Luego de transitar 184 años de vida independiente desde la creación del departamento, en Oruro no podemos seguir viviendo sólo de sus glorias, su rica tradición y costumbres, debemos asumir el desafío de ser región y ciudad competitiva para alcanzar niveles de excelencia que condiciona un desarrollo sostenido para nuestras futuras generaciones.
Tenemos que dejar de lado el discurso político y ciudadano que pretende mostrar que “Oruro antes siempre fue mejor” y que la actitud de las autoridades, a veces resulta hasta perjudicial, porque poco conocen de nuestra realidad y pretenden imponer una verdad irrefutable y hasta pelean por una obsesión fundamentalista no sólo retórica sino de orden práctica, como si quisieran conseguir un monumento a la verdad inmaculada, cuando lamentablemente no tienen la razón.
Esa es la experiencia vivida en la última semana con el problema del municipio, cuando los concejales rechazaban la aprobación del Plan Operativo Anual (POA) reformulado y desde el ejecutivo municipal se lanzaban ataques para justificar algunos errores que tuvieron que ser rectificados para facilitar la aprobación de la propuesta de administración, donde consignan el detalle de los proyectos y fondos económicos a ejecutarse en lo que resta de la gestión.
En esa lucha estéril e inútil los perjudicados fueron los trabajadores eventuales de avance de obras, quienes cobran por lo que producen, que permaneciendo varios días en vigilia y hasta soportando inclemencias del tiempo reclamaban la aprobación del POA reformulado. A eso, se sumo el paro de los trabajadores municipales pidiendo “respeto al fuero sindical” cerrando las puertas del municipio y luego, sólo a través del diálogo, se encontró solución a ambas contrariedades.
Esa es sin duda una muestra de la causas que frenan y postergan indefinidamente nuestro desarrollo regional para construir un departamento y una ciudad competitiva por la que valiera la pena trabajar incansablemente, para alcanzar niveles de desarrollo y crecimiento de otras regiones del país, donde hay acuerdos para encaminar proyectos y ejecutar decisiones de beneficio para todos.
Lo tenemos que decir, sin vueltas ni tapujos, sin rodeos ni eufemismos, que la decisión de construir un futuro sustentable, garantizar un desarrollo sostenido y tener un Oruro que atraiga capitales, permita inversiones y se ubique como la región más competitiva del Altiplano Central, depende enteramente de las autoridades, aquellas que se interesan por trabajar de forma responsable, bien asesoradas y con decisión y fortaleza, con humildad y conocimiento, lejos del autoritarismo y de las erróneas actitudes que recomiendan sus “asesores”.
Otra muestra de esa inoperancia y falso caudillismo es la pesada herencia que dejaron las ex autoridades de la Prefectura, con un “hueco económico” de 240 millones de bolivianos para la gestión 2010 y otro mayor que llega a los 800 millones de bolivianos para el año 2011, además de obras inconclusas, proyectos mal ejecutados y hasta sobreprecios que ahora deben ser aclarados, para no cargar esos abusos a la actual administración de la nueva Gobernación.
La Prefectura del Departamento al igual que el Municipio de Oruro se convirtió en botín muy apetecido en la pasada gestión y ahora las nuevas autoridades tienen que administrar la pobreza, porque sus antecesores no fueron capaces de impulsar el desarrollo productivo para garantizar una economía sostenida y sustentable para el futuro.
Esos errores y arbitrariedades no se deben repetir y de las disparidades, debemos ser creativos, competitivos y hacer que Oruro se convierta en el principal motor que nos movilice a los bolivianos con proyectos que son de interés internacional, como la habilitación del primer corredor biocéanico, la implementación del primer parque tecnológico, el puerto seco y el mercado central.
La ejecución de otros proyectos como la ampliación del aeropuerto, deben servir para exigir mayor atención del Gobierno del Estado Plurinacional y establecer prioridades y urgencias en base a las nuevas vocaciones económicas, sociales y productivas de nuestro departamento y la ciudad, para poder ser a corto plazo la primera región competitiva y garantizar un crecimiento sostenido para que todos los orureños vuelvan y los que vienen se queden con el convencimiento que Oruro es el primer departamento del país. El desafío debemos asumirlo todos, en base al diálogo y la concertación, principales herramientas de nuestros desarrollo.
(*) Periodista
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