Al poner en marcha una empresa se adoptan ciertas previsiones especiales a partir del cuidado que significará instalar equipos, maquinarias y definir el caso de personal, desde ejecutivos hasta la gente de apoyo, todo esto implica una particular responsabilidad de profesionales expertos en la materia para completar el esquema organizativo con la habilitación de sistemas de alerta temprana y prevención oportuna de problemas técnicos, administrativos o de orden social. Así funciona una buena empresa que se precia de segura.
El Estado debería ser eso, una verdadera empresa con muchos funcionarios distribuidos de acuerdo a su capacidad y experiencia en los puestos claves del sistema administrativo de manera que, su eficiente trabajo responda a las expectativas de la población en su conjunto, pero además asegurando que la “maquinaria y el factor humano sean parte coordinada de una producción planificada”.
En el último tiempo y en una nueva gestión que está en marcha se aprecian una serie de fallas, precisamente en el ajuste de los equipos del sistema, lo que demuestra que no se utilizan oportunamente aquellos elementos de prevención y alerta temprana para evitar los graves conflictos que actualmente alteran la convivencia pacífica entre bolivianos, especialmente en la zona occidental donde pese a muchos esfuerzos, no se logra consensuar un acuerdo de paz.
Sólo como referencia de que fallan algunos mecanismos hay que señalar que por lo menos hace un mes atrás ya se perfilaba la movilización de los potosinos y en los 15 días últimos observamos las medidas de presión, huelga de hambre y bloqueo de caminos con serios perjuicios, especialmente para la ciudadanía de Potosí que tuvo que soportar severas restricciones de movilización, abasto de productos, precios elevados y fuera de control pero además presiones muy graves en el orden político que desviaron el conflicto hacia un riesgoso enfrentamiento entre potosinos y orureños.
¿Qué falló? Todo el sistema de prevención, no otra cosa significa que luego de más de 15 días recién se trate de buscar soluciones a los problemas que no sólo en Potosí, también en Oruro, datan de hace mucho tiempo y que no han recibido oportuna atención del Poder Ejecutivo.
El hecho de plantear la explotación de las salmueras del rico yacimiento de litio en el Salar de Uyuni ha despertado inusitado interés en inversionistas externos y en poderosas industrias automotrices deseosas de asegurar una fuente de materia prima para las baterías que reemplazarán muy pronto a los carburantes. Empero ese hecho en el orden interno ha despertado también suspicacias y adormecidos celos de algunos hermanos bolivianos, que más allá de dialogar sobre un conflicto de límites originado en ambiciones ilegales, han lanzado amenazas y advertencias poniendo en riesgo la tranquilidad ciudadana y la convivencia pacífica.
Es urgente que los ejecutivos del Estado afinen el funcionamiento del aparato gubernamental, poniendo énfasis en el trabajo de los sistemas de prevención y de alerta temprana, para evitar conflictos que al ponerse en evidencia son más difíciles de controlar y abrir posibilidades de diálogo y consenso.
Lo que se ha visto en el conflicto reciente en el caso de Potosí debe llamar a la reflexión de los gobernantes para no esperar que se compliquen las cosas y atender con la premura del caso las soluciones que con derecho exigen los ciudadanos para sentir el cambio anunciado y vivir bien.
Fuente: LA PATRIA
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