Nuestra Señora Asunta a los Cielos está presente en la vida de la fe católica de Oruro desde el año 1725, según lo atestigua la cédula real expedida el 13 de diciembre de 1788, misma que además certifica que “el religioso y devoto clero de la villa de Oruro, movido de la devoción de una imagen de nuestra Señora, que con el titulo de la Asunción, esta colocada en una de las capillas de la iglesia Matriz, de aquella villa, empezó a congregarse, con objeto de veneración de dicha efigie, a la que se unieron varios fieles de ambos sexos: Que en el año 1734 acudió la Cofradía a la santidad de Clemente XII y obtuvo el Breve de aprobación de que acompaña testimonio, y la concesión de indulgencias que resultan de él: y que ha continuado en las practica de sus ejercicios de piedad y devoción, bajo la dirección de un hermano, con el titulo de Abad”.
La Mayordomía de la Asunta desde entonces ha sido la guardiana fiel de esta insigne devoción en la diócesis local.
El 22 de octubre de 1963, a petición del entonces Obispo de Oruro, Monseñor Jorge Manrique Hurtado, el Papa Paulo VI de venerada memoria, “declara a la bienaventurada Virgen María Asunta a los cielos Patrona Principal” de toda la Diócesis de Oruro, “agregados todos los honores y privilegios litúrgicos que corresponden a los Patronos principales de los lugares. No obstante cualquier cosa en contrario”.
Hasta ahora la Iglesia ha declarado cuatro verdades sobre María, o dogmas de fe: 1. Su Maternidad Divina, se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios, definido por el Concilio de Efeso el año 431. 2. Inmaculada Concepción: María fue concebida sin mancha de pecado original. El dogma fue proclamado por el papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la bula Ineffabilis Deus. 3. Perpetua Virginidad: Se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto. 4. Asunción: El 1 de noviembre de 1950 el Papa Pío XII definía la Asunción de María Santísima en cuerpo y alma al Cielo, como dogma de fe católica. El texto pontificio no clarifica la cuestión de si María murió o no. Cuestión que queda abierta a la profundización teológica.
Quien ascienda al monte Sión, en Jerusalén, cerquita del Cenáculo donde se instituyó la Eucaristía, quedará embelesado a la contemplación de la bellísima basílica mimada por los benedictinos. En el centro de la Rotonda, atrayendo inevitablemente todas las miradas, una expresiva imagen de María, echada sobre un lecho. No está muerta, sino dormida. Por lo que la Basílica lleva el nombre de "la Dormición de la Virgen". María no murió, dirán sobre todo los orientales, tan enamorados de Ella; no murió sino que simplemente durmió, y en esa situación llegaron los Ángeles enviados por su Hijo para que asumieran (Asunción) al cielo, acompañándola en un cortejo de amor y de honor.
No sería ningún desprestigio que hubiera fallecido María; también murió Jesús y su muerte no solo no le acarreó defecto alguno, sino que enriqueció su glorificación. Aun así, es dulce pensar que pudo haber sucedido la "dormición" no la "muerte" de la Madre de Dios. Ambas teorías son defendibles dentro de la ortodoxia católica.
La "dormición" es el título más antiguo que se aplica a María en el momento de su separación del mundo. Con ese título y esa ilusión, el Emperador bizantino Mauricio impuso la fiesta litúrgica en todo Oriente ya en el siglo VIl. Y el Papa Sergio I que era un Romano Pontífice de sangre oriental, admitió para la Iglesia católica la festividad de la dormición de María. Hacia el siglo VIII se introdujo e impuso la designación de la Asunción de María para revelar la gloria con que salió de este mundo tras su deceso.
Cuando se habla de la "Dormición, su explicación en nada disminuye la gloria de la Asunción, que hoy es Dogma de Fe, son dos etapas de una misma gracia para María: 1) la dormición sería el momento en el suena el reloj de María y en lugar de acabarse la cuerda, se retiene, en forma de sueño o descanso; 2) tras un sueño más o menos largo, según los planes divinos (quizás para que los Apóstoles o seguidores de Jesús se percataran de la importancia del momento) llega la Asunción: arriban los Ángeles, toman suavísimamente a María, y la transportan al cielo. Dos etapas que serían completadas con una tercera: la Coronación de María, ya en el cielo, como Reina y Señora de toda la Creación. No hay imperfección en la que María haya muerto, como Jesús y los Santos. Pero no se puede excluir la posibilidad de que Dios reservara esta solución única para la persona a la que también ofreció la solución única de la Inmaculada: como criatura solo Ella se vio libre del pecado original.
Sea lo que fuere, el 15 de agosto, celebramos los devotos de María Santísima tres festividades suyas: su Dormición, su Asunción y su Coronación.
Los mineros y los folkloristas la escogieron en su advocación de la Candelaria, sobre todo, porque presenta a María como modelo en la pobreza y en el sufrimiento, dos realidades que acompañan a nuestro país en su historia.
La Diócesis de Oruro toda, ha escogido como su patrona a Nuestra Señora Asunta al Cielo, “porque como los demás privilegios marianos, éste no la aleja, la acerca más a nosotros. ¡La hace más presente en nuestra vida! No sólo por ser la Madre de familia, sino también como figura y modelo de la Iglesia. Su Asunción nos invita también a asumir nuestra tarea en la historia sin temores ni desfallecimientos”. “Lejos de invitarnos a la evasión -dice Bossard- la Asunción de María nos invita a un compromiso de servicio al Señor y a nuestros hermanos en la existencia de cada día”.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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