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Sábado 04 de septiembre de 2010

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Revista Tu Espacio

¿Para qué voy al médico si no me siento mal?

04 sep 2010

Fuente: sepiensa.org.mx

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En el habla popular está más que presente aquel dicho que afirma: “Es mejor prevenir que remediar”. Noción clara de la necesidad preventiva ante el riesgo de contraer o desarrollar algún problema de salud.

La lógica elemental nos dice que el lavado de manos antes de preparar o consumir los alimentos tendrá mejores resultados y será más sencillo que cuidar a un enfermo, llevarlo a consulta médica, suministrar remedios y resolver las consecuencias de su inasistencia a las actividades cotidianas.

Pues bien, a pesar de la íntima convicción que la mayoría tiene acerca de seguir las acciones preventivas, no podemos dejar de reconocer que el cuidado anticipado enfrenta a veces dilemas y contradicciones para los que como sociedad tendríamos que encontrar soluciones. Eso es más notorio, cuando de visitar al médico se trata.

Un problema de tiempo y dinero

Asistir a las instituciones de salud implica, entre otras cosas, tiempo y dinero. Dos recursos en los que por lo general no solemos tener excedentes.

Ya sea en un servicio público o en uno privado, conseguir una cita, hacer la antesala correspondiente y el tiempo mismo de la consulta, consumirán al menos una buena parte de la mañana o de la tarde. Lujo que difícilmente puede darse quien desempeña un trabajo remunerado, o tiene a su cargo una familia con múltiples necesidades. No es que sea imposible resolverlo, pero hay que conceder que todo se complica.

Si la persona no padece malestar alguno y sólo piensa en una revisión rutinaria preventiva, con certeza decidirá postergarla para dar respuesta a problemas quizá menos importantes, pero sí más apremiantes que demandan soluciones inmediatas.

Por lo que respecta al costo, podría argumentarse que en la mayoría de las instituciones del sector salud no hay erogación directa alguna. Tal vez, pero hay, en cambio, gasto en transporte o renuncia a parte del ingreso económico cuando se ha de disponer de tiempo laboral para ir con el médico. Desembolso no aparente, porque el dinero no sale directamente del bolsillo para pagar una consulta; pero que, de cualquier manera, repercute en el presupuesto personal y familiar. Si hablamos de la consulta privada, es evidente que a lo anterior tendremos que sumar la cantidad cobrada por el profesional de la medicina.

Fuente: sepiensa.org.mx
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