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Domingo 08 de agosto de 2010

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Revista Dominical

Generala Manuela Sáenz ya está al lado del Libertador

08 ago 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: Elías Delgado Morales - Periodista Profesional

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La fuerza del amor por un hombre superior, hizo que alimentara la causa independentista, renunciando a su hogar y el bienestar efímero.

Los idealistas y grandes hombres, generalmente terminan sus días en el abandono y la pobreza, victimas de enfermedades terminales, a veces del olvido de sus parciales, que fueron enfervorizados por su verbo y talento.

Este es el caso del hombre más biografiado del planeta, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacio, de cuya vida política, trayectoria y final, se ocuparon más de un millar de autores, desde diferentes ópticas y épocas.

Recientemente y al conmemorarse los 199 años de la Independencia de Venezuela, los gobiernos de ese país y el Ecuador, propiciaron la Campaña “Manuela Vuelve”, centralmente para el traslado de los restos mortales de la amada del Libertador a Caracas, doña Manuela Saenz, quien acompañó cercana y perseverantemente los últimos 8 años de la actuación política del insigne caraqueño.

Con este singular motivo esos gobiernos mediante disposiciones legales, espectacularmente promovieron al Grado de Generala a doña Manuela Sáenz, amén de haberse desarrollado coloquios históricos, actuaciones teatrales, la emisión de series filatélicas, la re-edición de libros afines, y lo que es mejor y relevante, juntar los despojos de ella y su amado, separados en vida por una serie de factores, que corrientemente se dan en ésta viña del Señor.

Manuela Sáenz nació en Quito, Ecuador en 1798, es decir 15 años después del Libertador. Estaba casada con James Thorne, un próspero comerciante inglés, a cuyos requiebros renunció totalmente, al conocer súbitamente a Bolívar en un baile en su honor en Quito en 1822, en los marcos de la heroica campaña independentista protagonizada por Bolívar en el continente.

La noble quiteña, poseedora de un carácter resuelto --además de excepcional belleza-- se sumó intrépida a la campaña libertaria, en la época de la incorporación de su país a la Gran Colombia.

Los historiadores la identificaban como “La Libertadora del Libertador” porque gracias a su espíritu e inteligencia, hizo abortar conspiraciones e intentos de eliminar físicamente a Bolívar, llevada por su visión y natural intuición.

Simón Bolívar renunció a la Gran Colombia en 1830, desengañado por los sinsabores de la política, ausentándose enfermo a una hacienda de Santa Martha, Colombia, donde falleció el 17 de Diciembre de ese año, rodeado solamente por sus pocos generales y coroneles amigos, aquejado por una tuberculosis consumada y atendido por su médico de cabecera.

En sus delirios finales y a tiempo de dictar su testamento, le habría comentado al galeno que en la vida existían “Tres insignes majaderos: Jesucristo, el Quijote y él”, episodio inmortalizado por sus biógrafos en todos los ámbitos estudiados de su recia personalidad.

A consecuencia de esta abrupta separación de su amante, ella se aisló, refugiándose en otras tierras, víctima del desprecio de los adversarios de Bolívar --y también de sus adulones-- en la población de Paira en la costa peruana, donde vivió sus últimos 20 años.

Igual que el genial guerrero murió pobre, sin visitas de amigos y además enferma e inválida, afirmándose que sus restos habrían ido a parar a una fosa.

Se desconocen las supremas razones por las que Manuelita Sáenz, no estuvo al lado del Libertador en su hora postrera, si al menos se considera la tórrida relación que mantuvieron, por consiguiente, saturada de intensos pasajes de heroísmo y correspondencia mútua, tanto que durante los últimos 8 años de la gesta guerrera del Libertador de Cinco Naciones, la bella Manuelita y diestra amazona, nunca estuvo ausente de sus vivacs, tiendas, estrategias y acontecimientos políticos de su amado.

Este episodio de la historia americana, seguirá siendo abordado por los estudiosos e historiadores, dado que Bolívar, amén de haber sido cabeza de la campaña libertaria en el siglo XVII, fue un gran amador que mantuvo nutrido epistolario amoroso, aunque siempre acosado de sus contendientes políticos.

Hoy y merced a una iniciativa de los presidentes de Venezuela y el Ecuador, la abnegada Manuelita descansará por siempre junto al verdadero amor de su vida en el Panteón Nacional de Caracas, recibiendo el homenaje de los americanos, como reconocimiento a su valor, audacia y entereza, rasgos muy poco comunes en esos y estos días. Conducta sublime, digna de una mujer superior que creía en el amor y en un hombre también superior, que tal vez inspiró las hazañas más heroicas y sublimes del ilustre caraqueño.

¡Todo honor y gloria a esta gran mujer, que con seguridad, insufló el avispado temperamento del Libertador Bolívar…!

Fuente: LA PATRIA
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