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Domingo 29 de agosto de 2010

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Revista Dominical

El criterio de Josermo Murillo Vacareza

29 ago 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: Alfonso Gamarra Durana

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1. Sentencias perennes

El vestuario ideológico de un catedrático universitario se aprecia solamente cuando se estudia su trabajo escrito. Lo que él dijo puede quedar como un rapto emocional o como un apuntalamiento de intencionalidad. Como su valía personal radica en conocimientos y en enunciados, su verdad quedará en las sentencias que han sido escritas, y mucho más, si quedan perennemente para el futuro, acuñadas por la imprenta.

A Josermo Murillo Vacareza (JMV) llegamos por esa vía intelectual. Mediante sus artículos impresos y sus libros glosamos e interpretamos su opinión sobre la labor de una universidad, el desempeño del universitario ideal y los grandes problemas orureños y nacionales que tanto lo motivaron.

Josermo Murillo Vacareza (1897-l987) dedicó su vida a la cultura en sus diversos aspectos desde las instituciones que dirigió. Fue escritor inagotable de ensayos de sociología, antropología, investigación científica y pedagogía universitaria. Como catedrático y rector de la Universidad de San Agustín, posteriormente Universidad Técnica de Oruro, creó innumerables cátedras y puso en marcha una reforma universitaria local.

2. Las universidades deben ser laboratorios

La universidad no puede tener función de pólipo coraliforme, que esté fijado a su medio y produzca por su metabolismo bellas formaciones de corales. Ni siquiera la función vegetal de extraer estímulos por sus raíces y trasladarlos, después de pasar por el período de flores atrayentes, a unas semillas que serán originarias de nuevas vidas.

Esto para explicar valiéndonos de metáforas. Pero ya con sentido práctico, las universidades deben ser “recintos donde se hacen obras de laboratorio”. No pueden ser lugares donde se dicte letra muerta, sino donde el conocimiento que se adquiere servirá para provocar razonamientos, levantar armazones de proyectos que sirvan para hacer progresar a la gente y al país. Es preciso que el pueblo le dé sus problemas a la universidad y ésta elaborarlas para ese beneficio. “Es tiempo ya de que las universidades sustituyan de una vez a los filisteos de la política con hombres que puedan manejar la cosa pública con su destreza”. (3)

Así empezamos a interpretar el pensamiento vivo de Murillo Vacareza en relación a asuntos siempre redivivos en las universidades. (1, 2) Este autor selecciona muchos pareceres para destacar lo que él mismo piensa: que la universidad dejó de ser la escuela donde se aprende a “prosperar” y donde se entrena para manejar el material humano en cuyos hombros el egresado debe sobresalir. Y esa no es la tarea elevada que se busca, pues debe la universidad actuar con concepto social, solidarizarse con los habitantes en sus problemas técnicos y de comportamiento con el fin de darles una vida mejor.

Con satisfacción anotó JMV que Domingo Faustino Sarmiento había dicho que mientras los honrados se quedan en casa, los pícaros se van a la casa de gobierno. No esgrime el tono irónico de otros con el fin de molestar, sino para confirmar la teoría de las naciones desarrolladas, que la nación no es una instalación financiera de beneficencia que sirve para que disfruten los que originan las mentiras convencionales de la demagogia. “¿Permitiremos pues que los ignorantes sean los que manejen los problemas políticos?” (2)

Al observador de hoy estremece que JMV hable así de los políticos como si estuviera viendo a nuestro país actual. Es el mal de siempre. Que puede corregirse con el bálsamo de siempre: gente instruida que desenvuelve las soluciones. Sería conveniente -y él recuerda a Carlyle- que nadie se queje de su país y de su época, pues ahí está él para mejorarlos.

El mundo ha progresado tanto en brazos de la técnica, que no se puede concebir que los gobiernos de los países sean manipulados con estulticia e impreparación. Si se trata de obrar científicamente, en la cabeza de cada ministerio deben estar personas de lo más altamente capacitadas por las universidades. Los mitos creados, de que los cabecillas de grupos, y los expertos en discursos deben ascender por la escala de las retribuciones dirigenciales, deben desaparecer. Los verdaderamente capacitados no pueden quedar políticamente indiferentes, deben tender a superar las limitaciones de los otros o conformarse a ser conducidos. Para eso debe borrarse lo que es anacrónico, el poder del conformismo y la debilidad del “así siempre ha sido”. Esto requiere de una revolución, en la acepción más propia del término; una modificación substancial de conductas, de intereses y de propósitos. No una modificación súbita e impreparada. Labor para una universidad con perspectivas modernas y científicas.

