Si se trata de encarar posiciones de lucha para lograr que se atienda “el pliego de la docena” de peticiones de Oruro indudablemente lo principal es que todos mantengamos la unidad en nuestros objetivos para no dar margen a procesos divisionistas que por supuesto no faltarán cuando la corriente del oficialismo observe que hay cuestiones que no puede resolver por la vía del diálogo y la concertación… ese es un proceso “casi regular”.
Si se trata de doce puntos hay que hacer fuerza por el pliego global, pero por supuesto priorizando aquellos proyectos que tienen que ver de manera directa con el desarrollo y deben ser implementados en tiempo perentorio.
Uno arrastra al otro, es una lógica en materia de “estirar con fuerza” lo que se desea, siempre y cuando todos jalen para el mismo lado y eso es lo que en Oruro se debe cuidar para no dejar espacios en los que se quiebre nuestra unidad y se posterguen algunos anhelos que provienen de tiempo atrás y que ya no pueden ser parte sólo de las esperanzas.
Cuando hablamos de unidad férrea es que precisamos de tal factor para exigir que se atiendan esos requerimientos como los deseamos y proyectamos y no como los plantean desde la esquina opuesta. En realidad debemos ser los orureños los que hagamos los planteamientos y el Gobierno que los ejecute.
Pero no siempre sucede así y el quiebre que se observa en algunos dirigentes, incluso ciertas autoridades, es resultado simplemente de la más cómoda posición de los conformistas, ver y dejar hacer, no importa cómo y cuál sea el resultado final.
Lo que sucede en otras regiones es que la decisión del pueblo se cumple en la dimensión de su proyección de futuro y no de la inmediatez puramente política, considerando que los recursos financieros que sean asignados provengan de ayuda externa o directamente del Estado, posiblemente sacando algunos “pelos” a las macro reservas todos son fondos de los bolivianos, por tanto hay derecho a reclamarlos y bien utilizarlos en programas de sostenibilidad para marcar el desarrollo productivo que deseamos.
Hay algunas fisuras que se observan en el proceso de las demandas cívicas y en la aceptación de las mismas. El caso del aeropuerto, aunque parece ya definido aún hay observaciones de peso que deberían tomarse en cuenta para no incurrir en errores futuros que sólo servirán para lamentaciones. Hay mucho por invertir para dejar espacios expeditos para la habilitación del nuevo aeropuerto, cuando dichos recursos servirían muy bien para completar otro proyecto con cierto avance de ubicación e infraestructura primaria.
Otro tema que preocupa es el la explotación del Salar de Coipasa donde ya se instruyó la habilitación de la planta piloto que permitirá experimentos en la obtención de la materia prima que más adelante pueda ser industrializada para su masiva exportación, pero resulta que los comunarios de un sector del salar orureño objetan la ubicación de esa planta y la reclaman para sí, cuando en realidad los beneficios de la explotación serán para todos y no sectoriales.
Ya es tiempo de que los orureños asumamos nuestra responsabilidad en el planteamiento de nuestros anhelos, en el cumplimiento de las metas que nos hemos fijado y en respeto a los derechos regionales que definen una política regional y no partidaria que debe ser asimilada y adecuada de ese modo para responder a nuestras verdaderas expectativas. En todo caso para cumplir ese objetivo lo primordial, lo ineludible es la unidad de todos los orureños.
Fuente: LA PATRIA
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