“Los incendios forestales en Bolivia ha arrasado al menos 2 millones de hectáreas de bosques forestales en cuatro de los nueve departamentos del país, donde se detectaron unos 32.000 focos, o sea batimos el record respecto al año pasado 2009, cuando los focos de calor sólo eran de 29.000”.
La extensión territorial de Bolivia es de 1’098.581 kilómetros cuadrados, de los cuales menos del 40% es tierra apta para labores agropecuarias.
“El incendio forestal es el fuego que se expande sin control sobre terreno forestal, afectando la vegetación que no estaba destinada para las quemas”. Se desprende de esta definición que el incendio forestal es un fuego de vegetación no agrícola y que no comprende la quema de bosques, salvo que se pase a un monte. La falta de control, en esencia, es lo que finalmente se considerada un incendio forestal.
Una noticia que debería llamarnos la atención, a la reflexión y sobretodo a un análisis un poco detenido. Nosotros en Bolivia este país tan rico en cultura, flora y fauna “rompiendo record” en eliminar nuestros bosques, como producto de los famosos “chaqueos” o como simple despistada de algunos malos bolivianos que no merecen ser de este país. Esta es una labor casi cotidiana, es decir de todos los años, pero ¿hasta donde hemos avanzado en la prevención de estos hechos?, ¿que posibilidades futuras tenemos de controlar estos incendios forestales?
Considero que estamos frente a una verdadera y gran disyuntiva, además de no contar con los recursos necesarios para eliminar estos incendios que se han dado casi en toda la extensión de nuestros bosques habitables y explotables. Dos millones de hectáreas quemadas así por así, como dice nuestro compatriota cantautor Juan Enrique Jurado: “Como quisieran tener algunos extranjeros esta riqueza en sus países, nuestra belleza de bosques o nuestro inmenso altiplano”. Quememos nuestra riqueza material, quememos nuestra casas, nuestra ropa y todo cuanto podamos sustituir si queremos una verdadera hoguera; pero no lo que la naturaleza nos proporcionó hasta ahora.
Si recordamos y reflexionamos, fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, El nos puso en este mundo para compartir con los animales inferiores, el primer “trabajo” que tuvo Adán en este mundo fue precisamente tan sólo el de dar nombre a los diferentes animales que convivían en un mundo totalmente hermoso. Pero cuánto daño se hizo a este planeta, como dijo el historiador Romano Josefa; cuando vio a su ciudad Roma convertida en cenizas: “¿Como el hombre pudo destruir tanto en tan poco tiempo?”, nos corresponde esta interrogante a todos nosotros, autoridades y gente de a pie, no basta con declarar las inmensas zonas del oriente boliviano simplemente en “emergencia”, se deben tomar acciones preventivas y correctivas inmediatamente, la participación de todos los bolivianos de “buena voluntad” antes que el fuego haga cenizas nuestra querida tierra boliviana.
Por azares del destino, en estos incendios no se tuvieron que lamentar las perdidas de vidas humanas, pero ¿cuántos animales están quedando fuera de su hábitat natural? O muriendo por la irresponsabilidad de algunos. Para ilustrar esta nota permítanme presentar algunos datos del exterior:
Casos recientes de víctimas humanas
El 2005 ha sido uno de los años más dramáticos en cuanto a pérdida de vidas humanas de los últimos años, con el fallecimiento de 17 profesionales de la extinción. En un sólo caso 14 personas que trabajaban en retenes forestales perdieron la vida en el incendio que se declaró en Riba de Saelices (Guadalajara) donde se quemaron más 5.000 hectáreas.
En el 2003, también fallecieron cinco personas -todos miembros de una misma familia entre ellas un menor- en el incendio que se registró en Sant Llorenç Savall (Barcelona). Murieron asfixiadas por el humo al intentar huir de las llamas después de abandonar una masía conocida como ´Cabana d´en Felip´.
¿Y como estamos en Bolivia? Reitero, no existen perdidas humanas pero… pensemos lo que consideraba Francisco de Asís al referirse a los animales: Hermano Lobo: ¿Dónde está tu mundo?” y el animal le responderá: “¿Cuál, el que me facilitó Dios o el que tú me destruiste…?”.
(*) Comunicadora Social
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