Dicen que en la vida hay que sembrar tres herencias: un hijo, un libro y un árbol. Al hijo se lo cuida y mima y se le enseña a ser libre, mientras más independiente sea, mejor. El libro, una vez editado, adquiere su dinámica hasta reposar en un estante o en una cabecera. El árbol necesita cuidado a lo largo de su existencia.
Desde el plantín, su dueño debe protegerlo de la agresividad. Escoger el espacio adecuado para que sus raíces sean firmes y prolongadas, para que el suelo tenga los suficientes nutrientes. Hay que podarlo anualmente para que crezca sano. Mensualmente es útil sacar las hojas secas, las ramas podridas. Puede ser necesario un preparado para alejar a las plagas, a los muchos pulgones dañinos. Hay que vigilar esas hierbas que se apoyan en él en el maravilloso proceso natural del mutualismo. A cambio se obtiene la serenidad de su compañía, la sombra para el cansancio, el canto matutino de los jilgueros y golondrinas. Sólo quien cuida plantas sabe cómo se los ama.
Una familia sembró ¡seis mil! cipreses en el paisaje cada vez más erosionado de los Yungas paceños, cerca de Coroico. Como enseñan los biólogos, la sola presencia de arboledas modifica un paisaje, lo embellece, pero sobre todo influye en la prevención de desastres naturales. Una sola hilera de árboles crea una cortina propicia contra los vientos y protege. El ciclo de los árboles ayuda a evitar las riadas, fomenta el vapor que convertido en lluvia favorece las siembras. Un bosque con manejo sostenible es la mayor riqueza del Siglo XXI, sea para la industria limpia de la madera, o simplemente para preservar el medio ambiente.
Sin embargo, manos delictivas han quemado ese esfuerzo de 25 años, de toda una generación, han quitado vida a ejemplares que pueden vivir hasta cien años. ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo? Dicen que para una cancha de fútbol, quizá para extender los cultivos de coca.
Detrás de supuestas luchas sociales sólo podemos adivinar envidias, ambiciones y despojos injustos. Bajo el pretexto aparente de los combates por la tenencia de la tierra hay intereses mezquinos con dirigentes demagogos y populistas, especuladores, ignorantes, loteadores y abogados citadinos. Lo sucedido con seis mil cipreses es una tragedia no sólo para una familia, sino para los paceños y para las comunidades que ven desesperadas la ampliación de los páramos y desiertos.
Mientras esa semana era sentenciado a 30 años de cárcel un personaje que apareció involucrado entre otros asuntos en la toma y destrozo de la industria de quesos Collana, donde jamás se recuperaron los animales de raza, y nada sirvió para mejorar la calidad de vida de los lugareños. Personaje que llegó incluso a ser asambleísta departamental de la provincia Aroma, por el MAS.
Lo sorprendente es el silencio del Ministerio de Medio Ambiente, que poco o nada hizo con campañas para detener chaquets y quemas y que tampoco dice nada en un caso de incendio premeditado. La autoridad del ramo anunció justo una semana antes sanciones contra responsables de quemas en cualquier lugar del país, incluso revertir sus tierras. En este caso, mutis. ¿Acaso no conoce los nombres y datos de quienes aparecieron felices en la TV luciendo su hazaña contra el tonto que sembró cipreses?
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