Buscando eficiencia en los sistemas productivos, especialmente en aquellos que se desarrollan fuera del área urbana de las ciudades y que involucran a centenares de ciudadanos, se aplica una fórmula que comienza a dar réditos especiales, se trata de inversión y capacitación para mejorar cualquier producción.
Hay dos elementos esenciales que no pueden separarse por tanto el ejemplo que se toma en el trabajo de mujeres emprendedoras en dos localidades de nuestro departamento, Challapata y Caracollo, muestra la experiencia en la aplicación de esos factores determinantes, la inversión asegurada y un compromiso seguro de adiestramiento para cumplir metas objetivas en muchos proyectos.
Un programa de cooperación denominado “semilla” que involucra al gobierno y las Naciones Unidas con un financiamiento del Fondo Español de Objetivos del Milenio permite impulsar actividades de grupos de mujeres del área rural que se especializan en el manejo de emprendimientos de control ganadero, especialmente lechero y complementariamente en el rubro de repostería pasando por la elaboración de quesos y otras opciones con el uso de la materia prima básica que es la leche.
El movimiento que produce en las comunidades este tipo de emprendimientos es digno de mención pues de manera individual o grupal mujeres decididas a impulsar el desarrollo familiar y el sostenimiento del hogar, trabajan en franca competencia con los varones de la casa o la comunidad, mostrando que hay muchas oportunidades para salir adelante digna y eficientemente.
Mencionamos este tema porque de un tiempo a ésta parte se habla mucho de la carencia de empleos fijos una realidad irrefutable que debería disminuir paulatinamente con el apoyo financiero gubernamental y entidades de impulso social a iniciativas tradicionales, pero de efecto multiplicador en los mercados de las ciudades.
Si hay programas que pueden desarrollarse en el campo, gracias a la existencia de componentes naturales como el caso de la ganadería lechera, la obtención del producto, su transformación en derivados y otro tipo de aspectos favorables quiere decir que del mismo modo y con la misma fórmula se puede alentar otros programas a nivel de las micro y medianas empresas en la ciudad de tal forma que el empleo digno se sobreponga al ilegal del contrabando y el comercio informal.
Todo depende de cumplir los pasos necesarios como capacitación en rubros definidos e inversión apropiada para desarrollar los proyectos, eso significa que de las tan mentadas “macro cifras” debería destinarse algunos miles de dólares para poner en marcha una nueva cadena productiva nacional.
En el caso de Oruro, Caracollo y Challapata ya se benefician del programa Semilla, el ejemplo y la intención podría ampliarse al sector micro empresarial citadino, por supuesto en una proyección que busque objetivos concretos para ejecutar planes que comiencen en talleres y terminen en industrias. La idea es excelente, la voluntad de capacitación admirable, sólo falta asegurar inversión para generar empleos dignos y seguros.
Fuente: LA PATRIA
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