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Domingo 22 de agosto de 2010

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Revista Dominical

Homenaje a los pueblos del Isiboro Sécure

Pueblos originarios desaparecerán si no se pone un alto al abuso de poder

22 ago 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: Itza Terrazas Herbas - Periodista

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El proyecto carretero Villa Tunari- San Ignacio de Moxos, dividirá en dos el corazón de la Amazonía boliviana. Los pueblos afectados por esta "cuchillada amazónica" fueron ignorados, así como también se descartaron las leyes que obligan la realización de un Estudio de Impacto Ambiental, al igual que la propia renovada Constitución Política del Estado de Bolivia.

La renuncia de Juan Pablo Ramos al cargo de viceministro de Biodiversidad, Recursos Forestales y Medio Ambiente y el Director de Medio Ambiente, fue por negarse a firmar la Licencia Ambiental que daría curso al proyecto carretero Villa Tunari- San Ignacio de Moxos “es un doloroso ejemplo de malas prácticas del poder”, manifestó el ambientalista Marc Gavaldá.

Según la misiva, las razones de su alejamiento responden a causas personales. Empero, una fuente vinculada a su ex despacho hace referencia a que una de las razones de su dimisión es por su objeción al proyecto carretero Villa Tunari-San Ignacio de Moxos que pasa por el parque Isiboro Sécure.

Los yuracarés, moxeños y chimanes son pueblos originarios que han vivido y mantenido los ecosistemas del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis).

Sus comunidades, apostadas en los cauces de los caudalosos ríos, han desarrollado culturas propias ajenas al mundo occidental y a su comercio de mercancías globalizadas.

Desconocen o rechazan, por ejemplo, la ambición del gobierno brasileño de convertir la Amazonía en pasto de transgénicos y agrocombustibles y su necesidad imperiosa de exportarlos a los mercados asiáticos a través de Bolivia.

También rechazan la necesidad de corporaciones petroleras con accionistas endeudados que necesitan lucrar en forma urgente el petróleo que alberga, el subsuelo amazónico.

Seguramente desconocen, como cualquier otro ciudadano de Bolivia, los compromisos personales que suscribió el presidente Evo Morales con su par Ignacio Lula en aquel abrazo que estrecharon en Villa Tunari, cuando corrió el cheque de 415 millones de dólares para ejecutar el discutido proyecto.

Entre los años 1997 y 2000, el ambientalista, recorrió las sendas y cursos fluviales del Tipnis recabando pruebas sobre los impactos de la actividad petrolera en el Bloque Sécure, operado por Repsol-YPF.

Fueron entradas en moto, bicicleta, a pie y en canoa gracias al acompañamiento efectivo del cuerpo de guardaparques de esta área protegida. Una grandiosa oportunidad donde compartieron momentos vitales con las comunidades de campesinos así como también yuracarés, moxeñas y chimanes en los departamentos de Cochabamba y Beni.

En aquel momento, la amenaza de las petroleras, concretizada por la apertura de 1.000 kilómetros de líneas sísmicas y algunas irregularidades de la compañía, eran una problemática llevadera entre otras más urgentes, como la angustiante militarización de la lucha contra la coca para los campesinos, o la gestación de las marchas indígenas para la titulación de territorios.

Pero la experiencia sobre hechos consumados, condujo a valiosas movilizaciones de los pueblos del Tipnis.

BLOQUEO COCALERO ANTI PETROLERO

“En 1998, la petrolera Repsol, ingresó de nuevo al territorio como Pedro por su casa. Sin consultar, deforestando los márgenes del río Isiboro para que despeguen sus helicópteros y entregando cuatro becas escolares a la Subcentral del Tipnis en Moxos como única compensación”, asegura Gavalda.

Las comunidades campesinas del Tipnis en Cochabamba, representadas por ocho centrales y 50 sindicatos enviaron una carta a la Viceministra de Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente de ese entonces “manifestando protesta y descontento por el avasallamiento al Parque Nacional Isiboro Sécure”, recordó el ambientalista.

