La implementación del primer corredor bioceánico, conocido como el Corredor Central de los corredores interoceánicos donde participa Bolivia, tiene gran urgencia puesto que Chile anunció la puesta en marcha de su corredor hasta el mes de noviembre de este año, con el riesgo que ello supone de quedarnos al margen del mega proyecto que permitirá establecer una nueva ruta económica.
Las obras que ejecuta el gobierno del vecino país, llegan a su conclusión en el Norte de Chile mientras que en Bolivia no se sabe cuando finalizará la construcción de la carretera Oruro-Pisiga para vincular el Pacífico con el Atlántico, pasando por Oruro y siguiendo la ruta de Cochabamba, Santa Cruz y el Brasil, para dinamizar la exportación y el comercio internacional.
El proyecto vial Oruro-Pisiga debía ser entregado al finalizar el primer mandato del presidente Evo Morales, en razón del compromiso asumido en abril de 2007 por la entonces presidenta de la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC), Patricia Ballivían, con autoridades de las provincias Carangas, Saucarí, Litoral y Sabaya para iniciar la construcción del tramo de 52 kilómetros Toledo-Ancaravi ese año y ratificado además por el primer mandatario.
Transcurrieron más de tres años y seguimos esperando que se de la orden “de proceder” para que se concluya el último tramo del tan divulgado, promocionado y hasta en cuatro oportunidades declarado como “prioridad nacional” proyecto vial Oruro-Pisiga, sueño que podría ser realidad por voluntad política de las actuales autoridades departamentales y el presidente Morales, para así cumplir con el legado de los orureños que desde hace 72 años esperan tener esta carretera.
Cuando existe la voluntad política y decisión de un gobierno, con seguridad se actúa como lo hacen nuestros vecinos que determinaron el año 2007 ejecutar el proyecto vial Huara-Colchane que avanza con prontitud a cargo del Ministerio de Obras Públicas de Chile en coordinación con el Gobierno Regional de Tarapacá, con una inversión de 36.9 millones de dólares y comprende también la construcción de una playa de embarque en Alto Hospicio, a pocos kilómetros de Iquique, que en la práctica podría ser un Puerto Seco, para mejorar la distribución de carga que llega desde Bolivia y viceversa en tránsito por ese puerto chileno.
Para complementar el control de la frontera chileno-boliviana también avanza a pasos gigantescos la construcción de moderna infraestructura aduanera en el lado chileno, mientras que en el sector boliviano, en Pisiga, hay una marcada demora para concretar la unificación de los servicios para tener una aduana binacional que en el futuro se constituirá en la única receta para eliminar el contrabando o ilícitos aduaneros.
El futuro de Oruro está en el corredor interoceánico, porque posibilitará el establecimiento de un nuevo eje económico que además sirva para desarrollar otras actividades internacionales que beneficiarán a Bolivia al unir el Pacífico con el Atlántico y viceversa, ingresando desde el puerto chileno de Iquique, pasando por Oruro como eje distribuidor por su excelente ubicación geográfica, Cochabamba y Santa Cruz, la región del Mato Grosso en el Brasil, hasta Campo Grande, desde donde se podrán exportar importantes volúmenes de carga para enviar a Europa y otros continentes.
Si no contamos con el proyecto vial Oruro-Pisiga para tener una ruta expedita y nos integramos al primer corredor interoceánico, será difícil concretar el proyecto del Puerto Seco, alternativa que permitirá poner en práctica el desarrollo comercial y de servicios de la región, para garantizar la subsistencia del departamento en el actual proceso autonómico, lo que obliga a pensar en nuevas vocaciones que tiene la región, para conseguir un aprovechamiento real de su estratégica ubicación geográfica y para tener el control del Altiplano Central de Bolivia.
(*)Periodista
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