La oposición que existía a la incineración de la coca incautada como excedentaria e ilegal, dejó de ser traba para que ese producto desaparezca y se convierta en cenizas y no en material base para la elaboración de cocaína.
Algo realmente importante se registra en las anteriores decisiones de algunas autoridades gubernamentales y en especial del mandatario y de algunos “ecologistas” que señalaban que no podía permitirse el final de la “hoja sagrada” en medio de fuego intenso.
Sin embargo tal parece que la incuestionable cantidad de coca decomisada en la gestión 2009, consistente en más de 1.575.456 kilos que podía desviarse al narcotráfico ha pesado con fuerza en la conciencia de quienes defendían sin razón valedera ese respeto a la hoja, sin considerar que al llegar a manos de los narcotraficantes se convertiría en una droga dañina para la humanidad.
Se argumentaron algunas otras trabas para incinerar la coca ilegal por ejemplo, y con justificada razón, la carencia de fondos para cumplir ese objetivo pues, aunque parezca sencillo, quemar miles de kilos de coca es una tarea de muy alto costo.
Pero así con las cosas y con la DEA expulsada, Usaid fuera y las relaciones con el país del norte medianamente estables resulta que el gobierno nacional, y con visto bueno del Presidente, dejó a la norteamericana División de Asuntos Antinarcóticos (NAS por su sigla en inglés) la responsabilidad de financiar la incineración de toda la coca excedentaria de nuestro país.
Fue tan grave la situación que en un momento dado los depósitos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn) en el país y las dependencias de otro organismo que rescata la hoja para fines legales, no abastecían para contener los miles de kilos de coca excedentaria que se incautaron en operativos cumplidos en la zona paceña, el Chapare y el occidente del país.
Una primera operación de incineración por parte de la NAS, corresponderá a más de cien toneladas secuestradas al narcotráfico, más adelante y según se confirmó más de novecientas toneladas correrán la misma suerte.
Lo de cuidar la “hoja sagrada” se limitará en adelante a la cantidad necesaria de coca para el acullico, para fines medicinales y para los primeros intentos de su industrialización. Deberá establecerse cantidades reales y efectivas de manera que ni sobre, ni falte para fines estrictamente legales, el resto tendrá que incautarse y destruirse en grandes fogones y utilizando un presupuesto especial que asignará la NAS, con la venia del gobierno nacional y el beneplácito de Mister Obama.
Antes molestaba y provocaba la ira de políticos nacionales las condiciones que imponía EE.UU. para el control de las plantaciones de coca y la prohibición de cosechar coca excedentaria, tampoco gustaba mucho la destrucción de plantaciones ilegales de la hoja. No cumplir con esos parámetros significó perder la ayuda estadounidense para esos fines, pero además la suspensión de ciertas preferencias arancelarias para la exportación de productos legales.
En la actualidad, sin que el hecho signifique un restablecimiento pleno de las relaciones USA - Bolivia, las operaciones de la NAS quemando coca ilegal puede significar un buen paso para que enmendando errores se abran los canales legales de acercamiento y relaciones estrictamente diplomáticas y comerciales.
Fuente: LA PATRIA
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