A la inacción gubernamental y la continuación de operaciones petroleras, en abril se organizó un bloqueo que mantuvo en vilo a la compañía transnacional. Durante 15 días, los 200 trabajadores del campamento Isinuta, no lograron salir de sus instalaciones.

Las campesinas se burlaban cuando los observaban desde la barricada, arrodillados cortando el césped del helipuerto con machete para tener alguna actividad.

El conflicto se resolvió el 30 de abril en un galpón del pueblo, con la firma de unas compensaciones irrisorias para las comunidades campesinas teniendo en cuenta de las millonarias inversiones que estaban en juego en el bloque Sécure.

Pero había prisa por las dos partes para resolver la contienda. Para la petrolera, cada día de paro significaba pérdidas y contratiempos en sus operaciones ya delimitadas naturalmente por la época de lluvias.

Para los campesinos, la siguiente madrugada iniciaban, junto a las demás centrales del Chapare, un bloqueo de la carretera Santa Cruz- Cochabamba, en cuya represión los militares segaron varias vidas en la carretera.

El ambientalista participó en el entierro a un campesino que fue encontrado tiroteado en un río de Shinahota.

“Eran sin duda otros tiempos, cuando Evo Morales era un campesino más y el gobierno del ex dictador Hugo Banzer, aliado en una megacoalición de partidos oligarcas, no temblaba al militarizar la selva bajo los designios de Estados Unidos”, manifestó Gavaldá.

Pero más allá de la problemática cocalera, en 1998 se demostró que la población campesina apostada al interior del Tipnis, podía también ser aliada de los pueblos indígenas en materia de defensa del territorio contra las corporaciones extractivas.

El susto que encajó Repsol-YPF le ayudó a educarse en el campo de las relaciones con la población local: "Pedir permiso antes de entrar".

MOXEÑOS Y CHIMANES

En el año 2000, Repsol YPF consumó la exploración sísmica e inició tres perforaciones exploratorias en el Bloque Sécure. En la comunidad de Paracti, a pocos kilómetros de Villa Tunari, la construcción de un pozo generó impactos sobre los ríos.

También hizo mención que en la gestión 2000 se atrapó in fraganti a operarios de la compañía vertiendo lodos tóxicos en las turbulentas aguas del río Espíritu Santo.

En el departamento del Beni, una de las zonas más aislado de las miradas ajenas, Repsol construyó un pozo en las estribaciones de la inexplorada Serranía Eva-Eva.

Algunas comunidades de chimanes fueron directamente afectadas, por el tráfico de camiones, el vertido de diesel en el río Apere afecto el consumo interno de los pobladores.

El ambientalista fue testigo de la intoxicación alcohólica de una comunidad chimán, que supuestamente recibía el apoyo de la compañía en una campaña de higiene dental.

EVITAR UN ETNOCIDIO

La construcción de carreteras en la Amazonía, en todos los países y épocas, ha generado una inseparable destrucción de los territorios a varios kilómetros de la trocha.

A los impactos directos por deforestación, modificación de cursos de agua y erosión, hay que añadirle las actividades humanas inducidas por el nuevo acceso.

Negar que detrás de la retroexcavadora nadie ingrese al Tipnis es pecar de ingenuidad o malas intenciones. La colonización, activación de actividades extractivas y depredaciones, o las relacionadas al continuo tráfico de camiones, fulminarán los ecosistemas y territorios del Tipnis irreversiblemente.

Los pueblos que habitan y conservan la amazonia, desaparecerán silenciosamente envueltos en enfermedades comunes, desnutridos por la desaparición de la caza y pesca, desplazados a patadas como ganado.

Como lo hicieron los yuracarés y yukis del Chapare, dejarán como único rastro el nombre de algún río o la leyenda de que en las cunetas de la carretera Villa Tunari – San Ignacio vivían culturas y pueblos con nombre propio. Antes de que sea “demasiado tarde” escuchemos la voz de los pueblos del Isiboro Sécure, manifestó Marc Gavaldá.

Fuente: LA PATRIA
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