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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 El mar: Una reflexión a fondo perdido - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Debido a que ya tanto se ha hablado de él, parece que no hubiera nada más que añadir, como no sea repetir lo que ya se ha dicho.
Pero dejando de lado la consabida retórica y la estridencia cívico-emocional de los homenajes en el “Día del Mar”, lo que sí queda en pie es el desafío de hallar una estrategia efectiva que nos permita contar con un puerto propio y soberano sobre el océano Pacífico. Así dispone la CPE de la Glorieta. Y la ley es para cumplirla. Contra lo que dice la Constitución chilena, nosotros tenemos ese formidable amarre. Constitución contra Constitución. ¡Qué diestros!
Hoy como ayer, el problema crucial es cómo y por dónde lograr el acceso al mar. Es para no creer: Bolivia en más de un siglo no ha podido definir una política apropiada para hablar del mar con Chile. A diferencia de éste, que siempre nos ha dado la misma respuesta, nuestro país ha ido cambiando de posición cada cierto tiempo, según la iniciativa coyuntural de los gobiernos. Y es cierto también que el tema marítimo sirvió de elemento distractivo ante problemas de política interna, como nos lo ha echado en cara Chile más de una vez.
A nuestro juicio, no hay que darle muchas vueltas al asunto. Las posibles alternativas de solución no son muchas, y sobre las mismas ha corrido también ya mucha tinta. Pensando en el acceso, la disyuntiva crucial es: o por el Litoral que antes fue nuestro o por el extremo norte de Arica, territorio peruano que está en poder de Chile, también por efecto de la guerra del Pacífico.
El discurso que con frecuencia utiliza la frase “reivindicación marítima”, ¿a qué se refiere? Si el término “reivindicación” significa que Chile nos conceda, aunque sea sólo un corredor, por donde antes era nuestro, es pensar en lo imposible. La razón es simple: Chile no aceptará jamás partirse en dos para satisfacer nuestra demanda.
La otra opción es Arica. El mal arreglo de la guerra a través del funesto tratado de 1904, ha dejado a Bolivia con esa única opción futura de volver a la costa del Pacífico. Pero claro está que en este caso ya no se trataría de “reivindicación” sino de negociación entre tres países involucrados en el asunto: Chile, Bolivia y Perú.
Fue ciertamente malo, pésimo, ese arreglo. El epílogo de la guerra fue más dramático en su momento para nuestro aliado. Tras la derrota, el ejército chileno invadió y ocupó Lima. Pero ni siquiera en esa situación extrema se abandonó el Perú. A través de una cláusula en el Protocolo Complementario del tratado de 1929, preservó su derecho propietario sobre Arica. Chile no puede disponer de esa provincia sin consultar al Perú. Esa es la famosa teoría del “candado y la llave”. En cambio Bolivia entregó al usurpador en bandeja todo el Litoral, para llorar después -como quien dice- sobre la leche derramada.
En el fracasado intento de Charaña (1974) se vieron dos realidades con inobjetable concreción y claridad: por territorio ajeno no se puede demandar soberanía, y sin el Perú no hay arreglo posible por Arica. Pese a que tanto se ha repetido, nos cuesta aprender la lección. De propósito o por pura tontería, en lugar de buscar la solución por el lado más favorable, tomamos el camino equivocado con Chile. Hasta nos peleamos con el legítimo dueño de Arica en lugar de procurar su apoyo.
Y si insistimos con lo del puerto soberano, es preciso aceptar que no hay más opción que la guerra. Hay que recuperar el mar cautivo en el campo de batalla. Cuando eso suceda – si es que sucede algún día – le devolveríamos a Chile aquella brutal sentencia con que el ministro chileno Abraham Konig trató de justificar el despojo: “De la victoria nacen nuestros derechos, la ley suprema de las naciones”.
A estas dos únicas opciones signadas por la racionalidad objetiva aún podría añadirse una tercera. Aquella que vendría de manos de la Providencia. Es decir, que por efecto de una catástrofe natural la angosta franja territorial que es Chile desapareciera del mapa. (No es por supuesto desear que eso ocurra). Y entonces, sin necesidad de reclamar ya a nadie por nuestro mar, éste vendría hacia nosotros en lugar de que nosotros pensemos en ir hacia él. Esto que más parece una fantasía onírica no es originalmente nuestra, ya la mencionó una distinguida periodista (Anamar) en los años 90, en una editorial de Presencia.
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