En sus “Antecedentes para la Reforma Universitaria Integral” detalla las concepciones para proyectar a la universidad a un plano de responsabilidad completa dentro del complejo organizativo de la nación (2). La universidad ya no puede conducirse por una vía acomodaticia, pues con la dinámica de los tiempos modernos, ella tiene que formar parte del pueblo, debe tener una función social, absorber las necesidades y tendencias sociales contemporáneas y llevar el anhelo de confundirse con su sociedad, ser su conciencia vigilante y estimulante.

En su trabajo Murillo Vacareza se afianza en una serie larga de nociones de varios autores como queriendo demostrar que tiene un pensamiento universal y moderno, puesto que la universidad debe sincronizarse con el arrebatado tiempo del mundo, no invalidizándose con el prejuicio de que Bolivia camina atrasada ya que la universidad no puede defraudar a su medio, que la ve como el coordinado dispositivo de los conocimientos humanos. “La universidad ya no puede ser el viejo castillo de elevadas murallas, que se alce en una eminencia inaccesible y en cuyo seno se viva una existencia ajena e ignorada; deja de ser un núcleo cerrado para extenderse, multiplicarse y confundirse con toda la sociedad para impulsarla con sus grandes energías”. (2)

Ese dinamismo que es factor impelente de un mecanismo de precisión está dirigido a manejar las mentes en formación de los universitarios. Por eso su hermenéutica debe llevar a difundir ideas claras, bases de las culturas palpitantes y aprovechables, y una sistematización para la investigación de las maravillas naturales y adquiridas.

3. La técnica vence al anacronismo

Se acepta como demostración de que una sociedad deja de ser anacrónica cuando permite el ingreso del sentido contundente de la técnica. La insistencia de la civilización logra levantar armazones multidisciplinarios para dominar el entorno físico, amagar con la conquista del espacio extraterrestre, e incluso, penetrar a la insondabilidad de la psiquis. Los instrumentos para dominar los procedimientos conexos, tanto como los instructivos para conducir estos últimos, constituyen el proceso de la técnica. “Por ello es que la sociedad contemporánea exige un mínimo de conocimientos para hacer de los hombres seres prácticos porque nuestra civilización es fundamentalmente técnica...

Mácula es para los pueblos moverse en el interior de un oleaje mental. Tendrán destinos inciertos si su devenir va desorientado. El fantástico progreso del mundo exige hoy que la historia se acompañe de la ciencia. Esto desvanece lo anticuado. Propone un horizonte de realizaciones. Las que podrán desarrollarse únicamente si son movilizadas por la técnica.

Si Bolivia quiere insinuar sus intenciones de progreso debe, en lugar de traer mercenarios foráneos, formar los elementos técnicos que se adecuen a las necesidades cotidianas. “Deben ser educados, conformados y preparados por las entidades altamente responsables en la misión educativa y de acuerdo con los medios de producción”.

En esto se basa el postulado de una universidad técnica. Un nuevo estilo de enseñanza superior, en que lo importante no es solamente recoger y exponer los conocimientos, sino es una participación más activa del aula sobre el espíritu del universitario, a la vez que es un posibilitar a éste para investigar, fecundar y lograr óptimos niveles de desarrollo de su sociedad.

La universidad oferta al joven tres disposiciones: le informa, lo forma y lo conforma. “La primera función se realiza con el acopio de conocimientos que le instruyen, tecnifican y especializan para su profesión; la segunda función se cumple con la educación que le otorga ideales, le hace su personalidad, le estimula su función creadora, le enriquece su acervo emocional. La tercera función es el ajustamiento del individuo con la sociedad, la función activa que debe ejercer dentro de ésta, desempeñándose como elemento productor de riqueza social y, a la postre, como elemento que contribuye al enriquecimiento de la cultura”. (2)

Los anteriores conceptos no tendrían ningún valor, serían las teorías de un divagar, si es que la enseñanza superior no aborda el problema de la vocación, que demostraría por propósito esencial, el “habilitar al hombre moderno para vivir capacitado en su tiempo, en su medio y en sus aptitudes”.

