En criterio de técnicos municipales, especialistas en materia de organización urbana y particularmente en la aplicación de programas que regulan las normas de comportamiento ciudadano, eliminar el caos reinante en la mayoría de las ciudades bolivianas, resultaría verdaderamente un desafío a esa capacidad profesional.
Recientemente se informó que en países como Chile y Argentina, entre los más próximos, pero también Colombia o más arriba México, sólo por mencionar algunos, se trabaja intensamente por exigir el cumplimiento de las medidas dispuestas para disciplinar a todas las personas que transitan por las calles, empezando por eliminar puestos de venta en aceras o en sitios que causen problemas y molestias a los viandantes.
Una serie de artículos de prensa señalan la rigidez con que trabajan las autoridades de municipios o comunas, para dar comodidad y seguridad a viandantes, pero también a conductores de motorizados del servicio público o el transporte privado. En esas ciudades primero que nada existe un reglamento adecuado a las circunstancias, luego una coordinación directa con la entidad policial, de manera que desde dos frentes son operables las medidas que prohíben asentamientos de comerciantes en las aceras o la circulación de motorizados fuera de criterios de orden y seguridad.
En el caso concreto de nuestras ciudades y más específicamente la nuestra, lo que se observa es un caos generalizado que lamentablemente tiene raíces en un factor social como el desempleo, empujando a muchos ciudadanos a convertirse en comerciantes informales y “trabajar” en el comercio, allí donde cree que su ubicación es más favorable.
En lo que atañe concretamente al servicio de tráfico vehicular la situación es propia de la indisciplina ciudadana, carencia absoluta de programas de educación para toda la población y si hablamos de Oruro, carencia de señales de tráfico que dispongan paradas de micros y minis, regulación de velocidad, prohibiciones especiales y creación de áreas de parqueo temporal para motorizados de manera que las calzadas queden despejadas, si además se retiran antes todos los puestos callejeros y se proporciona a la gente la seguridad que requiere en las aceras y los motorizados en las calzadas.
El éxito de las normas de ordenamiento urbano deben ser muy precisas y su cumplimiento estricto de tal modo que los infractores de a pie o en vehículos sean severamente sancionados por incumplir los reglamentos de disciplina ciudadana.
En realidad para ordenar la ciudad y eliminar el caos reinante se necesitan algunos elementos importantes, habilitar un buen mercado central en el que se ubicarán a los comerciantes, dotación de buena cantidad de señales callejeras y primordialmente la educación ciudadana en la que deberán tomar parte activa autoridades municipales y policiales, pero fundamentalmente los medios de comunicación social en su generalidad.
Hay modelos establecidos para ordenar una ciudad, las normativas deben estar en directa relación con la realidad de cada ciudad y para su vigencia se necesita voluntad y autoridad, de manera que concientizada que sea la población será más fácil aplicar la normativa de rigor. La ciudad no puede seguir siendo ejemplo de caos y anarquía.
Fuente: LA PATRIA
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