Martes 24 de agosto de 2010
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El calificativo fue de Jesús. Y tuvo que ser impactante, porque aquellos tiempos no fueron precisamente propicios en dones y virtudes. Todo lo contrario: El propio Salvador expresó severas críticas contra los israelitas tentados por el poder. Pero he ahí que, cuando se aproximaba Natanael, dijo: “Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño”.
Naturalmente que el primer sorprendido fue el mismo Natanael, que, pocos minutos antes, al ser informado por Felipe de que, junto con los otros discípulos, había identificado a Jesús, y que era el hijo del carpintero José de Nazaret, tuvo una expresión de desencanto: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?
Y este fue el momento del prodigio: Natanael le preguntó a Jesús cómo es que lo conocía: Y nuestro Salvador le reveló el poder celestial: “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Suficiente para que Natanael proclamara: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”.
De las explicaciones que se han intentado sobre el cambio de opinión de Natanael. Solo una es coherente: En la higuera, en oración, estaba pidiendo que ese día, ese mismo día, se le manifieste una señal propicia sobre el plan divino. Y Dios que es infinita misericordia, le permitió fortalecerse en la fe.
Fuente: LA PATRIA