Conocer la vocación del estudiante ya en el bachillerato evitaría gasto de dinero y de esfuerzos, y, por el contrario, permitiría la eficiencia en su estudio, las posibilidades de especialización y perfeccionamiento, y sobre todo la adquisición completa de los procedimientos técnicos de la carrera elegida. “La enseñanza vocacional... representa una educación democrática en cuanto reconoce las diferentes inclinaciones individuales, ofreciendo a todos oportunidad de capacitación y preparación para una vida social activa y para una producción mejor en beneficio común.” (2)

Terreno de la psicología es dictaminar la orientación de un joven para su profesionalización, pues se trata de configurar cómo es su espíritu en cuanto a consistencia o adaptabilidad de su organismo, a la emocionalidad como llave para abrir su dedicación casi de por vida a una disciplina y, quizás lo más importante, la falencia de represiones psíquicas, antagónicas o rechazo a temas o procedimientos propios de su estudio. En esta etapa de la vida se requiere más que nunca la introspección del interesado, para evaluar las posibilidades y las limitaciones de su inteligencia, para entender el respaldo económico y de tiempo, o sea una aprobación completa consigo mismo. La carencia de factores materiales hace que el estudio sea más gravoso, y compele a carreras cortas, a aprendizaje de experiencias manuales deficientes, o a truncar el mejor anhelo de constituirse en profesional.

Es exacerbante la posición decimonónica de muchos padres que sienten como necesidad de superación clasista el tener un doctor o un licenciado entre sus hijos. Mortificando la naturaleza de éstos o trabando sus intereses personales. La enseñanza se incapacita porque actúa en terreno estéril; su producto final es un engaño a la sociedad; quienes lo imparten son unos imprudentes, y es un delito de hurto porque se roba a un joven las energías que podían ser fervorosas de haber seguido su propensión innata.

Josermo Murillo remarca que las universidades deben contar con un primer capítulo en sus planes, en que se inste a un estudio preciso para conocer la orientación de los individuos, lo que serviría como un darwinismo de exámenes para que se promueva un acomodamiento a sistemas especiales e intensivos de estudio.

“La enseñanza se fisonomiza con lo arcaico cuando se parte de ese género de exploraciones previas; el exceso de estudiantes sin aptitudes perjudica, anula y algunas veces frustra a los estudiantes aptos”.(2) El descalabro mayor para el país llega más tarde, cuando los catedráticos por comodidad o por temor, dejan que el embrión evolucione, aunque conocen el síndrome de depauperación vocacional que lo malforma, que lo que estaba en ciernes se ha dejado avanzar hasta su egreso de la universidad, éste “...se convierte en un obscuro negociante de su título, que lo comercializa y vilipendia, dañando el prestigio de la casa donde surgió y lastimando profundamente la expectativa de la comunidad”.

Con lo que hemos escogido para explanar, se ve que en la obra de JMV se desborda el empeño por jerarquizar a la Universidad que un tiempo lo tuvo como rector. Su permanente posición es la de difundir conocimientos mundiales que extiendan el espectro documental de los aspectos científicos que necesariamente se plantean en una casa superior de estudios.

Sin prevenciones políticas o religiosas, se muestra amplio para escudriñar los conceptos modernos. Sumamente crédulo en el instinto de superación, que tiene el hombre, apoya con modestia a las disciplinas que se acompañan del vaticinio de un progreso enorme en un mundo que evoluciona a la carrera. Utiliza, desde su punto de vista, la palabra “técnica” cuando quiere referirse a la profundización ilimitada y científica, pronosticando también que la universidad nacional debe concurrir al proceso de industrialización que se implanta en las naciones del orbe preparando el material humano para investigarlo y sustentarlo.

REFERENCIAS

1. Murillo Vacareza, J. ¿Haremos la revolución en los campos? Conferencia en Univ. San Agustín, Oruro. 10/IX/38. Revista “Universidad” No. 1, pp 123-136. Univ. Técn. Oruro, 1952.

2. Murillo Vacareza J. Antecedentes para la Reforma Universitaria Integral. Rev. Estudios juríd., polít. y soc. Año IV, No. 4, pp 44-67, Univ. Técn. Oruro, oct.1953.

3. Las frases que se anotan entre comillas pertenecen a Josermo Murillo Vacareza.

(*) Académico de la lengua, médico y escritor

Fuente: LA PATRIA
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