A casi tres años del inicio de la crisis global, los datos poco alentadores siguen golpeando a la economía estadounidense y, sobre todo, a la confianza de los consumidores.
El Departamento de Comercio reveló que el crecimiento económico se desaceleró más de un punto porcentual en el segundo trimestre del año.
Señaló que el Producto Interno Bruto (PIB) se expandió a una tasa anual del 2,4 por ciento, bastante por debajo de los 3,7 del trimestre anterior.
Atribuyó la caída al elevado déficit comercial de esa nación norteña y a la disminución del gasto de los consumidores, situación alentada por el difícil estado del mercado laboral.
La cifra también decepcionó los pronósticos de los analistas, quienes esperaban un avance moderado, pero de 2,5 puntos.
Los expertos explicaron que la cifra de crecimiento, la más modesta en casi un año, resulta incapaz de generar empleos, una agravante para la economía, muy golpeada por un índice de desocupación de 9,5 por ciento.
Sin embargo, lo peor no es cuánto ha sucedido, sino el hecho de que los problemas no parecen terminar, pues las empresas tienen más despidos programados.
En un estudio divulgado recientemente, la Asociación Nacional de Economía de Negocios informó cuatro por ciento de los encuestados dispondrá durante el próximo trimestre nuevas reducciones de plantillas, el 36 por ciento contratará más empleados, mientras que un 57 por ciento dejará sus nóminas invariables.
La investigación mostró que en los últimos meses empeoró la situación del mercado laboral, hecho que afectó el consumo interno, el cual representa cerca del 70 por ciento de la economía nacional.
Expertos de Welch Consulting en Washington opinaron que aunque los recortes de plantilla han disminuido, las empresas evitan contratar personal, debido a la incertidumbre existente.
Calcularon que demorarán varios años en recuperarse los más de ocho millones de puestos de trabajo perdidos a causa de la crisis global.
Por supuesto, la consumidores continúan escépticos, sobre todo por la dudas sobre el futuro de la economía de su país.
Según un estudio de la Universidad de Míchigan, la confianza del consumidor estadounidense cayó a inicios de julio a su menor nivel en casi un año, pues el índice bajó a 66,5 puntos desde los 76 de junio. Los resultados decepcionaron ampliamente los pronósticos de los analistas quienes esperaban un baja hasta 74,5.
Autores de la investigación explicaron que las pobres perspectivas sobre los ingresos y el mercado laboral, alientan el pesimismo entre los compradores.
Manifestaron la preocupación por los resultados, principalmente en un país donde el gasto de los compradores representa el 70 por ciento de la economía.
El documento indicó que la intención de comprar bienes durables, como automóviles, retrocedió a su menor nivel en nueve meses.
También el barómetro de las condiciones económicas actuales se hundió a 75,5 puntos a principios de julio, su cota más baja desde noviembre de 2009.
El indicador de expectativas de los consumidores se comportó a la baja y descendió a 60,6 desde los 69,8 de junio y superando los pronósticos de 68,4.
Al respecto, el vicepresidente de la Reserva Federal (FED), Donald L. Kohn, reconoció que Estados Unidos tiene que depender menos del consumo, que representa más de las dos terceras partes de su economía.
Precisó que es necesario disminuir la subordinación al endeudamiento para financiar esos hábitos de compras.
El funcionario explicó que los flujos de capital facilitan el gasto en vivienda y bienes de consumo en general, en lugar de costear inversiones más productivas.
Asimismo, el polémico apartado de la vivienda, uno de los desencadenantes de la crisis global, continuó tambaleándose, pues la compañía de datos inmobiliarios RealtyTrac, precisó que los bancos estadounidenses aumentaron los embargos de casas en cinco por ciento en el segundo trimestre del año.
Indicó que en ese período tomaron más de 269 mil casas, debido a las pérdidas de empleo y a los recortes salariales, factores que obstaculizan la recuperación del sector.
En términos interanuales, señaló que el nivel de embargos subió 38 por ciento y pronosticó que al cerrar el año superará el millón.
La entidad explicó que las dificultades en el mercado laboral estadounidense y la incertidumbre sobre el futuro de la economía, afectan la salud del sector de la vivienda.
Precisó que restan más de cinco millones de créditos seriamente morosos que devendrán en ejecución hipotecaria, debido a la situación existente.
Este año más de tres millones de hogares recibirán al menos un aviso de ejecución, que incluye una notificación de cesación de pagos, una fecha de subasta y el embargo, estimó.
Para junio, las medidas de ejecuciones hipotecarias cayeron tres por ciento desde mayo y siete puntos frente a igual mes del año pasado, sin embargo, la cifra estuvo por encima de las 300 mil propiedades por décimo sexto mes consecutivo.
Ante la situación existente, expertos de PNG Financial Services apuntaron que seguirán de cerca los acontecimientos en Europa, sobre todo por el impacto que puede tener en la economía.
Añadieron que las medidas de austeridad adoptadas por varios países del Viejo Continente podrían provocar otra recesión europea y reducir la demanda de bienes importados de Estados Unidos.
(*) Periodista de la Redacción Económica de Prensa Latina.
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