Loading...
Invitado


Domingo 29 de agosto de 2010

Portada Principal
Cultural El Duende

Raúl Jaimes Freyre

29 ago 2010

Fuente: LA PATRIA

Raúl Jaimes Freyre. Potosí, 1886-1970. Hijo de Julio Lucas Jaimes y de doña Carolina Freyre, ambos periodistas en Buenos Aires. El poeta conservó la tradición literaria de sus ilustres progenitores y de su hermano Ricardo. Fue profesor de Literatura de la Escuela Normal, Director de la Biblioteca Municipal en La Paz y, en Sucre Director de la Academia de Artes Zacarías Benavides.

PROSAS

La iglesia

Agonizaba la noche… Callada teoría

de monjes, ahuyentando la soledad umbría,

por los sonoros ámbitos del templo se derrama…

El toque de los Laudes en las alturas clama…

El altar resplandece de gemas: Se creyera

que de turbia esfera

descienden al convento las estelares luces

para fijarse, místicas, sobre las áureas cruces.

La estrella de los Magos nos conduce al Oriente.

Los santos han plasmado un gran gesto vehemente:

José tiene la vara que en amorosa lid

le hiciera casto esposo de la hija de David:

la Virgen junto al Niño Divino que sonríe

inefables ensueños de ventura deslíe,

meditando tal vez el misterio de amor

que la trocó en la Madre de su propio Hacedor,

Juan el Bautista, austero y penitente, ve

En un temblor de muerte danzar a Salomé;

María de Magdala, mal velado el tesoro

de su cuerpo en las ondas de la cascada de oro,

con la actitud extática que la pasión provoca,

los plácidos coloquios de Galileo evoca

***

Agravando el hierático misterio

los salmos del Salterio

sollozan en el canto gregoriano

y ofrecen al Eterno todo el dolor humano…

Nubes de incienso esparcen orientales aromas…

Las oraciones suben con vuelo de palomas…

El SACRIFICIO

El sacerdote oficia. En el ambiente místico

de las naves palpita el secreto eucarístico;

la invocación litúrgica del órgano semeja

de los vientos de Otoño la monótona queja:

¡Señor, tus alabanzas canta el arpa sagrada!...

¡Oh, Dios mío, cuán triste el alma está, cuán turbada!

Gloria a Dios en los cielos y paz sobre la tierra

al hombre cuyo pecho sed de infinito encierra…

Mi corazón renueva con el ascua encendida…

El verbo se hizo carne y vivió nuestra vida…

Te ofrecemos, Señor Omnipotente y Santo,

la Víctima divina hecha de amor y llanto…

Por las sacras reliquias de los fieles testigos

que guarda el ara, vela por mis deudos y amigos;

por la vírgenes pálidas que en negros hospitales

tienen para el que sufre ternuras maternales;

por los monjes que caen tras de un vano bregar

en los lazos del cauto demonio familiar;

por todos los que saben del pavoroso arcano

de la muerte: por Ella que se alejó temprano…

***

Las bíblicas escenas que ostentan los vitrales

se iluminan con tenues fulgores matinales;

la campana lejana difunde sus rumores;

gorjeos de las aves, suspiros de las flores;

canción del agua plena de humildades cristianas,

y el Angelus que reza la voz de las campanas…

La montaña está en éxtasis, en su cumbre que albea,

con un suave matiz de rosas alborea…

De pronto en el Oriente brilla un vivo arrebol:

¡A un tiempo mismo se alzan la Hostia Santa y el Sol!

La BIBLIOTECA

El rosetón calado llena de azul la estancia;

cada tapiz comprendía un grave pensamiento;

acecha en la penumbra el letal desaliento,

y los códices dicen de virtud y constancia.

Despiden una ambigua y vetusta fragancia

los viejos anaqueles de la polilla siento,

ostentando incunables, tesoro del convento,

y prolijos infolios de ciencia oscura y rancia.

Sombríos lienzos surgen de los antiguos muros:

destacan sus semblantes, ascéticos y duros,

abades y prelados que bendicen su grey-

Serafines y Arcángeles, desde el marmóreo plinto,

con un dedo en los labios dan silencio al recinto.

Y Moisés muestra airado las Tablas de la Ley.

LA SACRISTÍA

Fragantes alacenas de un tiempo inmemorial

guardan las hostias santas y el aromoso vino,

y con albos manteles de cáñamo y de lino,

las vestes de brocado que dan pompa al ritual.

Las miniadas mayúsculas del arcaico misal

dicen del arte ingenio de un fraile bizantino,

y flota entre las preces del oficio divino

un perfume de antaño severo y conventual.

Mariposas dormidas son las capas pluviales.

El armonio que encierra un alma misteriosa,

Como un anciano artista olvidado, reposa…

La noche se constela detrás de los cristales,

y un astro suspendido en un cielo de encanto,

palpita y se desprende como gota de llanto.

LA NOCHE

Una larga salmodia pasa cantando el viento;

la luna hipnotizada resbala dulcemente…

La ciudad se ha dormido bajo el astro indulgente,

y el agua pía corre con un manso lamento.

Desciende del empíreo el deífico aliento

que a los seres infunde un ánimo ferviente,

y los árboles se alzan en el sereno ambiente

cual procesión de monjes de un sombrío convento.

Una música bárbara ronca en la lejanía;

llegan hasta los claustros rumores de alquería;

inciensan los aromas de todos los jardines….

Y despertando el alma serena del paisaje,

rasga el aire por cima de la ciudad y ramaje

el toque somnoliento que convoca a Maitines.

Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos: