Todo empieza con la llegada al establecimiento, nos encontramos entre compañeros de curso, nos saludamos en una forma exclusiva, de modo que sea una característica particular sólo de nosotros, marcamos la hora de llegada en un reloj antiguo, mi padre me dijo que él también lo había usado para registrar su asistencia, además, en su tiempo los profesores eran más estrictos, en la puntualidad, que ahora.
Toca el timbre, es hora de pasar clases, la profesora entra al curso convoca a todos y nos dice -cerraré la puerta y nadie más entrará, corremos, saludamos a la maestra ella nos invita a sentamos y empiezan 90 minutos de clase, ella hace ejercicios de álgebra, nos explica, nos pregunta, nosotros respondemos, algunos se quedan callados, otros parece que no entendieron, uno de nosotros pide que vuelva a explicar, la maestra pide atención, escucha y que miren bien, nuevamente con toda la paciencia del mundo repite la explicación, ¡ahora entiendo! Exclama uno, el otro le dice haber explícame, la maestra vuelve a pedir atención, plantea otro ejercicio e indica que debemos resolverlo solos, cuando vamos desarrollando el ejercicio, el timbre vuelve a sonar, anunciando el recreo, qué felicidad fuimos salvados por una campana.
Salimos a recreo, en el quiosco está el porterito del colegio exhibiendo ricas golosinas, brebajes líquidos, empanadas deliciosas, la mayoría se acerca, hacen un tumulto, todos quieren comprar algo, cuando lo logran comparten con sus compañeros al igual que nosotros, vuelve a tocar el timbre, entramos a la materia de música el profesor está con su acordeón en el frente, es bastante serio y no le gusta que hagamos bulla, ni que vuele una mosca, saluda al curso y le respondemos, nos dice que vamos a ensayar los himnos, el que cante mal saldrá al frente a entonar sólo, nos esforzamos y cantamos bien, el profesor nos regala una sonrisa después de haber terminado de cantar los nueve himnos de los departamentos de Bolivia - una más y descansamos - nos dice, volvemos a cantar sin fallar, cuando estamos en el último himno el timbre suena, nadie corta la canción terminamos y el profesor nos dice pueden salir al recreo, corremos para compramos algo más, sólo nos alcanza para un caramelo de 0,20 ctvs., nos olvidamos que lo gastamos en el primer recreo, hay 0,50 ctvs. para nuestro pasaje de regreso a casa.
Vuelve a tocar el timbre es la última clase, nos toca con otro profesor, entra en silencio pregunta a una de las compañeras por el resto del curso, ella le dice que aun están en el quiosco y que no han debido escuchar el timbre - les voy a llamar, le dice -ve, contesta el maestro, a pocos segundos aparecen los chicos y las chicas entran saludando y se sientan, el profesor les habla acerca del respeto que deben tener a las personas mayores y a sus compañeros y compañeras de curso, realiza una pregunta, justo me toca a mí - Usted - me dice con una voz firme y unos ojos grandes que me miran - ¿qué es para ti el respeto? Me dice, pienso un momento y contesto es respetar a una persona, no te he dicho que repitas, te he preguntado ¿qué es el respeto? En mi mente pienso y le digo el respeto es... por ejemplo, cuando quiero prestarme algo de mi compañero le digo por favor y cuando devuelvo le digo gracias.
Qué bien, me contesta el profesor, luego se dirige al curso diciendo, eso es lo que tenemos que hacer siempre, dos palabras claves que no debemos olvidar el por favor y el gracias, también debemos saludar a todas las personas, a los profesores, a nuestros compañeros y compañeras, debemos ceder el asiento a las personas mayores, eso es ser respetuoso, así las personas te aprecian..., con diversos ejemplos nos va enseñando lo que es el respeto, luego da el concepto extractando de un libro “el respeto es una forma de reconocimiento, de aprecio y de valoración de las cualidades de los demás, ya sea por su conocimiento, experiencia o valor como persona”. Suena la campana, es hora de regresar a casa corremos y volvemos a marcar la hora de salida, salimos del establecimiento tomamos la movilidad que nos lleve a nuestra casa ...
Paso un día más en el colegio, cuando salga bachiller no me olvidaré de este momento, ni el de los demás, en mi corazón llevaré los colores de mi bandera, el verde la esperanza de hoy y de un mañana lleno de éxitos, el blanco la pureza del alma que refleja al ser humano dispuesto a ser forjado y el negro la elegancia y el prestigio que tiene mi colegio.
Los quiero mucho a mis profesores y profesoras, porque me enseñan desde su experiencia y sus conocimientos. Llevaré en mi corazón la sonrisa de mis compañeros y compañeras, las fiestas sanas donde nos divertíamos, las travesuras inocentes de adolescentes, a los amigos y amigas, incondicionales, que encontré. Desde el fondo de mi corazón, a todos ellos les digo ¡gracias por todo!.
Prof. José Limber Veliz Quispe
Fuente: LA PATRIA
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