura infantil había cobrado cierto auge, tanto en la empresa editorial cuanto en la difusión del libro nacional. Destaca la extraordinaria labor de la novelista Gaby Vallejo en su empeño de fomentar la lectura infantil. En la poesía –como es notorio– el más visible valor que tenemos es Oscar Alfaro. Avizorando hacia fuera nos tocamos de plano con la egregia figura de Gabriela Mistral, la adolorida autora de Canciones y Ternura.

De la narrativa nacional en el siglo XX, Víctor Montoya ha recogido en antología una treintena de autores. Titula El niño en el cuento boliviano. Estocolmo - Suecia (1999). Estos cuentos –se dice en la contratapa– escritos con el vértigo de la pasión y la fuerza de la inteligencia, están destinados al niño que habita en nosotros, al que se niega a abandonamos y nos contempla desde el fondo del alma. Uno de los autores seleccionados para esa antología es Carlos Condarco, con el cuento que es objeto del presente comentario.

El Toro: Resumen y comentario

El narrador-personaje es quien nos cuenta, desde adentro, que él y Martín se han quedado solos en el rancho. La madre está muerta. El padre volverá en tres días. Son de cuatro y seis años los niños; ellos tienen que hacer su comida. Un día, al retomar del arroyo a donde fueron por agua, lo vieron por primera vez. Era negro. Después lo vieron de nuevo cerca del rancho. Una tarde surgió como una pesadilla y los embistió súbitamente. Con el toro tras de ellos, corrieron a refugiarse al rancho. Se acostaron esa noche sin comer. Martín llamó en sueños a la madre. Ya no podían salir. Sin agua, el hambre empezó a acosarles. Los convirtió en sus prisioneros, la bestia estaba cerca, muy cerca. Entonces vimos nuestro desamparo frente a nosotros, desnudo y aterrador. Martín, el menor, ha amanecido muy débil. Una mosca ha venido a posarse sobre su fija pupila abierta. Afuera se escucha chapalear al toro en el arroyo.

Ahí se cierra la línea tensa del relato. Tiene un fin abierto al estilo de las narraciones de Chejov, que según él es más representativo del transcurrir de la vida. Todo indica que la sed aniquiló a Martín. Es probable que corrió la misma suerte el otro hermanito. Tal vez el padre ya no vuelva nunca. Se supo que gente de este lado murió en un accidente carretero de esos días.

Se puede definir como cuento dramático. Hay equilibrio entre el paisaje como escenario del relato y la dinámica del desarrollo narrativo. Una mano segura diseña los perfiles con soltura, sobriedad y precisión. Poco hablan los niños. Ni lloran siquiera. El silencio tenso que les rodea es un elemento que contribuye al efecto dramático. Resalta con nitidez la soledad, la pobreza y el abandono.

Me parece que en El toro hay, además, junto a la calidad estética, una perceptible expresión simbólica. La bestia que acomete a los niños en medio de la soledad y el desamparo, ¿no es acaso la pobreza y otras necesidades primarias insatisfechas que acosan cotidianamente a nuestros niños en Bolivia?

Oigamos lo que a este propósito dice la escritora Giancarla de Quiroga al comentar la Antología de Víctor Montoya: No es casual que muchos cuentos describan la situación dramática de niños de sectores con necesidades básicas insatisfechas, ellos representan la mayoría en el país y lamentablemente no hay políticas dirigidas a la niñez.

Decíamos al comenzar que ahora El toro recorrerá el mundo por diversos caminos lingüísticos, pero su destino mejor tiene que estar aquí dentro, en ese gran mundo de lectores potenciales que es la población infantil boliviana.

*

A manera de colofón, permitidme añadir una cosa que, por su rareza y originalidad, bien vale la pena destacarla. En la contratapa del libro, tras una lúcida valoración de la obra del poeta y del escritor, asoma el corazón de la compañera del hogar, para decirle a Carlos: Al cabo de todos estos años... puedo decir con orgullo que éste es el hombre al que amo. Ella es Lidia Castellón.

Fuente: LA PATRIA
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