Sábado 14 de agosto de 2010
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El cielo celeste, las nubes, el sol brillante que no encandila... están bailando y no parece. Quien puede quitarles esa sensación, se sienten libres y lo son. No importa su edad ni su físico... bailando recuerdan, bailando viven...
Muchas personas mayores practican esta actividad, como forma de volver a sentir algunas sensaciones olvidadas o que simplemente nunca habían experimentado. La mente se relaja y el cuerpo olvida sus enfermedades y preocupaciones.
Al bailar, nos relajamos y la actitud corporal mejora. Se conocen nuevas formas de movimiento, y uno puede relacionarse con otras personas en un clima de fiesta, diversión y alegría. La persona mayor disfruta del momento por ser único, el ambiente agudiza sus sentidos más profundos y aliviana las preocupaciones momentáneamente.
El ánimo mejora incluso la relación personal y la forma de convivir consigo mismo. Aumenta el incentivo para la creatividad, ayuda a tomar decisiones, a ser más espontáneos, más autónomos y a alejarse de la depresión, frustración y soledad.
Tomar clases de baile alimenta el interés por iniciar un nuevo camino de aprendizaje. De tener nuevos incentivos, nuevos intereses, de aprender a comunicarse de otra forma, a estudiar como en épocas pasadas, de volver a creer en uno mismo y ponerse a prueba, de volver a conocerse.
Fuente: enplenitud.com